XVII

72 20 8
                                    

El recorrido al consultorio de Sora había significado una aventura para HyukJae, pues cuando él aún vivía, el espacio donde ella brindaba sus servicios era en un pequeño edificio cerca de Icheon. Pero en esta ocasión, DongHae se adentraba cada vez más en el centro de la ciudad hasta llegar al estacionamiento de un gran y hermoso edificio.

Antes de bajar del coche, los dos compartieron miradas llenas de preocupación, angustia y anhelo por el conocimiento que Sora pudiese brindarles para obtener así resultados satisfactorios.

Ambos hombres acordaron durante el camino que no se le diría nada muy relevante a Sora con respecto a HyukJae, DongHae sólo hablaría sobre sentir una conexión cada vez que leía sobre él en los expedientes o cuando iba a los escombros de lo que era su hogar hace diez años.

Con ese acuerdo en mente, los dos bajaron por fin del automóvil y se dirigieron hacia el consultorio de la terapeuta Lee.

Al llegar, DongHae confirmó su cita con quince minutos de anticipación y se acomodó en un asiento de la sala de espera mientras terminaba la consulta del paciente anterior. No esperó más que diez minutos cuando una puerta se abrió dejando ver a un paciente y detrás a Sora.

La recepcionista avisó al detective que podía entrar y fue en ese momento que la ansiedad albergó a HyukJae más fuerte de lo que había siquiera imaginado antes.

Sora estaba de pie acomodando unos oficios en su escritorio cuando DongHae cierra la puerta detrás de él y HyukJae. Entonces la mujer gira y, al estar frente a ellos, sus ojos comenzaron a nublarse hasta el punto que lágrimas empezaron a derramarse por sus mejillas.

De pronto, Sora busca el sofá con sus manos y al encontrarlo se sienta pesadamente en él y comienza a sollozar.

DongHae y HyukJae se miran mutuamente sin saber el motivo por el cuál la mujer parecía desolada.

El castaño tomó unas hojas de papel de una caja que tenía la terapeuta sobre una mesa de té cercana y se las tendió para que secara su rostro. Esperó unos momentos y cuando por fin se le vio controlada, exhaló con pequeños hipidos el aire en su pecho.

—Me disculpo por la escena, DongHae—Le dijo con la cara levemente inflamada y roja al hombre aún de pie frente a ella—Pero es que se siente como si él estuviera aquí—Confesó mientras limpiaba los fluidos provenientes de su nariz.

—¿Él?—Preguntó DongHae mirando con preocupación al fantasma que estaba a espaldas de la terapeuta.

—Mi... hermano—Contestó en un susurro antes de levantarse y acercarse para servir una taza de té.

Necesitaba calmarse.

—La primera vez que vino le dije que sentía cierta conexión entre usted y él—Le recordó al tiempo que vertía el líquido caliente en la taza de ceramica—Pero esta vez es diferente, es como si él estuviera presente.

Tomó la taza entre sus manos y se sentó en el sofá que momentos antes la había visto quebrarse en llanto.

DongHae estaba dudoso, quería decirle a la mujer que su hermano de verdad se encontraba ahí, pero no quería abrumarle aparte que no sabía si su amigo quisiera realmente que se lo dijera. Pero al voltear en dirección del pelinegro y conectar su mirada con la de él, pudo ver en su rostro una pequeña sonrisa acompañada de un asentimiento en afirmación.

Estaban pensando lo mismo.

DongHae se sienta al lado de ella y le comienza a relatar con voz suave la situación actual en la que se encontraba su hermano y él. Desde el momento en que se vieron por primera vez, hasta cómo se encontraron justo en ese consultorio ese día.

Sora escuchaba atentamente cada palabra sin sorprenderse terriblemente, asentía a cada acontecimiento que el detective le relataba y confiaba en que le estaba diciendo la verdad, pues ella lo sentía real.

Al terminar su relato, DongHae la observó y la notó tranquila, tal vez ya había sacado todo lo que sentía al inicio de la hora. Miró en dirección a HyukJae y se escuchó la voz suave de Sora en la habitación.

—No te preocupes hermanito, tú más que nadie sabe que todo tiene solución—Dijo con la cabeza en alto y una sonrisa en su rostro.

HyukJae articuló un silencioso "lo sé" que no hubo necesidad de decirlo en voz alta para que Sora sintiera su paz.

—¿Cuál crees que sea el motivo que mantiene a HyukJae aquí?—Preguntó DongHae.

—No lo sé—Confesó—Pero tengo una amiga que puede ser de ayuda, tiene un local de bisutería cerca de Icheon—Comentó mientras se levantaba y tomaba una hoja en blanco de su escritorio.

En el trozo de papel había escrito el nombre del lugar y la chica, así como la dirección y su número de teléfono personal para que le informaran si la habían podido contactar.

Tomó el pedazo de papel y lo dobló por la mitad para entregárselo a DongHae.

—Hyuk la conoce, ella es una amiga muy cercana desde mi infancia—Le informó—La conocerá en cuanto la vea. Creo que ella podría orientarles más que yo.

—Muchas gracias por tu ayuda—Le agradeció el detective—Lamento no habértelo dicho desde el inicio.

Sora negó con una sonrisa en su rostro y extendió su mano hacia él en forma de despedida.

—No te preocupes por eso, DongHae, tengo que agradecerte por confiar en mí. Además—Se acercó colocando una mano en el hombro del castaño—Me alegra saber que HyukJae sigue sabiendo lo que es el amor aún en su posición.

—Hasta muerto no dejas de avergonzarme—Bufó el fantasma que estaba a un lado de ella.

—No puedo verte, hermanito, pero hasta acá puedo sentir tu vergüenza y eso es paga suficiente—Dijo, ahora, una sonriente mujer.

DongHae los miraba a los dos notando la increíble similitud que había entre los hermanos, más ahora que los dos tenían una sonrisa de encías en sus rostros.

Y, aunque no entendiera el motivo cómplice de los hermanos, sabía que esa sonrisa la deseaba mantener todos los días en el rostro de aquel hombre.

Al manejar de regreso a su departamento, HyukJae le pidió a DongHae que condujera hacia los escombros pues no quería convertirse en una molestia para él. Pero claro que no le dijo aquello, se había justificando diciendo que extrañaba el lugar en donde había pasado los últimos diez años de su existencia y se sentía aturdido por lo sucedido, alegando necesitar tiempo para sí mismo.

Hecho que era parcialmente cierto.

Así que DongHae lo llevó de vuelta y se despidió de él con la promesa de verse para ir al local de la amiga de Sora.

Eran las casi las nueve de la noche y DongHae estaba ya en su departamento ordenando algo para cenar, no tenía ganas de cocinar en ese momento. Al terminar de pedir una orden de comida china para él solo como de costumbre, alargó su mano para tomar el abrigo que utilizó aquel día y sacar la hoja que Sora le había dado aquella tarde.

La abrió y leyó la dirección del lugar que se encontraba a sólo un par de cuadras de la estación, también guardó el número telefónico de la hermana de HyukJae para finalmente leer el nombre de la chica con la que acudirán próximamente en busca de respuestas: Choi Jinri.

«Caso Icheon» (AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora