Tanteando terreno

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A la mañana siguiente Sherlock apareció en la biblioteca a primera hora, saludó a la señora que estaba en la entrada, la ancianita lo siguió con una mirada firme, viuda, llevaba la argolla de matrimonio del esposo en un collar, vestía ropas caras y se notaba que se arreglaba el cabello en un salón, seguramente su esposo había dejado suficiente dinero a la mujer para que se diera unos cuantos gustos. La anciana lo saludó con un movimiento de cabeza para luego ignorarlo por completo.

El joven Holmes decidió explorar el lugar, había entrado un par de veces con su padre cuando era pequeño, su abuela disfrutaba de buenas lecturas, por lo cual el hombre solía pedir prestados los libros en la biblioteca del pueblo.

Caminó por el lugar mirando las colecciones, había mucho polvo, el lugar estaba bastante descuidado. Al llegar casi al final del edificio vio tres escritorios empotrados en la pared, seguidos de un gran sofá verde, se veía bastante cómodo, miró hacia la entrada, pero un estante se cruzaba justo frente al sofá bloqueando de su visión el mostrador donde seguía la anciana leyendo una revista. Sherlock se lanzó al sofá dejando salir una gran nube de polvo, comenzó a toser disimulado tratando de no llamar la atención de la mujer. A pesar del polvo ese parecía ser el lugar ideal, un poco oculto, silencioso, privado.

-Llegas tarde, John- escuchó la voz de la mujer luego de que la puerta fuese abierta, sonaba seria.
-Lo siento señora Hudson, no volverá a pasar- Una voz familiar llegó hasta sus oídos pero no le tomó importancia, había cogido un libro bastante interesante del estante frente al sofá.
-Iré a desayunar con las chicas, cuida la biblioteca, necesito que sacudas los estantes.
-¿Qué hago si viene alguien?
-Oh querido, aquí nunca viene nadie. Aunque hoy entró un chico- susurró la mujer acercándose al rubio- Bastante guapo, está en la parte de atrás- La mujer le cerró un ojo a John para luego salir hacia el salón de belleza que estaba en frente.

Ayer había sido su primer día, aunque hoy era más oficial, el día anterior solo había ido a hablar con la encargada, la cual le explicó que no hacía prácticamente nada durante el día, pero que si quería se presentara mañana a primera hora y podía comenzar a limpiar el polvo del lugar. John no se quejaba, era el trabajo más fácil que había tenido, podía seguir juntando el dinero para su colegiatura en la escuela de medicina sin problema.

El rubio comenzó a caminar por el lugar, ayer no había podido explorar mucho. Pasó un dedo por el lomo de los libros del estante más cercano, sin duda alguna debía limpiar, le entristecía un poco que un lugar tan acogedor estuviera tan descuidado. Siguió caminando hasta toparse con los escritorios, también llenos de polvo. Su mirada fue a parar al chico que leía sentado en el gran sofá. De inmediato la idea de que lo conocía vino a su mente, pero no le prestó atención debido a que se perdió en los hermosos ojos del chico, combinaban perfectamente con el tapizado del sofá.
-Hola- dijo John sin pensar.
-Hola- Contestó el menor sin apartar la vista del libro. John lo miró curioso, el chico tenía una especie de aura misteriosa que le gustaba.
-¿Qué lees?- Quiso entablar una conversación.
-Un libro- contestó el rizado de forma seca.
-¿De que trata?- Volvió a insistir
-Creí que las bibliotecas debían ser silenciosas- levantó la vista del libro para mirar al chico frente a el, era el que lo había empujado el día anterior, sin poder evitarlo comenzó a deducir cosas sobre él. "Ropa vieja, gastada, no tiene mucho dinero, seguramente menor de 20. Pose rígida, debió tener una infancia dura" Sus pensamientos se detuvieron cuando el rubio habló otra vez.
-Creí que los menores de edad debían estar en la escuela a esta hora- Dijo mirando su reloj mientras sonreía divertido. Ya lo había recordado.
-No se que te hace pensar eso- Dijo Sherlock volviendo a su lectura.
-Te vi ayer, chocamos, traías libros de texto de último año en tu brazo derecho. Si tienes esa actitud conmigo por qué te empujé ayer quiero que sepas que lo lamento, no soy muy puntual y por lo general corro a todos lados- El más joven lo miro por unos segundos para luego seguir leyendo- Soy John- Dijo estirando su mano.
-Sherlock- dijo el rizado sin estrechar su mano.
-Bueno, creo que comenzaré a limpiar- Dijo el mayor intentando no sonar decepcionado. Sherlock solo asintió. Pero John Watson era un hombre testarudo, no se iba a rendir tan fácil con el chico misterioso.

Incompetencia / Teenlock AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora