Jueves con el alcalde

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Sheila ya estaba, más o menos recuperada de los rasguños leves. La herida profunda seguía ahí, con la venda. Pero ya se podía mover y hacer las tareas domésticas, ya que en unos días debería volver al trabajo sí o sí. Marco, estaba en la granja como siempre.

Ding dong.
Sheila abrió la puerta. Y se encontró nuevamente con el alcalde.

ALCALDE
-Vengo a ver si solo una persona puede encargarse de la granja o necesita ayuda. ¡Oh! Jovencita, ¿tú no estabas en Nueva York?
SHEILA
-Prefiero ser responsable y no descansar ni un minuto, señor.

El alcalde le acarició el pelo.

ALCALDE
-Bueno, si necesitáis ayuda, ya sabéis a quien recurrir. Os doy mi ubicación joven. Me podríais visitar algún día, para tomar el té...
SHEILA
-Entendido señor.

El alcalde se fue. Sheila, decidió ir a buscar la leche por la mañana, ya que como no había horarios esa semana, lo hizo antes.

SHEILA
-Sigo sin entender porque hay que tener tanta leche en la despensa.

Marco salió a verla.

MARCO
-¿Me lo dices a mi?
SHEILA
-Hablaba sola.

Marco preguntó a Sheila por el alcalde. A que había venido.

SHEILA
-Por si queríamos algo, y que algún día vayamos a visitarlo.

A Marco le sorprendió eso de ir a casa del alcalde.

SHEILA
-Si quieres podemos ir esta tarde. No tengo tareas que hacer.
MARCO
-Yo si tengo, pero no quiero perderme esa oportunidad.

Los dos decidieron ir por la tarde. Y así fue.
Fueron caminando, y al llegar se encontraron con una puerta gigante, que daba paso a los vehículos.
Y se podía ver el inmenso jardín delantero, con estatuas exóticas. Un mayordomo, preguntó quien eran y cuando respondieron invitados, y le enseñaron la ubicación que le había prestado el alcalde. Finalmente entraron. El mayordomo les acompañó a la puerta principal y el alcalde les recibió con gusto. La casa era una mansión del paraíso. No hace falta comentar más.

ALCALDE
-Tomaremos té en el patio trasero. Donde se ubica la piscina, el jardín...

Los chiquillos siguieron al alcalde. Se sentaron en una mesita de exterior, con sombrilla incluida. El mayordomo les iba poniendo el té.

ALCALDE
-Que felicidad. Bueno...

Dijo poniendo la taza en la mesa.
"Papá" se oyó a lo lejos.

ALCALDE
-Miel, visita...

Esa tal Miel salió al exterior, y se acercó a la mesita.

ALCALDE
-Perdonadme, es mi querida hija.

Sheila, al ver a esa chiquilla, no dudó en mirar donde miraba Marco. Y efectivamente, estaba en lo cierto.

SHEILA
-Eh... Hola, soy Sheila.

Miel miró a Marco.

SHEILA
-Él es Marco.
MIEL
-¿Sois hermanos?
SHEILA
-N...
MARCO
-Compañeros de trabajo.

Sheila miró raro a Marco, pero se dio cuenta de que el alcalde estaba allí, así que asintió.

MIEL
-Soy Miel.

Miel era de esas chicas que, te mataba con la mirada con sus ojos verdes. Lucía un vestido rosa pastel. Y sus cabellos eran de oro.

Él de pueblo y ella de ciudadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora