INTRODUCCIÓN

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Las bodas se supone que sean algo hermoso. Suponen un momento emocionante y emotivo en partes iguales.

Debería simbolizar la eterna unión legal, y a veces religiosa, de dos personas que juran amarse incondicionalmente y por siempre en la salud y en la enfermedad. Es un momento donde presentas ante tus familiares y amigos más queridos la persona a quien amas, esperando que ellos lleguen a amarla tanto como a ti y a aceptarla sin preguntas, solo por el hecho de estar unida a ti.

Pues no para la familia Romwood.

Para ellos, excepto para sus protagonistas, esta boda solo fue una reunión más en el año. Nada cambiaba y, de hecho, hubiera sido mejor para todos si nunca se hubiera celebrado. Ya entenderán por qué.

Pero déjenme comenzar por el principio.

Los protagonistas de la noche serán Michael Romwood, padre soltero de 3 hijos, atravesando su quinta década, y Amber Jones, soltera de 30 años sin hijos y romántica empedernida. Se conocieron en un bar, un cliché lo sé, y aparentemente, fue amor a primera vista. Salieron durante 4 años hasta que Michael decidió dar el primer paso importante. Seguro se dieron cuenta del primer inconveniente en esta historia.

Algo hace ruido desde el inicio, eso es definitivo. Pero, sin embargo, a pesar de los más de 20 años de diferencia entre ambos, dicen que el amor no tiene edad, ¿cierto? así que esa la dejaremos pasar. El otro lado de la historia nos centra en Michael Romwood y su complicada familia: Carter, Rachel y Nathan en orden de nacimiento. Carter le saca 10 años a Rachel y Rachel, a su vez, 3 años a Nathan. Ok. Aquí vamos.

Michael conoció a Sarah cuando solo tenía veintitantos años. Él solo le llevaba un año, así que ningún problema ahí. Se enamoraron, pero nunca se casaron. Algo demasiado posmoderno para el siglo 21 pero... cada uno elige su camino. Él era lo que los barrios bajos llamarían un "niño rico". El pueblo heredó su apellido, de hecho, dado que, hace muchísimo tiempo atrás, sus antepasados familiares eran propietarios de la mayor cantidad de hectáreas existentes en estas tierras hasta que, muchos años después, decidieron vender algo de territorio a algunas compañías constructoras y arrendatarios para que construyan en ellas, siempre que no fueran rascacielos, para su posterior venta o alquiler.

Gracias a dios.

El tranquilo pueblo de Romwood pasó de estar repleto de hectáreas y hectáreas de campo sin vida a llenarse de hermosas casitas bajas, tanto modernas como aquellas que parecían sacadas de un cuento. Se mudaron amigables pueblerinos a ocuparlas en cuestión de años. Asentaron sus propios negocios allí y la economía y la sociabilización del pueblo crecieron.

Bueno, de vuelta a Michael y Sarah. Michael era un integrante de la familia fundadora del pueblo y Sarah era simplemente una chica de ciudad que decidió pasar un verano en su casa de campo. Se conocieron y se enamoraron, pero nunca pensaron que tendrían hijos tan jóvenes. De hecho, nunca lo planearon así y no estaban listos para ser padres. Esto ocasionó más conflictos de los que esperaban.

Luego de que nacieran Carter, Rachel y Nathan, Sarah no pudo soportarlo y solo desapareció. Sólo colapsó y Michael, según él mismo lo cuenta, se sintió totalmente perdido. Sentía que su vida ya no tenía sentido sin Sarah y que no encontraría el amor nunca más, que sus hijos estarían desamparados para siempre.

Algo dramático, ¿no es así?

Olvidó que los niños crecen y la vida sigue. Allí fue cuando conoció a Amber.

Iluminó su vida de nuevo etcétera, etcétera y eso nos lleva al presente.

La boda de Michael Romwood y Amber Jones.

Aunque no todos estén de acuerdo con ello.

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