3. Varias luces para acostumbrarme a la idea de que te necesito.

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Abraham Relish tenía una vida mucho menos sencilla de lo que parecía, y justo en ese momento, se encontraba preguntándole a una enfermera del St Mary's si podía llevarse a un total desconocido junto con una bata del hospital que le quedaba pequeña.

¿Qué acaso había perdido la cabeza? ¿El sentido?

Nunca tomaba decisiones sin pensarlo demasiado, buscaba siempre el bienestar de su mente, de su cuerpo. Jamás se ponía en riesgo de maneras como aquella, pero se seguía sintiendo en deuda con Henry y ni siquiera entendía por qué.

Tenía suficientes problemas, los había sostenido en la palma de la mano desde que era pequeño. Ahora trataba de concentrarse en su carrera, de alejarse de los alfas, y de que su tía Dorothy no ganara el pleito que indudablemente estaba tramando en montar.

Su tía decía que él no merecía haber heredado todos los bienes de sus padres.

Sus padres, dos seres extraordinariamente maravillosos que la vida decidió llevarse demasiado pronto, y en su voluntad, habían dejado a Bram muchísimo dinero también, esfuerzo de su trabajo y dedicación con la empresa de la familia de su madre. A los dieciséis años Bram era un omega huérfano que tuvo que mudarse a vivir con su tía, su único familiar disponible para que se ocupara de su crianza y su educación, lo cual por supuesto nunca había sido una buena idea.

Dorothy era demasiado interesada como para recibir a Bram bajo su amparo solo por el hecho de que era su sobrino, ella esperaba que cuando el omega cumpliera la mayoría de edad, este le cediera por lo menos una parte del dinero que había heredado, pero Bram nunca lo hizo.

Lo primero que hizo al cumplir la mayoría de edad fue largarse de la casa de su tía Dorothy, de los constantes pleitos y enfrentamientos con ella y con su único hijo Kyler, un omega tan solo un par de meses mayor que Bram.

Jamás habían logrado llevarse bien. Kyler parecía detestar la idea de que Bram fuese un omega también, a pesar de que ser uno en aquel mundo no representaba realmente una ganancia, si no un peligro. Sin embargo, para su primo empezó a tratarse casi de una competencia, de una carrera sin final por ver quién podía ser mejor en el puesto de la criatura más indefensa del mundo.

Aquello había terminado de dividir su lealtad. Tanto como Kyler como Dorothy creían que Bram les debía algo, pero este solamente había tratado de desentenderse de su familia lo más rápido que le fue posible.

Podía agradecerle a Dorothy por su acogida, por dos años enteros de pagar su educación, su alimento, aquellas cosas fueron algo que siempre agradecería, pero el agradecimiento era lo único que unía un poco su corazón a las cuatro puertas de la mansión de su tía Dorothy, a la intocable zona de ejercicio de Kyler. Nada más.

Bram nunca había pertenecido al lado de ellos y por eso se había ido tratando de dejar atrás años de sentirse como un extraño en aquella casa. Era por eso que intentaba estar siempre lejos de los problemas. El asunto más reciente era la boda de Kyler, que constaba hasta ahora de tres meses de preparación continua para que fuera el evento más importante del año.

Dorothy solía despertar a Bram a las tres de la mañana solo para gritarle que debería estar ayudando a preparar la boda de su primo, que había sido tan bueno con él, que debería por lo menos regalarle una casa, que Kyler había sido como su mejor amigo, que era el ahijado de sus difuntos padres. Ah, y nunca se olvidaba de gritar por el intercomunicador como Aurora, la madre de Bram era una terrible madrina. ¿Cómo podía no haber pensado en Kyler? ¿Qué tan difícil era dejarle un paquete accionario? ¿Una propiedad? ¿Un fideicomiso? Pero no, por supuesto Aurora siempre había sido una egoísta, que incluso hasta la muerte solamente se había dedicado a pensar en si misma, y ahora, en su hijo.

NARCISSIST ⌠Omegaverse⌡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora