Kuro se frotó las sienes y lanzó un gran bostezo, intentando sostener el lápiz que llevaba en una de sus manos. Apenas había tomado apuntes de las clases del día, ya que su atención estaba centrada totalmente en impedir verse derrotado por el sueño.
―¿Qué haces, Kuro? ―preguntó Taro, arrastrando una silla para sentarse junto a él―. Las clases acabaron hace diez minutos.
―No te ves bien, Kuro-kun ―comentó Tomo, acercándose rápidamente―. ¿Pasaste una mala noche?
Kuro meneó la cabeza y forzó una sonrisa nerviosa. "Mala noche" era una forma muy poco expresiva para describir lo que le había sucedido. Descubrir que su aparentemente inocente y tierna novia era una psicópata imbuida de un aura sobrehumana era algo traumático. No recordaba bien qué había sucedido luego de descubrir aquello, ya que había recuperado la consciencia frente a su casa en plena madrugada, sin saber cómo demonios había logrado llegar hasta allí.
―Estoy bien ―afirmó Kuro secamente, frotándose los ojos― Aunque creo que volveré a casa cuanto antes.
―Ahora eres un conejo domesticado, ¿eh? ―comentó Shibo burlonamente desde un asiento cercano.
Kuro lo ignoró, mientras que Tomo y Taro intentaban convencerlo de que se quedara con ellos, pero el chico partió con rapidez y salió del salón. Le dolía la cabeza y le ardían los ojos, por lo que su único interés en aquel momento era poder descansar en la tranquilidad de su hogar.
―Shi-kun...
Kuro dio un respingo al encontrarse de cara con Hakuma, quien lo observaba con una enorme sonrisa plasmada en el rostro.
―Te estaba buscando, Shi-kun ―La sonrisa de la chica se agrandó aun más―. Quiero que me acompañes a un lugar interesante.
―Hametsu-san... ―musitó Kuro, tragando saliva―. ¿Es otra... casa abandonada?
―Es una sorpresa, Shi-kun. Vamos.
El rostro de Kuro se contrajo en una mueca de exasperación mezclada con temor, pero se limitó a asentir en silencio. De todas formas, sabía que ninguna excusa bastaría para negarse, por lo que, resignado, siguió mansamente a su novia a la salida del instituto.
...
Kuro y Hakuma descendieron del bus vacío en el cual habían viajado durante las últimas horas. El cielo estaba teñido de un profundo tono naranja que se hacía cada vez más oscuro, anunciando la inminente llegada de la noche. Se encontraban al lado de la carretera y, salvo los árboles que cubrían las montañas cercanas y los incesantes cantos de las cigarras, no parecía haber señales de vida a la redonda.
―No creo que haya sido buena idea venir hasta aquí, Hametsu-san ―comentó Kuro, nervioso―. Pronto anochecerá...
―Es mejor así ―contestó ella, enrumbando por un camino de tierra cercano―. Tenemos que llegar hasta la aldea.
Kuro chasqueó la lengua y comenzó a seguirla.
―¿Sabes lo difícil que fue convencer a mis padres luego de lo que pasó anoche? Suerte que mañana empieza el fin de semana...
―Si me hubieras dejado hablar con ellos, no hubieras tenido tantos problemas ―indicó Hakuma, sin mirarlo.
Kuro no contestó y se pasó una mano por el cabello. Lo último que quería era que su desquiciada novia se relacionara con sus padres o con su hermana menor. Suspiró y acomodó la mochila que llevaba colgada al hombro. Había cogido unas cuantas pocas cosas esenciales y dinero para el viaje, pero le resultaba curioso que Hakuma no llevara más equipaje que un pequeño bolso-cartera colgado de su brazo.
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Hametsu
HorrorKuroshi Usagi nunca imaginó que su vida cambiaría tanto tras iniciar una relación romántica con Hakuma Hametsu, una encantadora pero extraña chica que parece guardar singulares misterios. A pesar de la emoción inicial, Kuro pronto descubrirá que su...