5. Cuestión de negocios.

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-¿De qué negocios habla, maestro?-Justo en ese momento, nos trajeron la bebida, y aproveché para dar un largo trago, sin dejar de mirarlo.

-Querida, por cada alma que envías, tomamos poder, tú, y yo. Ese poder se traduce en muchas cosas, encanto. Lo has hecho muy bien.

-Gracias, señor.-Dije mirando a mí alrededor: todos miraban, me sentía muy incómoda.

-¿Qué sucede, cielo? ¿Te sientes incómoda?-sonrió apoyando su cara sobre sus dos manos.

-¿Por qué nos miran todos?-Pregunté levantando una ceja.

-Oh, encanto, verás, ¿Es que no llegaste a esa parte?

-¿Qué parte?

"Clonk!" otro bastonazo en plena cabeza. No tan fuerte como otras veces, pero me dio.

-¡Ay!-¿Porqué me da?-

-Eso me demuestra que no te aplicaste lo suficiente.

-Perdón Mr. Alastor, pero es que tuve que arreglar unas cosillas.-Dije frotándome la cabeza.

-Cielo, el vínculo entre maestro y alumna no es sólo beber sangre y matar...

Con un gesto sutil, hizo aparecer el libro, y me lo puso por delante.

-tercer párrafo.

-"el vínculo, se puede sellar de varias maneras, una de ellas es compartir lecho con el maestro en cuestión..."-Me quedé sin habla, me subieron los colores a la cara, y en mi cabeza se me metieron tantas cosas al mismo tiempo que me iba a volver loca, bebí todo el licor de un trago.

-¿Qué es esto, maestro, porqué no me dijo nada? ¿No irá usted a...?-Le dije pálida. La idea de acostarme con él, no me decepcionaba en absoluto, al contrario, su forma demoníaca me había encendido, pero lo mantenía en silencio.

-¡Jajaja, no encanto!-No es obligatorio, la verdad nuestro vínculo está más que afianzado-Dijo riéndose.

-¿Es por eso que nos miran todos?-Dije toda colorada.

-Exacto, encanto, creen que nos hemos acostado- Su sonrisa se torció. No me gustaba cuando hacía eso.

-Madre mía...-Dije llevándome las manos a la cara, me saqué las gafas por un momento, y lo vi en su forma humana: Era bello de ambas maneras, pero la otra forma me encantaba, tenía mucha personalidad.

-Te veo estresada, encanto, relájate, yo no obligo a nadie a hacer cosas que no quiere, además, eso no es necesario, como ya dije-Se encogió de hombros.-Es una estupidez compartir lecho, estropearía el vínculo que hemos creado, ¿No crees?

Me puse las gafas, bebí más seguido, y lo miré.

-Si, es verdad, no haría más que perjudicar.-Me recosté en aquel sofá.

-Pero vayamos al grano, mañana, acuérdate de que iré a comer allí, vamos a hablar más calmadamente, pero voy a dejar zanjado un asuntillo, cielo.

-¿Cuál?

-Debes tener cuidado con los demonios. Muchos, muy poderosos, vienen aquí, no te metas en ningún lío, podrían hacerte mucho daño, eres una novata, y hay entes muy poderosos.

-¿Por eso nos miran? ¿Usted es uno de ellos?

Me miró, fijamente, en silencio.

-Así es, vas a aprendiendo, cariño, una cosa, lindura.

-¿Sí?

No olvides cada cierto tiempo rendir pleitesía a tu maestro, no te olvides a quien debes todo. Cuando caces, la próxima vez, recuerda volver a poner tu seña. Me ha encantado el detalle de la sonrisa.

El Maestro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora