Encrucijada

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Lucifer bebió complacido, y me puso la copa para brindar.

-Por tu nueva vida, Evelyn.

-Por mi rey- Dije sonriente.

Me senté en mi asiento, y me relajé, me dolía la cabeza.

-Ufff- resoplé.

- ¿Qué te pasa? - Dijo divertido

-Tengo un dolor de cabeza tremendo.

-No me extraña, la sala de cerbero tiene una atmósfera agobiante, tómate el resto del día libre, ve a ver a la reina. Quiere hablar contigo, debes refinar tus modales de vista a la cena, y...-Se oyó un maullido.

Lucifer abrió la puerta, y tomó a sombrita, en brazos,

- ¡hola, pequeña! ¿Vienes a ver a Evelyn? - La acariciaba, Sombra se dejaba acariciar y ronroneaba.

- ¡Qué golfa que eres, pequeña! - Lucifer se reía, y me la pasó.

- ¿Qué tal, mi niña? - Sombrita jugaba conmigo, hacía tiempo que no me ponía con ella.

- "miau"- respondía a mis caricias, era una traviesa.

-Bien, Evelyn, vete, y ponte al día con la reina. Deja a Sombra conmigo, ya no es asunto de Alastor.

-Sin duda, agradezco el gesto. Muchas gracias, majestad.

Me disponía a irme, pero Lucifer me llamó.

-Evelyn.

- ¿Majestad? - Dije girándome.

- Dime, ¿Qué crees que Alastor esté con mi hija? ¿Cómo era contigo?

Respiré hondo, y me llevé la mano a la nuca.

-Verá, alteza, aparte del tema de haberme dejado estéril, y lo de Charlie, pues, no es mal tipo, es un galán, y un caballero, no creo que se pase con Charlie, porque será lo último que haga, de eso estoy segura. A mí me compraba de todo, no me faltaba de nada cuando era su aprendiz, me dio la identidad que tengo ahora, majestad. Y pondrá algo de equilibrio en Charlie.

-Me parece estupendo, pequeña, ahora, retírate.

-Majestad- me incliné y me fui, Sombra me seguía, a pesar de la insistencia de Lucifer, vino conmigo.

-Bueno, ve con tu mamá, pequeña fierecilla, ¡Ja, ja, ja!

Fui al salón de té, donde me esperaba la reina.

-Majestad, ¿Me habéis reclamado?

-Siéntate, Evy.

Me senté donde me dijo.

-Vuélvete a levantar- Me dijo con voz imperante.

Así lo hice, me quedé de pie, esperando sus instrucciones.

-Bien. Ahora, ponte firme, hombres rectos, y manos delante.

- ¿Así?

-Estupendo, ahora, sin encorvarte, siéntate, y espera a que un siervo, te ponga la silla.

Así lo hice, y me acomodaron en la silla.

-Estupendo. ¿Qué viene ahora, Evelyn?

-No tengo ni idea, majestad.

-Ahora, toma la taza de té que te están sirviendo, levantando el meñique, y sujeta con delicadeza el plato...con cuidado, no tires nada, está muy mal visto.

-Como pude, levanté la taza tal como me dijo, y me miró.

-No tiembles, querida, pareces un flan- Dijo con sorna.

El Maestro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora