Sheila esta vez se levantó más temprano. No estaba ni la maestra, ni el propietario, seguramente se habrían ido al pueblo en sí, a comprar ¿algo?
El chico estaba en la granja.
Tal y como dijo el propietario, el timbre sonó y ahí estaba el alcalde.ALCALDE
-Buenos días.
SHEILA
-¡Buenos días, señor, sí señor!El alcalde, en vez de mirarle como todos los adultos, o sea, con cara de decepción. Soltó una carcajada.
ALCALDE
-Parece ser que no eres de por aquí... Bueno...Sheila fue rápidamente a servirle esa taza de café que era tan importante, pero fue tan rápida que se tropezó y derramó la taza en la camisa de el alcalde.
El alcalde soltó un grito muy alto, quejándose de que el café quemaba.
Sheila fue corriendo y no se le ocurrió otra cosa que tirarle agua en la camisa.ALCALDE
-¡Ah! ¡Definitivamente no eres de por aquí! ¡¿No te han enseñado modales?!Sheila estaba preparada para el castigo pero no se esperó que el alcalde se lo tomara a risa.
ALCALDE
-JAJAJAJAJA, con lo que odiaba esta camisa... Mi mujer se empeña en ponérmela. Me has hecho el día muchacha, toma, propina.El alcalde se marchó más contento que un ocho, después de haberse cambiado la camisa por una que Sheila encontró del armario de el propietario.
Sheila limpió el suelo mientras reía también y finalmente puso la propina en una mesita que había allí. Esperando a que la felicitaran.Pasó una hora y media y no volvían. Así que Sheila decidió hacer ya las tareas de la tarde. Y una de ellas era ir a buscar la leche. Agarró los cubos y se dirigió a la granja. El cacharro no iba muy bien.
ÉL
-Se dice que eres de la ciudad... Me temo que los rumores son ciertos jajajaja.El chico quitó suavemente la mano de Sheila y hizo como "magia", haciendo funcionar el cacharro.
ÉL
-Así.Sheila no pudo contenerse, aunque no debería y hizo preguntas tontas.
SHEILA
-¿Soy conocida aquí? A penas acabo de llegar... ¿Soy famosa? ... Ejem... ¿Causo buena impresión? ...El chico la miró con las cejas levantadas y le respondió:
ÉL
-Eh... bueno, a ver. Por el pueblo los rumores se extienden rápido. Y más si viene una chica de la ciudad.Sheila recordó que no debería de hablar con "el otro trabajador", agarró los cubos y ...
ÉL
-Oye, ¿no deberías de hacer esto por la tarde?Sheila se paró, suspiró y siguió adelante.
El chico insistía.
ÉL
-Oye y ¿Cómo te llamas?Dijo mientras se ponía delante de Sheila.
SHEILA
-¡¿Puedes dejarme en paz?! Sólo hago mi trabajo.
ÉL
-¿Y no puedes responderme a una simple pregunta?
SHEILA
-No debería de hablar contigo... Por favor, para.El chico volvió a la granja y Sheila a la casa.
Cuando Sheila había acabado todas las tareas, llegaron el propietario y la maestra, con unas cartas en las manos.
MAESTRA
-Niña, ves a buscar la leche.
SHEILA
-¡Hecho maestra!La maestra se sorprendió mucho al oír eso, así que le dijo otra tarea...
MAESTRA
-Limpia el baño.
SHEILA
-¡Como el oro!La maestra, no sabía si estar molesta y reñirla, porque parecía que le estaba vacilando, o si ponerle una tarea nueva.
MAESTRA
-¿La cena?
SHEILA
-...
MAESTRA
-Venga vamos, ayúdame.La próxima será... Pensó Sheila.
Todos estaban en la mesa y esa vez el chico no miraba a Sheila tanto...
Sheila sabía que eso era lo correcto. O no lo sabía mucho...
Sheila se acordó de la propina.SHEILA
-Ah, eh... El alcalde se marchó contento y me dio propina.El propietario y la maestra se miraron con ojos como platos.
PROPIETARIO
-¿¡Has robado el dinero!?
SHEILA
-¿Que? Nooo.
MAESTRA
-El alcalde nunca da propina, y menos a los pobres, es todo un caballero y no es nada amable.
PROPIETARIO
-¿¡Cuanto dinero has robado!?
SHEILA
-¡No he robado!El chico se metió en la discusión.
ÉL
-Le pregunté al alcalde que tal había ido. Y me dijo que una hermosa chica de pelo lacio, le había servido el café como si no hubiera un mañana y que se merecía dicha propina.Dijo mientras miraba fijamente a Sheila.
Era obvio que no le había preguntado nada al alcalde, porque en realidad no había sucedido eso.
Sheila entendió que esas palabras iban de él hacia ella y se fue a su habitación.PROPIETARIO
-Ah... Vale...
MAESTRA
-EH NIÑA, ¡LOS PLATOS! ¿A DÓNDE VAS?Sheila se encerró en su habitación mientras la maestra le daba esos gritos.
Sheila se quería arrancar esos sentimientos, esos sentimientos que no quería que salieran. Ella iba a ser independiente y a estar sola.La maestra subió y le obligó a bajar y recoger los platos. Estaban muy enfadados con ella los dos.
El propietario mandó a el chiquillo a su habitación y Sheila se quedó sentada en la mesa una hora, como castigo.Sheila empezó a llorar por dentro, se le hizo ese nudo en la garganta. Pero por fuera era fuerte, de momento...
MAESTRA
-Niña vete a tu habitación ya.Sheila subió sin siquiera mirar, tapándose la cara y se dio un golpe contra él.
ÉL
-Shh...
SHEILA
-¡Ah!
ÉL
-¿Te he salvado de la bronca, porque te fuiste?
SHEILA
-Para ya.
ÉL
-Pero... No te he hecho nada...
SHEILA
-Ni yo a ti tampoco, así que déjame.
ÉL
-Vas a tener que estar aquí por lo menos cinco meses. ¿Creías que no te iba a hablar?
SHEILA
-No soy como las demás. ¿Pensabas que iba a aceptar estos elogios? Perdona pero, no.Dijo apartándole.
ÉL
-Sólo dime tu nombre, no creo que te llames criada o niña.Sheila cerró la puerta y se metió en la cama, no dejó de repetir la palabra independiente. Y de amenazarse.
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Él de pueblo y ella de ciudad
RomansaSheila es una mujercita que siempre ha querido ser independiente y solo piensa en su futuro. Le dan una oportunidad de servicios en un pueblo muy lejos de su grande ciudad, donde puede ganar mucho dinero y así acercarse a sus sueños, aunque sus padr...