DÍA 26
Creo que ya es el día veintiséis. ¿Sabes cómo me siento? Pues claro que no, qué tonta soy. Me he mirado en el espejo desde que supe los resultados. Axel lo tomó a la ligera, dijo que todo estaría bien, que nada malo pasaría. Que me cuidaría.
¿Pero sabes qué? Dudo de sus palabras, lo hago después de cómo su rostro se contorsionó por la rabia cuando leyó los resultados gritándome que me fuera de su vista. Y así lo hice. Me fui corriendo aguantándome las ganas llorar hasta que esté en mi habitación. Los hombres y las chicas me quedaban viendo y susurraban entre ellos. No importaba lo que dijeran. Qué más me daba. Andrew intentó retenerme pero logré empujarlo y encerrarme en mi habitación. Golpeó varias veces pero no le hice caso, me encerré en el baño y ahí fue el momento en el que el nudo en mi garganta se tensó y comencé a llorar tapándome la boca para que nadie me lograse escuchar.
Lloré aún más al recordar cómo mi padre me abrazaba cuando mi estado emocional se iba por un precipicio. Recordar, eso es lo que no quiero. Yo no hice nada malo para sufrir de esta manera.
¿Todo pasa por algo? No creo que ese sea mi caso, después de esto no creo que vaya a ver un "algo"
Hace dos días que estoy encerrada en esta habitación. Todo se siente frío y borrascoso. En la mañana Axel aparece con una bandeja llena de comida y nos encierra con seguro. Su hombro sigue vendado pero ya no le resulta incómodo.
No ha dejado de ser cariñoso y atento conmigo. Solo que...volvió con lo de antes. Me miro en el espejo por eso, por las marcas. Las horrendas marcas que, nuevamente, manchan mi piel. Están en todas partes de mi cuerpo.
No me gusta que me haga marcas. Las cosas entre los dos han cambiado por los malditos resultados. Nunca pensé que en mi condición me llegase a pasar eso, creí...creí que no podía empeorar más mi vida.
He pasado llorando, ¿qué hice para que me pasara algo así? Siempre fui la hija ejemplar, la que obedecía y que era responsable. ¿Crees que me merezco algo así? ¿Por qué yo?
Toda mi vida cambió y seguirá cambiando por la culpa del maldito destino. Axel no dice nada al respecto, solo disfruta de mi cuerpo. No niego que yo no lo haga, al contrario, disfruto igual o menos que él. No lo sé. Mi mente divaga en cada uno de nuestros encuentros sexuales que ya no sé si lo que pienso está bien o mal.
Quiero morirme. Algo me está pasando. Yo no soy así, debería sentirme asqueada de todo pero no lo hago. Debería odiar a Axel y maldecirlo para que se pudra en el infierno si es que existe uno. Ya no quiero seguir con esto, pero no debo pensar solo en mí, tengo que pensar en alguien más.
Me encantaría poder desahogarme contigo pero no puedo. No puedo. No puedo, no puedo, no puedo....Trato de imaginarme que todo es un simple y mundano sueño. Que tarde o temprano despertaré. En todos los momentos en que me entregaba a Axel no pensé en las consecuencias.
¿Qué pensaba en esos momentos? ¿En los cuales Axel me usaba solo por placer? ¿En qué pensaba? Tendría que haber pensado que esto acabaría así. Que mi mundo terminaría por derrumbarse con esto.
Me gustaría entenderme, no quiero esto, no lo quiero ni lo necesito. No ahora. Ni nunca. Aún no me hago a la idea. No lo quiero. No lo quiero, no lo quiero.
No quiero estar embarazada.
ESTÁS LEYENDO
Relatos de un secuestro ©
Fiction généraleEl amor y la felicidad fueron sustituidas por el miedo, el terror de no poder ser libre de nuevo. Ya su voluntad se esfumó como el aire expulsado de sus pulmones, así mismo como su mente, su cordura está a punto de morir. Todo cambió en pocas horas...