Capitulo 19

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Todo demonio necesita que un dulce ángel le invite una taza de té

Duncan sentía los besos y caricias de la cortesana que se le acerco, como todas las noches en el club de apuestas donde su amigo lo acompaña, disfrutaba de las atenciones que esta mujer le estaba prodigando – vamos a un cuarto damita – la risa coqueta y estridente le hizo sonreír, necesitaba estar con una mujer, tenia necesidades y debía satisfacerlas, se levantó y la siguió

¡Hey! Buena cacería escoses – rio fuerte y tomo de la cintura a una mujer que iba paseando por el salón

Duncan escucho el grito de su amigo desde lejos levanto su mano a modo de victoria, ingreso con ella a una habitación decorada con lujo, se sentó en el sillón cerca del fuego y vio como la mujer se iba desnudando para el se movía sinuosa mostraba sus encantos

¿Qué desea su excelencia? - le sonrió coqueta

A ti mujer, a ti – la tomo por la cintura y comenzó a amasar sus pechos a morder la piel de su cintura – eres bella

La mujer abrió las piernas ofreciéndole todo al escoses, sabia que era buen amante porque ya habían estado varias veces juntos, ya se veía como su protegida si sabia mover sus fichas con astucia

El la tomo de varias formas aquella, noche disfruto y gozo de aquella mujer de la pericia que demostraba en las artes amatorias, ya era de madrugada cuando se levanto de la cama, dejo varias monedas de plata en la mesilla de noche, dejando una nota que volvería pasado mañana a verla. Salió del club y camino rumbo a su casa al llegar ingreso y fue directamente al estudio se sirvió una copa de brandy y vio varias cartas sobre el escritorio entre ellas una de Fortune, la abrió con una sonrisa en su rostro, sabía que ella aceptaría la cita, después de todo ella lo ama y el la quería, no se podía decir que la amara con locura pero que hombre en su sano juicio dedica la vida a una sola mujer, el era muy fogoso y cuando Fortune huyera con él le ensañaría mucho de lo que ocurría en un lecho, pero eso no quitaría que tuviese amantes, le daría paz, cariño, estabilidad, seria muy discreto con lo de sus amantes, ella jamás se enteraría, pero no se imaginaba con una sola mujer toda la vida no como su padre que aun llora por su madre, él jamás tubo amantes, siempre le fue fiel a ella, era tal su amor que hoy llega a estar algo desquiciado por su ausencia, ya no es el de antes, ahora parece un alma en pena que vaga por el castillo, es patético, él no va a pasar por eso, jamás, amara tanto a una mujer, la estimara, le dará cariño, protección, su apellido, hijos, pero amar, amar como su padre amo a su madre jamás eso es para hombres débiles y el Duncan MaCewan, no era así, por eso mismo vino por Fortune, ella era perfecta para él, ya que cumplía con varias características que él deseaba que tuviese su esposa, ella era discreta, aceptaba forma de ser, amaba escocia, conocía sus costumbres, pero por sobre todas las cosas jamás perdería la cabeza por ella, en celos, en una pasión desmedida él siempre la ha querido y cuidado y claramente la hará mucho mas feliz que el estúpido de su esposo, ya que él jamás la humillara como ese bastardo, él será discreto muy discreto y ella será feliz y es por eso que necesitaba verse con ella, porque sabia que ella lo amaba desde que era una niña, sabía que la convencería al expresarle todo esto, podrían sortear los rumores, además estarías en las tierras altas lejos de todo esta maldita sociedad londinense tan cerrada y cínica, porque de día hacían y decían una cosa pero de noche todos aquellos caballeros con grandes títulos y adorables familias tenían amantes, sus esposas sabían y solo les quedaba aceptar o también buscarse un amante ellas, esta sociedad era un asco, el seria honesto con Fortune, ella lo comprendería, además realmente ninguna mujer lograba despertar esa faceta de guerrero, de cazados – rodó los ojos y pensó – excepto esa maldita mujer que estaba a cargo de organizar su gran biblioteca y antigüedades, le había dado el puesto por respeto y la gran lealtad que su padre había tenido con su familia, pero no era mas que una solterona fea, realmente la veía como un mueble mas de su biblioteca, era un ser gris, sin gracia, se quedaba muda cada vez que él estaba cerca, pero no podía desmerecer su trabajo era al menos buena en lo que hacía, un día la quiso despedir, pero tenia una gran defensora en su hermana la adoraba, quizás porque ella también ya era una solterona ambas tenían veintiséis años, aunque estaba decidido a casar a su hermana con su querido amigo el laird del clan vecino, él era viudo y buscaba a alguien que lo ayudase con la crianza de su hija pequeña y su hermana era la indicada.

La Llave del corazón de un AngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora