7. Férrea Égida

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Alastor salió de la tienda, y me recosté sobre la silla, bebiendo té.

-Eve, ¿Estás bien?

-Nada del otro mundo-Respondí sacándome las gafas y acariciándome las sienes.

-Sé que Alastor no fue correcto contigo, cariño, puede ser un tremendo cretino, pero no te lastimaría. Es su manera de pedirte disculpas, dale tiempo.

-Si, habrá que dar tiempo, no estamos acostumbrados ni él ni yo, a esto-Bebí té calmadamente.

-Date tiempo, querida, Alastor me habla mucho de lo que progresas, está muy contento.

Me sorprendió mucho eso, no sabía que mi maestro hablaba de mí a otra gente, sonreí.

-No sabía eso, yo no sé qué opinión le genero de puertas afuera, él me dice que voy bien, pero de buenas a primeras me da un bastonazo en la cabeza, no sé qué pensar con él es un enigma.

-Siempre fue así, cielo, con todos, sabes.

-Oye, Rosie, necesito un par de corbatas, y pajaritas, si no es molestia, sabes

-Cariño, ¡Todo lo que ves aquí, está a tu disposición!-Dijo mostrándome la tienda con un gesto de la mano.

-Bien, pues vayamos a hacer negocios-Me levanté y fui a la tienda, me mostró las mejores.

-Mira, ésta es de algodón egipcio, pruébatela, y ésta también, las pajaritas son nuevas aquí.

Me las probé y me miré al espejo.

-¡Oh cielos!, te quedan elegantes, pero mira, pruébate estas dos camisas, y estas botas de talle bajo, los tacones no te pegan, querida.-Me estaba llenando de ropa.

-Vamos Rosie, no es necesario.

-¡Cómo que no! Quiero que cuando la gente te vea, sepa que te vistes aquí, llévate también los guantes de cuero negros, ¡esta noche ve a por todas en el Avernus!

-Eso espero-Dije sonriente arreglándome la pajarita en el espejo, entraron unos chicos en el local.

-¡Hola Rosie! ¿Trajiste la mercancía?-Dijo uno de ellos, llevaba la camiseta de una banda, pulseras de pinchos, y botas militares.

-Claro, encanto, ahí tienes todos los accesorios.

-¡Estupendo!-Se dirigió a la estantería.

Noté que me miraban extrañados, Rosie, tenía de todo en la tienda, desde lo más elegante, sólo que esto último era para clientes selectos, como Alastor y yo.

-Rosie, me llevaré puesta la ropa, querida.

-Cielo, lo que tú te llevas puesto es calidad, sin duda.

-Gracias, eres muy amable, oye Rosie-Dije acercándome a ella. Fui discreta.

-Oye, una pregunta, ¿Qué le pasa a Mimzy con Alastor? Es que se le nota demasiado, y me mira mal a veces, sabes.

-¡Oh, es eso!- se recostó tomando té de su taza.

-Cielo, Alastor es un encanto, y un portento, Mimzy está enamorada de él, pero Alastor es inaccesible para nadie, y de repente aparece con una alumna bajo el brazo, ¿Entiendes?

-Oh, mierda- Me llevé la mano a la cara, deseando morirme.- ¿Enserio? Joder que nadie piense cosas raras, no he hecho nada con Alastor, es mi maestro. Joder, qué mal.

Rosie se rió suavemente en la silla.

-Cielo, es inevitable pensarlo, y menos con el juramento al salir de la zona privada, ¿Entiendes?

El Maestro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora