12. Orgullo y gozo

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La dejé durmiendo, en mi cama, era más grande, y ahí estaría más cómoda, la tapé, con la sábana cuidadosamente.

-pero esta es su cama, maestro...-Tímida como siempre.

-Cielo, ¿Ahora con remilgos? Anda, túmbate, necesitas dormir querida.

Se dispuso a dormir en bata, pero insistí en sacársela, pues aún tenía algunas heridas curándose y era delicado.

-Pero Mr. Alastor...-Se ruborizó, mirándome por encima del hombro.

-Cariño, tranquila, nunca te haría nada, además, necesitas dormir así, te curarás antes, querida- Dije con sorna, divertido.

Era obvio, que lo vivido, el castigo había mermado su confianza en mí, estaba cohibida, tímida, y se veía débil, por eso tenía reparos en mostrarse ante mí. Era la chica más dulce, que había visto, en comparación con las repugnantes del infierno. La tapé, con cuidado.

-Descansa, voy a por tu camisa, cielo, hasta pronto. Sombra, cuida de Eve, Vic, vigila la casa.

Sombra trepó de un salto a la cama, y cerré la puerta, acomodé mi pajarita, y aparecí en la tienda de Rosie.

- ¡Oh, Alastor! ¿Qué te trae por aquí?

-Hola querida, vengo, a por la camisa de Eve.

- ¿Qué le sucede, está indispuesta? Me dijeron que tuviste un problema en el limbo- Dijo preocupada.

-Oh, las noticias vuelan, no te preocupes, cariño. Sólo fue un arrebato de nuestra querida Eve, tuve que corregirla. Soy su mentor, no lo olvides.

- ¿¿Qué le has hecho??- Se levantó asustada, creí que iba a darle un ataque.

-Absolutamente nada, cielo, calma, Rosie- Respondí acomodándome las gafas-Dije que no la lastimaría y lo cumpliré a rajatabla, soy un caballero.

-Alastor, dime qué ha pasado exactamente con Eve.

Hice aparecer una silla, y me senté junto a ella.

-Pues verás, un ángel quiso hablarle, y ella le respondió tajantemente, la verdad no dudó en despacharlo.

Rosie se quedó en blanco, sorprendida.

- ¿Enserio? Esa chica no teme a nada, por lo que veo, ¿Y después?

Tuve que corregirla, me la llevé de ahí, le dije que no hablara, varias veces, y no me hizo caso. Por eso me la llevé de ahí.

- ¿Y cuál es la razón por la que no está hoy aquí? -Demonios, sí que es intuitiva.

-Pues, iba a aplicarle el correctivo, pero ella misma lo hizo.

Rosie se echó atrás, sus ojos se abrieron, y me miró con una expresión de asombro.

- ¿Cuál correctivo, Alastor? ¿Es el que creo que es?

-Ajá. No pensaba en lastimarla, sólo unos azotes en el trasero, lo juro, y ella me quitó de la mano el látigo y se lo aplicó ella misma.

Rosie se apoyó en la mesa, se llevó la mano a la cara, descompuesta, sin poder creerlo, estaba conmocionada.

- ¿Y qué se ha hecho? Alastor, dime que está bien, por favor-La preocupación se le marcaba en el rostro.

-Tranquila, se hizo un destrozo por la espalda, no paraba de azotarse, me impresionó su fortaleza, pero está bien, sólo que le quedarán marcas en la espalda.

-Por el fuego del infierno... ¿¿Qué se ha hecho?? ¿¿Y no le dolía??

-Eso es lo que me turba, Rosie, si no llego a pararla, hubiera seguido, tiene una fuerza vital desmesurada, y lo mejor es que tiene las heridas casi curadas, no imaginas, lo rápido que se regenera, cuando la paré la tuve que curar y coser, la he dejado durmiendo.

El Maestro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora