Samay
Me duele todo el cuerpo y la luz es muy molesta. Abro mis ojos y de inmediato me doy cuenta de que no estoy en mi habitación, sino en un lugar completamente desconocido. Intento levantarme para poder irme, pero el dolor es insoportable, lo cual logra sacar un quejido de mi boca, segundos después la puerta se abre con fuerza y ver quien es, el temor creció en mi...
¿Estas bien conejito? — veo como se acerca agachándose a mi altura —. Necesito revisarte, no tengo ninguna idea si lo que hice anoche estuvo bien y no quiero que te mueras por alguna infección causada por mi culpa —no le respondo solo lo miro, esperando algo que me confirme que dice la verdad—. Prometo no lastimarte conejito... — cierro mis ojos apretándolos con fuerza esperando que desaparezca al abrirlos, pero no lo hace.
—Lo prometiste...
El me quita las mantas que cubren mi cuerpo, yo rápidamente sin pensarlo intento cubrirme con mis manos y encogiendo mis piernas, abro mis ojos muy sorprendida, pero al hacer esto, me arrepiento de inmediato, me he movido muy rápido haciendo que un fuerte dolor me atravesara sacando un fuerte quejido de mis labios.
—¡Mierda conejito! — el me atrae despacio hacia el y al hacerlo yo me agarró de sus brazos con fuerza.
El ya a revisado casi todo mi cuerpo incluida mi cara y yo me encuentro roja como un tomate nadie nunca me había visto en ropa interior y tampoco tocado minuciosamente como lo hace el al revisar y limpiar algunas heridas.
—Pareces un jodido tomate. No te are nada conejito...—habla sin mirarme y con una sonrisa en su rostro, terminando de limpiar las heridas que faltaban.
De la nada llego a mi mente lo que paso, yo solo camino, después todo se fue a negro y ahora estaba aquí con el...
—¿Qué paso anoche? Yo caminaba... — esa pregunta sale de mi boca sin siquiera haberla pesado. Lo miro y el parece no haberme prestado atención.
—Y... termine. Te traeré una polera y un bóxer para que te cambies no tengo nada más que prestarte, cuando vuelva te ayudare a ir al baño de seguro tienes necesidades que hacer—el sale por la puerta y yo los sigo con la mirada, después de un rato aparece pero sin nada en su manos— Esta todo listo en el baño, te llevare ya que no puedes caminar— el me levanta de la cama con el mayor cuidado posible dirigiéndose al baño sentándome en un taburete al lado del lava manos —¿Quieres orinar o ca.. — lo detengo antes de que termine su oración.
—¡No! — me pongo roja de inmediato y el me da una sonrisa de lado.
—Esta el lava manos lleno de agua y también tienes un paño al lado y una toalla, para que puedas lavaste— él se da la vuelta para irse, pero antes de retirarse por completo habla—No te mojes las heridas.
—Ya losé— digo en susurro con la mirada baja puesta en mis manos.
—Eres estúpida, no creo que lo supieras— dice retirándose.
Ya terminé de asearme como he podido y me he puesto las cosas que el dejo para mí, estoy esperando que vuelva hace ya un buen tiempo pensando en cómo pude terminar aquí con él.
—Vamos— me sobresalto al escuchar su voz y el solo me mira sin ninguna expresión.
—¿Por qué estoy aquí? — ahora me mira con total molestia y responde.
—Te encontré tirada en la carretera. Te atropellaron y te traje conmigo—lo miro y parece que habla enserio y muy seguro de lo que dice, pero no le creo y se lo hago saber.
—No te creo.
—No lo hagas. Ahora vamos a desayunar no has comido nada y yo tampoco— habla acercándose y tomándome en brazos llevándome a la cocina donde me sienta en una silla junto a una mesa donde hay tostadas demasiado quemadas y un té con espuma blanca, realmente se ve asqueroso.
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sueños
Chick-Litla vida de Samay siempre a sido un debate entre lo que es la vida real y los sueños, según sus padres ella solía confundir estas dos, pero ella estaba casi segura de que no era así, el problema era el casi y el no tener a nadie quien le dijera que e...