El libro azul

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Sherlock era un poco territorial, desde muy pequeño a decir verdad, solo que el jamás se dio cuenta. Después de ver a John con aquella chica coqueta en el café no pudo evitar dejar de pensar ¿Por qué se sentía así? ¿Acaso esta creciente ira era lo que llamaban celos? No podía ser eso, después de todo quería poner distancia entre el y el rubio, esto sería una oportunidad para que el mayor se alejase y ahorrarse todo lo malo que conllevaría una relación ¿Amorosa? John podría ir por ahí besuqueando chicas en los cafés mientras el leía con tranquilidad en la biblioteca. Sonaba perfecto ¿No?

Esa mañana se alistó como siempre, no desayunó y salió caminando a paso rápido. El día estaba soleado, lo que lo ponía de mal humor, aún más. Para ese día jueves en particular tenía planeado pasar su mañana en la biblioteca como se le había hecho costumbre, con la diferencia de que no pensaba cruzar palabra con el rubio.

Ya casi a punto de llegar divisó a John un poco lejos, no pensaba entrar  con el, así que apresuró el paso.

-Buenos días, señora Hudson- Dijo luego de dar un portazo y pasar directo a buscar un libro. La mujer quedó de una pieza, habían pasado muchos días desde que lo había visto por última vez, si bien Sherlock no era muy amable al menos la había mirado a los ojos las últimas veces, hoy parecía molesto.

-Buenos días, querido- Alzó un poco la voz- ¿Por qué no habías venido?- Sabía que no estaba bien hurgar de más en la poca confianza que le tenía el chico, pero John había estado bastante afectado por las ausencias del rizado, sin embargo no le había querido decir nada de lo que pasó el viernes, solo sabía que el rubio sospechaba que las repentinas ausencias de Sherlock habían sido culpa suya.

-Estaba resfriado- Contestó secamente Sherlock mientras buscaba con la mirada el libro que leería el día de hoy. Comenzó a adentrarse entre los estantes, sabía por desagradables experiencias que los libros pequeños y de tonalidades cálidas eran sin duda novelas rosas. Escuchó la puerta de la biblioteca abrirse al momento que fijó sus ojos en un libro grande y azul en la parte de arriba del estante.

-Buenos días- Escuchó la voz de John bastante apagada.
-Oh querido, luces horrible
-No he dormido mucho que digamos
-¿Por qué no vas por un café?- Inmediatamente Sherlock arrugó su entrecejo.
-Ayer descubrí que no me gusta el café- Rió un poco- Prefiero una taza de té.
-Bien, iré con las chicas y te traeré un té- Se escuchó la voz cálida de la mujer- Por cierto, John. Adivina quién está en la parte de atrás- Intentó susurrar. El rubio sólo abrió mucho los ojos y comenzó a sentirse nervioso, había estado preocupado por días, se sentía mal, culpable.- Bien, intentaré no tardar- Terminó de hablar la señora Hudson justo antes de cerrar la puerta tras su espalda. John solo se quedó de pie junto al mostrador pensado en que haría ahora.

Sherlock por su parte, luego de escuchar atentamente toda la conversación se dispuso a alcanzar aquel libro que tanto había llamado su atención. Por lo general tomaba los libros que estaban a su alcance, o por el contrario, si estaban muy arriba John se subía a la endeble escalera y los alcanzaba por el. Pero en esta ocasión se negaba a recibir algo del rubio, o siquiera cruzar palabra con este, por lo cual decidió hacerlo por si mismo, pero obviamente no pondría ni un solo pie en la escalera. Comenzó a encaramarse sobre el estante, sus dedos casi rozaban el lomo del libro, con su otra mano se apoyó en la base de madera en la cual descansaban los libros, mala idea... Se sintió un crujido y luego todos los libros de esa fila cayeron sobre Sherlock, más específicamente en su rostro.

La repentina avalancha de libros lo había desestabilizado. Cayó de espaldas esperando el golpe, pero nunca pasó. Había caído de espaldas contra el cálido cuerpo de John.

-Hola- dijo el rubio afirmando por la cintura al más alto.

-Hola- Contestó Sherlock sin pensar, su plan de cero contacto e intercambio de palabras se había ido a la basura.

-Mierda, Sherlock, tú nariz!- Sonó bastante alterado. El rizado subió su mano para rozar su nariz, sangraba en la parte del puente, ardía bastante.

-Auch- Dijo sin dejar de tocar su dolorida nariz mientras dejaba de recargarse en el cuerpo del rubio.

-Ven vamos a curarte- John tomó su mano libre con cariño para guiarlo al sofá.- Espera aquí, tengo un botiquín de emergencias en mi mochila- Sherlock no dijo nada y esperó a que el mayor llegara con una pequeña cajita Blanca entre sus manos.

-¿Qué me harás?

-Voy a tener que amputar...

-No es momento de bromas, John- El mencionado rió.

-Vamos, sólo es una cortada- Acarició los rizos del menor- El doctor Watson va a salvarte.

-No eres doctor.

-No, aún. Ahora quita tu mano y se valiente, esto arde- John puso un poco de alcohol en algodón y limpió la herida, era bastante pequeña, solo que había salido mucha sangre de un momento a otro, lo que hacia creer que era mucho más grande. Sherlock soltaba pequeños quejidos de dolor.- Bien ¿Qué bandita quieres? Tengo rosa y amarilla- dijo sacando dos banditas del botiquín.

-Quiero la rosa...

-Gran elección, la amarilla es horrenda- Sonrió

John llevó a la basura el envoltorio de la bandita y los algodones con sangre, guardó su botiquín y regresó con Sherlock, el cual lo miraba atento y un poco sonrojado.

-Ahora dime ¿Cuál libro querías alcanzar?

-El que es grande y azul- Bajó la mirada el menor. John vio el libro en el piso, había sido el primer libro que cayó sobre Sherlock. Se acercó a tomarlo para luego dárselo al menor.

-Creo que este fue el que te golpeó más fuerte. Lee tranquilo, iré a arreglar ese desastre- Comenzó a caminar hacia los libros que quedaron regados por el suelo- Y si la señora Hudson pregunta, yo rompí el estante.- Sherlock sólo asintió ¿Por qué John era tan lindo con el? Todo rastro de enojo se había borrado en ese instante, hasta qué...

-Oh se me olvidaba, deberíamos poner hielo en tu nariz- Se acercó de nuevo al rizado para tomarlo por la barbilla y observar mejor su nariz. John se ruborizó al verlo tan indefenso.- Seguro en la cafetería de al lado nos prestan un poco.- Iba a salir en busca del hielo pero la mano de Sherlock en su manga lo detuvo.

-No vayas a ese lugar, John- Sherlock mantenía levemente fruncido el ceño-  Quédate conmigo...- Suavizó su mirada.

-Jamás te dejaría- le sonrió el rubio, esas sonrisas que eran sólo para él. Acaricio su mejilla y luego se sentó junto a el.- El desastre puede esperar un poco ¿Verdad?- Se acomodaron uno junto al otro- ¿Qué leeremos hoy?

-Es sobre criaturas marinas- Dijo Sherlock abriendo el gran libro, se sentía en paz después de varios días. Miró a John, quien en vez de mirar el libro tenía la vista fija en el rizado.

-Suena interesante- Depositó un pequeño beso en la comisura de sus labios.- Bien, leamos- carraspeó el rubio.

Así pasaron un momento, hasta que la señora Hudson volvió con dos tazas de té, no los regañó por el desastre, pero dijo que quería ver todo en su lugar cuando regresara del salón. Ambos prometieron arreglar los libros, claro después de leer un rato tomados de las manos.

Incompetencia / Teenlock AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora