interludio

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—¿Por qué pasas tanto tiempo en la biblioteca?

    Porque allí puedo verla...

—Me gusta dormir allí, es más silencioso y cómodo—murmura sonriente mientras se acerca a ella, quién está recostada por la pared y esperándolo con ansias.

—¿Ah, sí? Qué chico malo eres, Len—se burla mientras lo toma del cuello de su chaleco.

—Hmm, todo sea por agradar a mi senpai...

—Uff, ni me recuerdes que estoy en último año ahora, es casi triste—dice con una mueca mientras se apoya contra la pared y Len la acorrala entre sus brazos, enjaulandola. 

—Tranquila, prometo cuidar de tu lugar el año siguiente—susurra mientras que con su mano mueve su cabello oscuro tras su hombro, para tener más acceso a su apetitoso cuello.

—El tiempo pasa tan rápido—Zunko parece lamentarse y él la mira levemente, con una ceja enarcada, confundido por la nostalgia y melancolía de su acompañante.

—¿Eso crees?

—Sí, voy a extrañar todo ésto cuando esté en la universidad—asegura con una sonrisa medio triste y unos ojos casi apagados, a Len no le gusta, así que solo se acerca a su cuello expuesto e incrusta sus colmillos.

   Mientras succiona su sangre puede escuchar unos pasos conocidos y familiares acercarse por el pasillo, y resultaba casi aterrador la forma en que sabe que se trata de ella. ¿Cómo siquiera él conoce sus pasos? ¿Cómo siquiera sabe el peso que pone al caminar, la forma del sonido que hacen la suela de sus zapatos cuando entraban en contacto con el piso? Pero él lo sabía mejor, la señorita perfecta siempre caminaba así.

    Como si fuera una princesa agraciada.

    Le gusta, y eso lo enoja, por eso no se detiene cuando la escucha aminorar sus pasos cerca del salón de depósitos, dónde casi puede sentir como su aroma se filtra bajo la puerta y le hace cosquillas a su nariz. Él se aleja lentamente del cuello de Zunko, desenganchando sus colmillos al mismo tiempo que puede escucharla detenerse al otro lado de la puerta y con algo de dificultad abrirla. Len se gira y la contempla casi sin aliento.

    Ella era hermosa... aunque, no, ahora que sus mejillas han adquirido algo de rubor debido a la vergüenza era incluso más hermosa.

—Lo... ¡Lo lamento!—Chilla con el rostro abochornado antes de cerrar la puerta abruptamente. Len se ríe mientras Zunko se aleja, saliendo de su bruma de placer para fruncir su ceño y mirar hacia la puerta casi con fastidio.

—Es bonita cuando tiene otra expresión que no sea la de seriedad—admite en voz alta, siendo mirado con unos fríos y calculadores ojos mieles.

—Ni pienses en acercarte a ella, Len—advierte mientras se abotona los primeros dos botones de su camisa blanca y acomoda su chaqueta.

—Aw, ¿por qué no?

—¿Qué diría Anon o Kanon?

    Él se congela ante la mención de sus hermanas y tensa su mandíbula, mirando a Zunko con el ceño fruncido. De todos modos, ¿quién era ella para decirle que hacer?

—Son mi familia, lo entenderían—declara mientras la pelinegra le mira con ojos burlones.

—Aún así, yo que tú no me arriesgaría por una niña bonita—se mofa mientras se arregla su cabello y camina hacia la puerta.

    Len convierte sus manos en puños mientras observa a Zunko alejarse.

—Ella es más que eso, ¿sabes? 

—Como sea, me voy, el ambiente ha sido arruinado—declara en un suspiro mientras le mira sobre su hombro—. Ah, y yo que tú me limpiaría la barbilla, se te ha derramado algo de mi sangre, cariño.

    Cuando se va Len gruñe levemente mientras limpia la comisura de sus labios, aún algo molesto.

—Ella es más que una niña bonita...

the idea of you | rilenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora