Capítulo 18

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Samay

Ha pasado más de una semana desde lo que pasó en la cabaña, y todo ha sido más tranquilo de lo que ya me había acostumbrado a vivir en la universidad, además nadie notó mi ausencia a excepto de los profesores que en cuanto llegué me hicieron realizar exámenes como una loca, por suerte había estudiado en casi toda mi ausencia. También tengo un nuevo amigo llamado Vernon o al menos así dijo que se llamaba.

Ahora mismo tengo muchísima hambre, así que voy directamente al casino en busca de comida, pero al entrar escucho que alguien me llama a lo lejos.

¡Samay por aquí! — dirijo mi vista al lugar donde proviene la voz y veo a Vernon moviendo sus manos de forma divertida, de inmediato voy hacia él, pero alguien me detiene.

No creí que podrías llegar a tener amigos, conejito, eres molesta... — habla una voz a mi espalda, me doy vuelta mirándolo con sorpresa. Belia tiene una sonrisa en sus labios que no llega hasta sus ojos. No lo había visto desde lo que sucedió en la cabaña y lo último que supe de él fue lo que me dijo José.

—José...— hable con nerviosismo, jugueteando con mis manos—¿Sabes si Belia está bien? No lo he visto desde la cabaña, ya sabes...

—Él es un demonio, nunca estará bien— me mira directamente a los ojos, y me sonrío, mostrando cierta tristeza en sus ojos.

—Sam, ¿pasa algo? — habla Vernon, acercándose a nosotros, con cara de preocupación.

—No pasa nada, ¿Puedo comer con ustedes? —habla Belia antes que yo lo pueda hacer, este le sonríe a Vernon de una manera muy falsa, mirándolo directamente a los ojos.

—Donde comen dos, comen tres, amigo— Vernon no parece percatarse de lo falsa que fue esa sonrisa y lo mira con el rostro lleno de alegría, para darse la vuelta e ir a la mesa donde estaba antes.

—Vamos Sam... — demonio me susurra con burla, siguiendo los pasos de Vernon a la mesa.

Belia

El amigo fastidioso de conejito parece no darse cuenta de lo nerviosa y tensa que esta ella, ya que este no para de hablar de lo lindo que es el estúpido día y de lo bien que se la pasará el fin de semana con su familia en un maldito hotel.

—En fin..., ¿Qué vas a comer Sam? —joder..., que molesto es— ¡Espera! — hace un movimiento con sus manos, y Samay lo mira con sorpresa—. Adivino..., un jugo de naranja y una ensalada de fideos. —conejito le sonríe y asiente con la cabeza.

—Y... ¿Tú?

—Un jugo de naranja—le respondo mirando a conejito, ella solo mira sus manos con nerviosismo.

—Bien..., vuelvo en un momento— termina su frase y se levanta para ir en busca de la comida, dejándome solo con conejito.

—Joder tu amigo sonríe mas que un payaso, que molesto.

—Es..., es divertido—habla jugando con sus manos y mirándolas, está nerviosa.

—Claro Sam—hablo poniendo mi voz aguda lo que hace que ella sonría.

—No te burles—habla con una sonrisa en su rostro.

—No lo hago conejito.

—El apodo que me pusiste tampoco es el mejor—habla con timidez y levanta de apoco su mirada, en sus ojos puedo ver que está feliz.

—Me ofendes conejito, mis apodos son los mejores.

—Es feo...

—Claro que no, es el mejor— La miro y le guiño el ojo, provocando que ella se sonroje.

—Gracias...—la miro desentendido.

—¿Por qué?

—Por cuidarme..., aunque fuiste un poco grosero conmigo—joder..., conejito me mira esperando alguna reacción de mi parte, yo solo la miro y asiento con la cabeza.

Antes de que pueda decir algo respecto a todo lo que paso en la cabaña, llega el estúpido amigo de conejito, el cual parece un estúpido lagarto por sus ojos saltones y lo delgado que esta.

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