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—¡Cuidado con el poste!
Taehyun, quien estaba concentrado jugando en su celular mientras caminaba, se exhaltó al escuchar el repentino grito de Minju. De igual forma, no reaccionó lo suficientemente rápido y terminó dándose de frente contra el poste de luz que había en el camino.
Mientras cinco de ellos se reían de su desgracia, la pelinegra se apresuró a acercarse y revisar su rostro. Lo tomó cuidadosamente de las mejillas y recorrió su rostro con la vista asegurándose de que no tuviera ninguna herida.
—Ahora me quiero golpear con un poste —susurró el castaño.
—No seas ridículo —Beomgyu miró a Yeonjun, quien le sonreía burlón. Apartó la vista notablemente avergonzado.
—¿Estás bien? ¿Te hiciste daño? —al ver a Taehyun negar con una sonrisa apenada, se relajó. No había más que un pequeño rasguño en su frente, nada grave.
—¡Por eso Minju noona es mi favorita! ¡Ella no se ríe de mí! —les mostró la lengua y la pelinegra rió viendo las caras divertidas de los demás.
Habían decidido salir en conjunto para despejarse y relajarse un poco. Los exámenes finales habían acabado y todos sentían que ya tenían un peso menos en sus espaldas.
Ya no verían a más alumnos estresados, estudiando a última hora y copiándole al de al lado.
Minju se sentía mejor consigo misma al obtener los resultados que esperaba. Después de aquel día en que su mamá le había regañado por estar sacando malas notas se prometió esforzarse más, quedándose a estudiar hasta altas horas de la noche durante más de una semana. Sabía que su madre estaba al tanto de las calificaciones que obtuvo, los profesores entregaron los informes a todos los padres.
Aún así, la mujer le pedía que se esforzara más y más, porque nunca era suficiente para ella. La pelinegra había empezado a pensar en no escuchar lo que dice su madre. ¿Para qué seguir escuchando palabras que simplemente la quieren hundir en sufrimiento?
Sí, es su madre después de todo, le duele que la trate de mala manera, pero no se puede rogar por cariño. Su mamá no la quería, y aunque le doliera aceptarlo, era la realidad. Por más que ella lo quisiera, no lograría tener el afecto de su progenitora. La mamá de Minju era demasiado fría, a veces la menor pensaba que no tenía sentimientos.
Sacudió su cabeza intentando alejar los pensamientos sobre su madre. No era momento de pensar en ella.
—No tienes idea de lo mucho que me alegra salir por fin de clases. Las matemáticas me tenían aburrido —suspiró el más alto del grupo dirigiéndose a Minju.
—Las matemáticas no son tan malas...
—Eso es porque tu no suspendiste la asignatura —se cruzó de brazos y la pelinegra rió dándole la razón.
