Capítulo 3

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Samay
Ha sido un día mejor de lo que creí. El profesor nos ha dado un mapa de la universidad, ya que según su experiencia el primer día no suele haber la misma cantidad de alumnos en los horarios del día, porque la mayoría se pierde tratando de encontrar la clase, o al menos el prefiere pensarlo de esa manera, pero gracias a esto pude llegar a todas mis clases sin ningún problema.
Son las siente de la tarde y había terminado de ordenar mi lado del cuarto en la residencia, mis tareas, adelantar materia y obviamente mis clases, así que solo me siento en la ventana a mirar el hermoso jardín de la universidad.
Son casi las nueve de la noche y muero de hambre, así que sin más que pensar me levanto de mi lugar en busca de comida en el casino de la universidad.
En estos momentos me encuentro sentada comiéndome una naranja, este lugar da realmente miedo, cuando no hay gente estoy literalmente sola con la señora de la cocina la cual está guardando las cosas para irse.
—¿Eres nueva pequeña? — me tenso al escuchar su voz de la nada—Perdón si te he asustado.
—Si, soy nueva— respondo levemente sonrojada.
—Ya se me hacía raro que alguien viniera a esta hora a comer, todos saben que a esta hora ya no hay nadie aquí, eres realmente afortunada de que siguiera aquí arreglando las mesas. Creo que el primer día es donde más desordenado dejan el casino estos jóvenes.
—Disculpe..., la ayudo de inmediato—me acabo de percatar de lo mal educada que soy y me levanto de inmediato para ayudarla con las ultimas mesas que quedan, la señora se niega en un principio, pero después de insistir que no me molestaba ayudar, acepta. Ha medida que las ordenamos ella me conversa alegremente.
—Muchas gracias jovencita, mis palabras sobre el horario no fueron para decirte descortés, ni nada que se le parezca, perdón si te di a entender eso.
—Oh, no se preocupe, fue un gusto ayudarla—respondo de manera tímida y ella mira su reloj colocando cara de sorpresa.
—Ya son las once de la noche, creo que se debía ir, a estas horas ya no queda nadie por la universidad afuera de sus habitaciones — con eso nos despedimos y antes de salir del casino habla deteniendo mi salida— espera, ¿por qué no mañana vienes a las ocho junto cuando cierre? compartimos una rica naranja. Note que te gustan mucho, además me agrada mucho tu compañía y a esta vieja le hace falta una— asiento alegremente a su pregunta.

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