- ¡Vega! – Jade tocaba mi puerta.
Sólo entonces me di cuenta que me había quedado dormida hasta muy tarde.
- Ya voy... - De mala gana caminé y abrí.
- Te ves horrenda, necesitas un baño – Entró a mi habitación sin preguntar y se recargó en el escritorio.
- Aja... ¿Y viniste hasta aquí para decirme eso? –
- No, vine para que vayamos a la sala de maestros que dijo Sikowitz ayer –
- Que detalle, a estas alturas creí que ya habrías ido y acabado con toda la comida tú sola –
- Como sea... Arréglate o algo... Pronto – Se quedó ahí.
- ¿Y te vas a quedar a mirar o...? –
- ¿Te da pena? – Se burló
- Me asearé en el baño – Sonreí con cortesía y salí de ahí con mis cosas.
Jade no me dejó en paz, me seguía y fastidiaba todo el rato. Eso era señal de que estaba de muy buen humor al parecer.
- ¡Dios! Una tortuga sería más rápida que tú – Se quejó desde fuera.
- Ya estoy – Salí.
- Bien, tengo hambre –
Caminamos hasta donde nos había indicado Sikowitz e hicimos lo que dijo. Efectivamente, el espejo era plegable y había una puerta detrás.
- El loco no mentía – Dijo Jade, observando la puerta con satisfacción.
Cuando entramos, podría apostar que nuestras pupilas se dilataron ante el lugar tan prometedor. Todo estaba acomodado, en la nevera y estantes había una variedad impresionante de comida distinta a lo que había en las máquinas.
- Por favor pellízcame – Dije ingenuamente, dejándome llevar por la maravilla que era ese lugar.
Jade lo hizo.
- ¡Era un decir! – Me quejé, frotando mi brazo.
- ¡Mira todo esto! – Se acercó a la nevera.
Era alucinante, más que una sala de maestros parecía la cocina del apartamento de un soltero adinerado. Tal vez faltaba entretenimiento, pero hablando de comida, era suficiente para toda la cuarentena.
El problema apareció cuando abrí uno de los gabinetes en la alacena. Una extraña alarma comenzó a sonar por todo el lugar y varios clics se escucharon en todas las puertas, incluyendo aquella por donde habíamos entrado.
- ¿¡Qué hiciste!? – Preguntó Jade, cubriéndose los oídos para minimizar el sonido molesto de la alarma.
- ¡Nada! ¡Sólo abrí la alacena! –
La alarma se detuvo luego de unos segundos, pero al verificar, todas las puertas estaban aseguradas. No podíamos salir.
- Bravo, Tori – Dijo Jade tratando de abrir a como diera lugar la puerta – Nos encerraste –
- ¡Sólo intenté abrir la alacena! –
- Llama a Sikowitz –
Así lo hice, inicié una videollamada con nuestro profesor. Tardó en atender, pero finalmente su rostro apareció en la pantalla.
- ¿Mamá? Escucha... Necesito ayuda, no sé cómo pero estoy en... – Preguntó él – Oh... Son ustedes –
- Si... Hola – Dije yo intentando reconocer el fondo – Tenemos una situación aquí... Nosotras... -
- Tori metió la pata y ahora estamos encerradas en la sala de maestros – Interrumpió Jade.
- ¡Sólo traté de abrir la alacena! – Repetí por milésima vez.
- Ya veo... Activaron la alarma – Dijo él.
- Si ¿Cómo salimos de aquí? –
- No podrán... La alarma sólo puede desactivarse desde adentro mediante la huella digital de cualquiera de los profesores, es a prueba de curiosos –
- ¿Entonces nos quedaremos atrapadas aquí hasta morir? – Preguntó Jade.
- Mmm no... El seguro se desactivará por sí sólo entre 24 y 72 horas –
Jade soltó un gruñido y se dejó caer en el sofá.
- Sikowitz, el guardia de la entrada dijo... Oh, hola chicas – Apareció Robbie en la toma.
- Espera... ¿Robbie? – Pregunté - ¿Están arrestados? –
- Si... - Dijo Sikowitz no muy orgulloso – Si van a suplantar a un oficial de policía, consigan una identificación falsa – Aconsejó.
- De acuerdo... ¿Estás seguro que no hay otra forma de salir de aquí? – Pregunté
- No... Y no sirve de nada que Jade golpee con ese martillo el sensor –
Me di la vuelta y, en efecto, Jade estaba a punto de destruir el aparato.
- ¡No! – Lancé mi celular y corrí a detenerla.
- ¡No voy a pasar 72 horas aquí contigo! – Forcejeaba
- ¡Ya oíste a Sikowitz, no servirá de nada! –
Peleamos un poco, hasta que ella se rindió y soltó la herramienta que me aseguré de apartar lo más posible de sus manos.
- La mantendré bajo control... - Tomé mi teléfono de vuelta.
- De acuerdo – Respondió Sikowitz – Si hablas con mi madre, dile que estoy en una situación... - Se acercó con evidente desesperación.
- Nos vemos – Me despedí y bloqueé la pantalla.
Miré a Jade, quien ya no parecía tan de buen humor, sentada en el sofá con los brazos cruzados.
- Vamos... No es tan malo, tenemos comida y podemos hablar para entretenernos –
- O podría atarte y torturarte para entretenerme –
- ¿Hay alguna fantasía en la que no me ates para causarme daños? –
- ¿Dime cómo planeas comer la comida si todas las puertas están bloqueadas? – Preguntó.
- Tenemos el martillo –
- ¿Puedo romper tus huesos con él? –
La observé con el ceño fruncido.
- No... Pero puedes romper las puertas para sacar la comida –
En cuestión de minutos, Jade había forzado todas las cerraduras, excepto la de la entrada. Esa parecía estar muy bien asegurada.
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Holi
¿Ya mencioné que lxs amo y a sus comentarios?
Me encanta que les esté gustando la historia, me estoy esforzando mucho por ser constante con la escritura y me motivan mucho sus opiniones.
En fin, esto no tiene que ver con la historia, pero les cuento que en un par de días cumplo meses con mi bella chica (Porque además de ser una esclava de los fanfics, también tengo vida o algo así) y pues le he estado preparando un librito tipo Story Book con nuestros mejores momentos desde que nos conocimos (Ilustrado por mí y todo el show).
Y pues nada, me emociona ver su carita preciosa cuando abra mi regalito. Es en plan, ella me escribe un montón de cartitas... Pues yo le escribí un libro BAM!
Y nada, les deseo todo lo bello del mundo. Nos leemos pronto.
- Luna R.
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CUARENTENA - JORI
FanfictionTori's POV No hay mucho que explicar, Jade y yo teníamos que ensayar para una obra y decidimos hacerlo en la escuela un sábado por la tarde. El destino nos odia tanto que en ese preciso momento el gobierno declaró un estado de cuarentena. Nadie pod...