Después del beso se quedaron en silencio, lo único que se oía era la tormenta, lo cual resultaba bastante relajante, el ambiente era perfecto.
Sherlock no se explicaba como algo tan simple como un beso le había causado tantas sensaciones agradables. Los labios de John eran suaves y cálidos, su barbilla raspaba un poco, pero la sensación no le desagradaba. Se sentía bien, se sentía cómodo, como nunca antes se había sentido con alguien más, lo mas cómodo para el era su soledad, ahora era su soledad, pero con John, en la biblioteca.
-Ya no me mires así, me siento un pervertido- Dijo John mientras se cubría parte del rostro con ambas manos. Sherlock rió.
-¿Que dices? Te miro normal- Bufó el menor, aún sabiendo que lo que decía el rubio era verdad.
-¿Por qué no leemos algo? En voz alta... ¿Leerías para mí?
-¿Un libro al azar?
-Quiza podríamos elegir, sólo por hoy- John rió- ¿Cuantas novelas rosa pervertidas haz leído?
-Ahg, no me lo recuerdes- Sherlock rodó los ojos y luego ambos rieron- he leído 5...
-Rayos, pensé que habían sido 4
-¿Cómo lo sabes?
-Yo también se observar, te sonrojas muy seguido cuando lees esas cosas- Le lanzó una mirada pícara- Además levantas tus cejas, creo que son las únicas lecturas que te sorprenden un poco, más bien diría que te espantan.- Las mejillas del menor no abandonaban ese adorable tono carmín. John solo quería volver a besarlo, se veía tan adorable.
-Nada me espanta- Intentó sonar arrogante.
-¿Nada?John acortó la distancia entre ambos para así quedar a milímetros de los labios del menor. Sherlock no se movió de su lugar, a decir verdad ansiaba otro beso de los labios del mayor, uno más largo y profundo.
Esa mañana Sherlock no leyó, no pensó de más, solo era el y John entre besos tímidos, miradas cómplices y sonrojos.
A eso de medio día John recibió una llamada de la señora Hudson, contestó algo agitado, después de todo segundos antes de la llamada había estado pegado a la boca del menor. La mujer le comunicó que debido al clima podía retirarse a su casa cuando quisiera, que no olvidara apagar el calefactor y cerrar bien el edificio. Y así lo hicieron, cuando dieron las 14:15 sacaron nuevamente el artefacto que los mantuvo calientes toda la mañana para apagarlo, ordenaron las sillas de los escritorios, tomaron sus abrigos ya secos y procedieron a irse a casa una vez que todo estuviera en su lugar.
-¿Nos vemos mañana?- Preguntó feliz el rubio.
-Mañana es sábado, John
-Odio los sábados ¿Tendré que esperar al lunes para verte?
-Es probable.Sherlock esperó a que John cerrara con llave para luego cada uno correr en direcciones opuestas, no sin antes dedicarse una sonrisa cómplice.
Esa tarde el menor de los Holmes había llegado distinto a su hogar, su madre lo había notado, su pequeño no era de los adolescentes que llegaba hambriento a casa y preguntaba qué había de almorzar. Sherlock se sentía desnudo ante su madre, después de todo la mujer era inteligente y sabia leer bien sus expresiones.
-Tus labios están de distinto color, querido.
-El frío, iré a ducharme antes de almorzar.- Se excusó. Obviamente el sonrojo no pasó desapercibido para su astuta madre.Ya en el almuerzo el rizado se dedicó a comer en silencio, solo podía pensar en John y sus fogosos besos, habían estado horas así ¿Qué significaba? El rubio estaba interesado en el obviamente, si no no hubiese sido tan acosador desde el principio, pero...¿Qué sentía Sherlock? El solo tenía un revoltijo en el estómago, algo le decía que esto le traería problemas, no por que John fuera un chico, sabía que eso no estaba mal, solo que el hecho de abrirse a otra persona era algo que siempre le había traído desgracia y dolor, quería evitar eso a toda costa ¿Fue todo un error?
-¿Cómo va la escuela?- Preguntó su madre intentando sonar normal.
-Nunca me preguntas por la escuela, pero si te refieres a calificaciones aún no tengo exámenes. De todas formas sabes que me irá excelente.
-Me refiero a nuevos amigos... o amigas.
-No tengo amigos- Miro serio a su madre- Ni amigas- Aclaró.
-¿Cuándo es el primer examen?- Intervino su padre al darse cuenta de que, tanto su esposa como su hijo sacaban chispas de los ojos en una batalla imaginaria, sin duda ella sabía algo que Sherlock estaba ocultando.
-El próximo miércoles.El resto del almuerzo transcurrió normal, en silencio. Por la tarde Sherlock se dedicó a tocar una suave melodía en su violín, eso lo ayudaría a pensar mejor las cosas. Ese día no bajó a cenar, no tenía ánimos de discutir con la mirada y contestar preguntas de su madre, le dolía la cabeza.
El sábado el más pequeño de los Holmes despertó con fiebre, fue descubierto por su padre, quien cansado de llamarlo a desayunar subió a buscarlo un tanto molesto, enojo que se esfumó de inmediato al ver a su pequeño tiritar entre las mantas, estaba ardiendo en fiebre.
-¿Qué te he dicho sobre mojarte en la lluvia?- Su padre acarició sus rizos con cariño. Sherlock sólo lo miró, su cara roja y sus ojos vidriosos denotaban el malestar del menor.- Vamos a bajar esa fiebre-.
Ese fin de semana los Holmes se dedicaron a cuidar y mimar a su hijo menor, quién a medida que iba mejorando los rechazaba y ponía distancia. El lunes por la mañana sus padres se sorprendieron al ver a un muy arreglado Sherlock, listo para ir a la escuela.
-Hoy no irás, tu resfrío aún no termina- Dijo firme su madre.
-Estoy perfectamente bien- Dijo luego de sobetear su nariz, la cual estaba bastante roja.
-Vuelve a la cama jovencito, a no ser que tengas algo muy importante que hacer.
-Claro que no, odio la escuela de todas formas- Dijo el más joven arrugando su frente.
-Entonces sube y espera tu desayuno, no te quiero fuera de la cama hoy, jovencito.A regañadientes subió las escaleras, se había esmerado tanto en lucir bien para ver a John, ese maldito resfrío no le hacía nada bien a su apariencia. Luego de pensarlo el fin de semana había llegado a la conclusión de que debía poner algo de distancia entre el y el rubio, no era que no quisiese besarlo o dejar que John lo acariciara, es solo que sentía que la distancia era una buena medida para protegerse de futuras decepciones, después de todo este era su último año en el pueblo, luego iría a Londres a estudiar, y no tenía idea de cuáles serían los planes del rubio para el futuro, no quería crear una dependencia hacia el mayor, lo cual había estado haciendo las últimas semanas, se desconcentraba con facilidad, necesitaba que John estuviese a su alrededor para sentirse tranquilo y en paz, el mayor pasó a ser parte de lo que Sherlock consideraba un ambiente perfecto. Aunque una parte de el lo extrañaba.
El día martes se sentía mucho mejor, su cara estaba volviendo a la normalidad, ya no le goteaba la nariz y el tono rojo que esta había adquirido desaparecía lentamente, aún así su madre insistió en que se quedara en casa.
El miércoles fue a la escuela, dio los exámenes y luego escapó, necesitaba ir a la biblioteca y hablar con John, no precisamente para excusar sus faltas de los días anteriores, si no más bien para hablarle sobre lo de poner distancia, aunque una parte de el sólo quería verlo, y lo hizo, lo vio en la cafetería que estaba junto a la biblioteca hablando animadamente con una chica rubia, la cual se tocaba el cabello y reía de todo lo que John decía.
Ese día llegó mucho más temprano a casa, no se molestó en dar excusas por la hora, no dijo por que se había saltado las clases, sólo entró en su cuarto dando un portazo y tomó el violín, a diferencia de otras melodías esta era estridente y chirriante, muy violenta. Sus padres no dijeron nada y se limitaron a dejarlo sólo, conocían el temperamento de su hijo, algo explosivo, y sabían que debían darle su espacio. Sherlock pensó en que haría el día siguiente y preparó un plan de evasión, después de todo el no necesitaba la atención de John, no lo necesitaba para nada, volvería a la biblioteca como si nada.
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Incompetencia / Teenlock AU
FanfictionSherlock estaba aburrido de tener que soportar a sus incompetentes profesores ¿De que servía ir a una escuela normal donde estaba rodeado de ineptos? Es por eso que decide saltarse las clases y estudiar por su cuenta, pero... ¿Donde?