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Las agujas del reloj en la pared marcaron las nueve de la noche, luego de lo que parecieron horas para el azabache que lo observaba con insistencia, a partir de ese momento su turno comenzó y un chaleco de color amarillo bastante llamativo se convirtió en un accesorio más de su vestimenta.

Familiarizarse con la tienda, organizar algunas cosas que pudieran estar fuera de lugar y atender a los pocos clientes que llegaran, ese era su trabajo desde unos pocos días atrás cuando se había mudado y consiguió el puesto de trabajador nocturno en aquella tienda de conveniencia de inmediato. Quizás por suerte o por la desesperación del hombre que ahora era su jefe y parecía necesitar otra persona con urgencia, ¿Quién sabe?

Al principio fue complicado para Kai llevar el ritmo del lugar, siendo que realmente nunca antes había trabajado en una tienda, no había tenido la necesidad de hacerlo, no obstante, luego de pasar facturas y organizar productos de forma rápida y constante comenzaba a ser más fácil para él su trabajo y el diferenciar el ramen de los fideos.

Más allá de eso no había pasado nada realmente extraordinario en las casi dos semanas que llevaba en aquella nueva rutina mucho menos acelerada de la anterior.

Bueno, el barrio al que había decidido ir a vivir era un asco, si tomaba todo con relevancia probablemente se espantaría y regresaría mucho más rápido a Seúl.

Los encuentros entre bandas, patrullas de policía pasando una vez cada tanto ya que realmente no querían saber nada del lugar, sobornos y ventas de sustancias claramente no legales... Todas esas -y más- eran cosas que había comenzado a ver, pero estaba dispuesto a soportar con tal de continuar a esa distancia de una persona en particular.

Sin embargo ese día no había ocurrido nada de eso.

Conclusión: No había pasado nada interesante.

Para ese momento estaba colocando algunas latas de tomate en su respectivo lugar bajo la no tan suave melodía de "Can't You See Me?", una canción de un grupo Kpop del cual Kai no recordaba bien el nombre, pero llevaba un rato sonando en la tele, volviéndose adictiva luego de un rato, logrando que incluso tarareara el coro después de que su melodía terminara.

Se mantenía sumergido en su mundo, divagando sobre el nuevo rumbo de su vida y su tal vez involuntaria independencia, o en eso estaba hasta que -antes de poder terminar su labor- el sonido de la campana que le indicaba sobre la entrada de un cliente retumbó en el lugar.

一Bienvenido -recibió con cordialidad el pelinegro desde donde estaba, colocando dos latas más en su puesto antes de levantarse y caminar rápido hasta su lugar detrás de la caja registradora.

Él había llegado primero, acomodó sus cabellos con un movimiento de cabeza, dejando que los mismos quedaran como desearan, notando después como un muchacho de chaqueta y gorra negra miraba los pequeños productos de golosinas en el pasillo cinco, pinchándolos con sus dedos o simplemente desordenádolos, como si estuviera matando el tiempo.

Kai suspiró internamente.

一¿En qué puedo ayudarle? -Preguntó el posiblemente más alto con una sonrisa que realmente no transmitía nada.

El desconocido de la gorra alzó su cabeza, haciendo un pequeño contacto visual con el trabajador de chaleco amarillo que esperaba por su pedido, golpeó la parte interna de su mejilla con su lengua al notar que no era el mismo pelimorado asustadizo de siempre.

一¿Dónde está tu compañero? -Interrogó con voz ronca a la vez que abría el bolso que colgaba de su hombro y tomaba dos latas de refresco del refrigerador a su espalda.

一Señor, no pued-...

一¿Acaso renunció? 一Interrumpió, guardando aún más cosas en su bolso, importándole poco que el pelinegro lo estuviera observando.

一Algo así -respondió Kai al final, su ceño se frunció y sus labios se convirtieron en una fina línea.

El desconocido simplemente soltó un pequeño sonido desde su garganta como respuesta, dejando que el canal de música se encargara de llenar el silencio.

Al terminar de casi vaciar el estante y abarrotar su bolso, el supuesto cliente cerró su mochila, acomodó su gorra con su mano libre y se acercó a la barra.

一Dame un cigarrillo -ordenó sin una pizca de amabilidad, a lo que el trabajador, estando dudoso, tomó una de las cajas de cigarrillos y sacó uno, el cual fue arrebatado de sus manos de inmediato-. Gracias, pequeño -agradeció el más bajo con burla mientras comenzaba a caminar fuera del lugar.

El pelinegro, al ver que el contrario estaba por irse, salió de su puesto para alcanzarlo en medio del pequeño pasillo, tomándolo de la muñeca con fuerza antes de hablar.

一Debe pagar por eso -afirmó Kai en tono serio y ligeramente ronco, intentando ser firme y seguro de si mismo.

El más bajo se giró para verlo y levantó su cabeza, dejando notar vagamente algunos mechones de su cabello rojo que sobresalían, ojos oscuros e intimidantes además de grandes e hipnotizantes, piel clara y una expresión que el más alto catalogó como burlesca.

一Déjalo a la cuenta de "Terry". Soy conocido por aquí.

Y con una sonrisa ladina se soltó del agarre del más alto -el cual se deshizo con simplemente una jalada-, metiendo después su mano en el bolsillo de su chaqueta y asustando al trabajador cuando un click se escuchó poco después.

一Soy un cliente regular -aseguró con falsa inocencia-. No querrás que esto se ponga feo, ¿Verdad?

Al no ver una reacción de parte del trabajador simplemente salió del lugar con una fugaz risa, una que hubiese hecho hervir la sangre del más alto si no fuera por el pulso acelerado que a penas le permitía procesar lo que acababa de ocurrir.

Kai cerró sus ojos con fuerza y suspiró solo cuanto el otro salió y estaba lo suficientemente lejos como para desaparecer entre la oscuridad de la noche.

Maldita sea, eso saldría de su salario.

「 𝗖𝗼𝗻𝘃𝗲𝗻𝗶𝗲𝗻𝗰𝗲 𝗌𝗍𝗈𝗋𝖾 」» TyunningDonde viven las historias. Descúbrelo ahora