Sin producir el más mínimo ruido, Kodai no Yami levantó uno de sus enormes puños metálicos para luego estamparlo contra el suelo. Si bien el impacto se había producido a una distancia considerable de los chicos, la consecuente onda de choque los hizo salir despedidos en diferentes direcciones. Hakuma fue capaz de aterrizar de pie y, antes de que tuviese la oportunidad de reagruparse con los demás, Kodai se le aproximó para pegar otro puñetazo muy cerca de ella. Ese segundo golpe fue de tal potencia, que una amplia fisura se abrió en diferentes direcciones alrededor de ambos, lo que terminó por dejarlos aislados de los demás.
―¿Por qué haces esto, Kodai? ―preguntó Hakuma con la voz teñida de consternación―. Tú eres nuestro aliado...
―Debes intentar comprender la situación, Hakuma Hametsu. ―La armadura viviente concentró su refulgente mirada verdosa en ella―. Si lo deseas, puedes considerar esto como la prueba final de tu formación. ¿Qué mejor que un duelo para medir tus capacidades?
―No... ¡No quiero pelear contra ti! ―La chica sacudió la cabeza y entrelazó sus manos a la altura de su pecho―. Me ayudaste cuando quedé completamente sola... Me diste las esperanzas necesarias para continuar viviendo... No quiero luchar... No quiero...
El efluvio color jade del interior de Kodai comenzó a bullir de manera intensa, produciendo un agudo silbido al mismo tiempo que el ente alzaba uno de sus blindados brazos con parsimonia. Dada su postura y la inclinación de su cuerpo, parecía evidente que tenía toda la intención de aplastar a Hakuma sin piedad alguna, a menos que ella consiguiese esquivar la colisión a tiempo.
―¡Hametsu-san! ―exclamó Kuro desde su lejana ubicación, horrorizado ante tal perspectiva―. ¡Sal de ahí!
La chica se mantuvo estática, murmurando que no estaba dispuesta a luchar contra Kodai. Kuro dio unos pasos en su dirección, incapaz de pensar en algún argumento que la despertara de su ensimismamiento, mas pronto se vio obligado a interrumpir su avance. La profunda y ramificada grieta que lo separaba de su novia era demasiado extensa como para rodearla o atravesarla de un salto, de modo que le resultaba imposible acercarse más. Por fortuna, su oscuro adversario estaba concentrado en barrer el entorno con su mirada como si buscara algo, y no daba señales de tener ningún apuro por concretar su ataque.
―Yo no puedo lograrlo, pero... ―Kuro se apresuró a descolgar su mochila de su espalda para dejar salir a Ryoushi―. ¡Depende de ti, amigo!
El gato se precipitó en dirección a su objetivo de inmediato, al mismo tiempo que adoptaba su apariencia de bakeneko en pleno vuelo hasta lograr aterrizar a unos pocos metros de Hakuma. Sin perder velocidad, se lanzó de lleno contra ella en el preciso instante en el que el pesado puño de Kodai iniciaba su trayecto hacia el suelo. Ryoushi fue capaz de apartar a la chica a tiempo, pero el ente oscuro ya había preparado un nuevo ataque con el brazo que tenía libre. Como Hakuma continuaba firme en su rechazo a reaccionar ante la hostilidad de Kodai, el bakeneko se vio obligado a tener que alejarla a la fuerza por segunda vez.
―Maldición... ―masculló Kuro, consciente de que las energías de Ryoushi no durarían por siempre de seguir así―. Maldición... ―Miró a su alrededor hasta dar con Megami, a quien se aproximó con premura―. ¿Qué debemos hacer, Megami-chan?
Ella dio un respingo y lo miró, angustiada, mas se limitó a menear la cabeza sin pronunciar palabra alguna.
―¿Tienes un plan, verdad? Siempre tienes un plan, Megami-chan, suéltalo ahora.
―Yo... no pensé que Kodai no Yami reaccionaría de esta forma. Creí que nos iba a atacar a todos juntos, de modo que Kurokami se encargaría de reducirlo ―musitó la chica de cabello blanco, con un inesperado gesto de temor infantil en su rostro―. Y sin Shironi... ¿Qué se supone que debo hacer? ¿Qué debo hacer, Kuronii-chan?
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Hametsu
TerrorKuroshi Usagi nunca imaginó que su vida cambiaría tanto tras iniciar una relación romántica con Hakuma Hametsu, una encantadora pero extraña chica que parece guardar singulares misterios. A pesar de la emoción inicial, Kuro pronto descubrirá que su...