ii. el regreso de dos almas

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DOLOR SIN FIN,
capitulo dos: el regreso de dos almas!


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          CHARLOTTE ESPERÓ AL MENOS UNOS TREINTA SEGUNDOS PARA QUE LAS LUCES SE ENCENDIERAN CON LA ENERGÍA QUE TENÍAN DE RESERVA, pero ni siquiera eso ocurrió y la cantidad de pies que pasaron por al lado del pasillo del baño era demasiado evidente para hacer más real a la situación. Ella logró acostumbrarse a dicha oscuridad, pero lo que más le alarmó de la situación fue que las luces no volvieron a encenderse y eso suponía problemas. Si la Casa Blanca no tenía electricidad, eso podía permitir el pase no deseado de algo o alguien y sería un ataque bien orquestado. Charlotte buscó su arma, la cual descansaba en el cinturón que era escondido por la chaqueta del traje que ella llevaba. Sus tacones se mantuvieron firmes en el suelo y sus rodillas no flaquearon cuando ella le quitó el seguro al arma. El agente que estaba custodiando el pasillo del barrio le dijo que no saliera y ella accedió sin dar más rodeos, su mano izquierda en el comunicador que tenía en el oído — buscando para comunicarse con su equipo.

          —Equipo, aquí Faye.

          —¿Cómo va todo?—le preguntó Samuel.

          —Mal, muy mal—señaló ella—. Alguien le quitó energía eléctrica a la Casa Blanca.

          —Los generadores de emergencia no funcionan, ¿verdad?—insistió el muchacho de piel morena—. Vamos en camino. ¿El presidente ya te vio?

          —No, estoy escondida en el baño. No pude verlo aún.

          —No me jodas, Charlotte—se quejó Marion soltando un gruñido—. ¿Es en serio?

          —¡Lo siento!¡Me puse nerviosa!

          —¿La capitana está con el presidente en este momento?—preguntó Rita.

          —Sí, está en el Despacho Oval con él—asintió ella antes de salir del baño—. ¿En cuánto pueden estar aquí?

          La voz de Kiya se hizo notar en la transmisión—Unos quince minutos a más tardar, mucho cuidado.

          Charlotte se puso al costado de una pared, cubriéndose ante la presencia de varios agentes paseando por los pasillos, revisando que todos estuviesen bien. Un hombre de al menos unos veinticinco años pasó justo por al lado de Charlotte, vistiendo un traje como el reglamentario y tomando una linterna en mano para iluminar el camino. La pelirroja se asomó un poco, observando que la única fuente de luz eran simplemente unas linternas y no la energía de reserva — lo cual eso llevaría a todos los miembros del Servicio Secreto a generar un perímetro y así cerrar todas las entradas hasta controlar la situación.

          —¡Mantengan la calma!—dijo el muchacho pasando junto a otro hombre de unos centímetros más alto que él—. Vuelvan a sus oficinas, cierren las puertas y esperen.

NOIRE ━━ Leon S. Kennedy ²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora