Día 13

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Había aprovechado el día escribiendo un guion que tenía en mente desde hacía algún tiempo. Era sobre un niño que crece escuchando voces extrañas, el ambiente familiar y social lo lleva a una situación en la que, esas voces, son la única compañía con la que cuenta.

Cuando el pequeño crece, las voces están tan aferradas a él que ahora puede controlarlas y hacer que conviertan las palabras en acciones. Al final, en una lucha interna por decidir si utilizar esos poderes para el bien o para el mal, las voces encuentran sus cuerpos y terminan matando al tipo.

En fin... Vi a Tori durante el desayuno y ya no volví a saber de ella. No volví a saber de nadie, en realidad.

Cuando revisé mi teléfono, había algunos mensajes, pero ninguno de Beck.

Si él quería continuar con esta guerra infantil, yo no iba a rendirme tampoco.

Era muy temprano como para dormir, así que decidí ver una película, pero antes de siquiera poder elegirla, un frío extraño comenzó a sentirse por toda la habitación.

Un frío digno de invierno, era de verdad poco usual. Me acerqué al termostato y vi que la temperatura marcaba entre los 3 y 4 grados

- ¿Qué demonios? – Intenté subirla, pero nada pasó. - ¡Genial! –

Salí del aula y me di cuenta que toda la escuela estaba en las mismas condiciones.

Me apresuré hasta el vestuario y elegí un suéter lo suficientemente abrigador como para evitar un resfriado. Nadie necesita un resfriado a mitad de una cuarentena.

- ¡Tori! – Golpeé la puerta varias veces.

Iba a entrar sin preguntar, pero después de lo que averigüé en día anterior, prefiero no arriesgarme a ver o escuchar algo que no quiero.

Ella abrió la puerta, con una expresión friolenta.

- Si, ya me di cuenta... - Dijo ella, como si lo primero que yo fuera a preguntar es; si ya notó que estamos a nada de ver pingüinos recorriendo los pasillos.

- Llama a Sikowitz – Entré sin preguntar – Pregúntale por qué demonios no podemos mover la temperatura en el termostato –

- Tú también tienes teléfono ¿Sabes? – Dijo de mala gana buscando entre sus contactos.

- ¡Tori! Qué alegría me da ver tu rostro – Saludó el hombre en cuanto apareció en la pantalla.

- Hola, Sikowitz ¿Cómo estás? – Preguntó Tori y yo bufé por su innecesaria conversación casual.

- Oh... Ya sabes, estar aquí es... Un verdadero infierno – Se acercó para que no pudieran escucharlo – La mayoría de estas personas han cometido crímenes reales –

- Vaya... Lamento escuchar eso –

- Si, bueno, no es la primera vez... Veo mí aula de fondo, significa que ya salieron de la sala de maestros –

- Si, la puerta se desbloqueó – Dijo Tori mientras yo moría de aburrimiento y de frío

- ¿Jade está contigo? –

- Si – Me miró

- ¿Y está vestida? –

Suspiré y arrebaté el teléfono de los dedos huesudos y congelados de Tori.

- A ver, demente... Estamos a tres grados y no podemos mover el termostato ¿Por qué? –

- Ohhhh así que ya les pasó – Dijo él

- ¿Pasar qué? – Preguntó Tori a mi lado, intentando abrazarse a mi antebrazo mientras temblaba.

- Hazte a un lado – Me quejé

CUARENTENA - JORIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora