Demonios pelearán por el amor de un ángel ... Y el Ángel no sabe a que demonio entregar su tierno amor
Había pasado mas de tres semanas desde la conversación con su esposo en la biblioteca, y no podía negar que esta ansiosa, no se sentía a gusto con este nuevo rol de la señora de la casa, porque jamás se sintió nada en esa casa, que de un día para otro todos los criados le estuviesen haciendo reverencias, preguntándole todo, era extraño e incomodo en especial las continuas salidas que esta realizando por su nuevo guarda ropa, bueno sonrió ir a comprarle ropa juguetes y cuanta cosa le pareciera bella para Aurore, eso si le encantaba, pero extrañaba su libertad de poder ir y venir al club, sin que nadie anduviese pendiente de ella -rodó los ojos – estoy harta – resoplo
- ¿Por qué aun no te cambias a la habitación de la Duquesa Fortune? – vio como ella daba un salto del susto
- ¡Su excelencia!, me asusto – puso una mano en su pecho y lo miro con reproche
- Te hice una pregunta y estoy esperando la respuesta – miro la habitación donde ella había pasado sus días desde su llegada, era bella, pero no tenía ni la mitad de lujos y comodidades que tendría en la habitación que fue de su madre y de Samantha, dios que gran error cometió
- Porque no me siento cómoda en esa recamara, fue de Lady Evans, aún quedan cosas de ella, esta decorada a su gusto, es el espacio de ella no el mío, mi espacio esta acá, además así estoy mas cerca de mi niña – camino hacia su tocador y tomo un juguete de ella
- Puedes redecorar la habitación de la duquesa como desees, es tuya, olvida a Samantha, ella ya no existe – observo las cajas dispersas por todos lados- veo has comprado muchas cosas para la niña- vio sobre la cama varios vestidos y juguetes- pero aún no veo que llegue nada para ti ¿Por qué?
- No veo necesidad la ropa que poseo me es útil y cómoda, para atender a Aurore – comenzó a doblar la ropa de la niña en silencio.
- Mujer testaruda – gruño, se acerco a ella en cuatro zancadas y la tomo por los hombros – escucha Fortune, necesitas ropa acorde a tu rango, necesitas joyas, perfumes y todas esas cosas que ustedes las mujeres utilizan, te cambiaras de esta habitación pronto o te juro que yo mismo te llevare cargada en mis hombros.
- Abrió los ojos como platos – rio fuerte- usted se excelencia no haría eso, es demasiado correcto y realmente no creo que tenga la fuerza para -soltó un fuerte grito al ver como su esposa la levanta en brazos como sino pesara nada - ¡bájeme! ¡Su Excelencia bájeme ya!
- Hunter no supo ni porque lo hizo, bueno si para demostrarle a ella, que él no era un maldito débil como ella creía -es muy liviana
- Se esta burlando de mí, se perfectamente que no soy delgada como la norma lo dicta, o como las amantes que usted ha tenido, en especial Lady Evans, así que por favor bájeme ya – sentido que las lagrimas anegaban sus ojos, pero se negaba a dejarlas caer.
- Se dio cuenta que ella estaba a punto de llorar y la bajo lentamente, su olor le inundo las fosas nasales y sentido como su ingle reaccionaba – lo siento – dijo con voz enronquecida
- Deje de humillarme, se perfectamente que usted esta siendo gentil conmigo para evitar las habladurías con respecto a la niña, se que dio todas esas ordenes para hacerme tener una falsa sensación de triunfo sobre lady Evans, le tengo noticias no me siento mejor que ella, esa mujer era la dueña y señora de esta casa, usaba esa habitación , los criados tenían que respetarla como si fuese la Duquesa , usted me juzgo y condeno jamás quiso escuchar, me arruino la vida estaban planeado mi boda con mi amigo – sollozo- yo iba a ser feliz, iba a ser amada, tendría hijos, tendría el trato que merecí desde un principio, ni quisiera merecí de su parte un simple anillo de bodas nada – dejo caer lagrimas de rabia y frustración – solo le falto golpearme o encerrarme en las mazmorras
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La Llave del corazón de un Angel
Historical FictionLady Fortune White hija del Conde Mcgregor siempre se refugió en los libros y los juegos de azar que aprendió desde pequeña gracias a su querido padrino, pensó que seria una regordeta solterona que ese seria su destino y lo aceptaba con gusto. pe...