Capítulo 16 Forjar lazos

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Sebastian apareció delante de nosotros saltando por la claraboya. Henry tampoco parecía sorprendido, posiblemente porque ya había percibido su presencia desde antes, se acercó sin decir una palabra y se puso en cuclillas delante de nosotros mirándome directamente a los ojos mientras Henry mantenía una expresión serena.

—Henry, yo prometí proteger a Elizabeth y dar mi vida por ella al haberme salvado, ahora realizaré esa misma promesa contigo —manifestó mirándonos con gentileza.

Henry adoptó una mirada muy incómoda mientras yo estaba muy confundida por tal confesión, con amabilidad él se negó diciendo que no era necesario y entonces entre la leve discusión que tuvieron me contó lo que había sucedido, comprendiéndolo perfectamente.

Sebastian despertó un poco antes que yo entonces fue a verme a mi habitación, pero mi madre estaba allí y lo detuvo. Sebastian pidió perdón por su comportamiento y justo después se desmayó, Henry tuvo que ayudarlo a levantarse regresándolo al sofá, notó un extraño efecto en él y luego de revisarlo junto con mi madre se dieron cuenta que algunos de los componentes de su cuerpo cambiaron transformándolo nuevamente en un humano, pero el hecho de haber sido brutalmente golpeado durante la pelea su cuerpo ahora no lo resistía y estaba perdiendo la vida que le quedaba en frente de ellos. Henry tuvo que intervenir intentando revertir lo que había hecho, reconvirtiéndolo en un jade algo que resultó no ser tan difícil para él, pero siento que si fue muy cansado, a penas llegaba a mi habitación cuando desperté y su impenetrable orgullo no permitió que me contara estos sucesos por lo que inmediatamente le pregunté si se encontraba lastimado.

—Con muy baja energía, pero es soportable —me respondió con una sonrisa en su rostro que a penas reflejaba cansancio aunque luego de darle un golpe en el hombro reflejó la verdad —¡Lizzie!

—Lo siento —me disculpé con rapidez.

Sebastian se puso de pie con velocidad en ese momento —Elizabeth, perdón por no poder controlarme aunque dije que te protegería, discúlpenme ambos —habló mientras el aún adolorido Henry se recomponía —De veras... prometo que intentaré que no vuelva a suceder —su voz era tan clara, firme y segura que me impresionó mucho, miré a Henry quién se disculpó con Sebastian en el momento por dudar de sus intenciones y pude disculparme también en ese momento por causar problemas.

Se pusieron de pie y con un poco de incomodidad estrecharon sus manos en señal de paz causándole una pequeña alegría a Sebastian porque cada vez se sentía más aceptado, como un niño cuando su hermano mayor le permitía jugar con él.

—Esto no significa que confíe en ti del todo, continuaré vigilándote —señaló Henry al soltarse de las manos con un tono serio provocando un gran silencio.

—Me salvaste la vida, creo que ya te agrado un poco —bromeó Sebastian avergonzando a Henry por las risas que surgieron, entonces me puse de pie entre ellos cruzando los brazos en mi espalda.

—Entre todos vamos a mantenernos a salvo ¿si?—mencioné y Henry asintió estando de acuerdo.

Sebastian habló con un tono tan pacífico, pero al mismo tiempo serio —Sé que llegué de improviso, pero te prometo que nunca dejaré de protegerte, los protegeré a ambos.

Eso sonó tan reconfortante que respondí —Y nosotros te protegeremos a ti ¿cierto? —mirando a Henry.

—Claro, si tú confías en él yo igual. Y tal vez a partir de ahora, por nuestra seguridad claro está, ya deje de golpearte un poco —dijo Henry mientras mostraba una leve sonrisa que nos hizo reír a Sebastian y a mí.

—Tendré que seguir cuidándome entonces, aunque no golpeas tan fuerte de todas formas —habló Sebastian en tono burlón.

—¡¿Qué dijiste?! —preguntó atónito Henry levantando el brazo mientras Sebastian se reía y los detuve con un accidental empujón hacia la entrada de la casa.

Ambos aterrizaron de pie sin lastimarse y bajé de un salto para sentarme en el pórtico —Vaya, hoy el cielo está muy despejado —comenté con la vista en el firmamento ignorando lo que acababa de pasar.

Ellos permanecieron de pie apoyados en las columnas y mantuvimos nuestra vista en las estrellas, al verlos sonreír noté lo mucho que su relación había mejorado en tan solo un día, tal vez no significaba que se habían vuelto grandes amigos, pero ya no generaban ese ambiente de disgusto a su alrededor cada vez que estaban juntos y aunque sentía que Henry mantenía sus dudas era un gran paso hasta que fueran completamente borradas. 

Eso me traía calma al poder convivir tranquilamente bajo el mismo techo, me agradaba la idea de que los tres permaneciéramos juntos por lo animada que se sentía la casa con su presencia estando muy feliz, aunque trataba de mantenerme igual de enfocada en nuestro objetivo principal: encontrar y vencer al jade que transformó a Sebastian para evitar exponer a todos los zafiro como Henry y yo del miedo de vivir escondiéndose dejando lo poco que tenemos de nuestra vida normal.

Luego de un rato entramos a la casa a ver. Mi padre ya se encontraba del todo recuperado y mamá se disponía a servir la cena para nosotros tres mientras mandaba a Sebastian de nuevo al sótano para seguir entrenando algo que aceptó sin ningún reproche, mientras comíamos mi padre nos explicaba las ventajas en cada ataque elaborado que planeamos, pero también las desventajas y formas de mejorarlo ya que el hecho de poder derrotar a un ámbar es completamente distinto a derrotar a un jade porque sus niveles de poder son completamente imposibles de comparar, debido a ello, debíamos entrenar por mucho más tiempo, algo que jugaba en nuestra contra al no saber cuando sería nuestro próximo encuentro.

Luego de cenar papá se despidió para ir a dormir y me quedé con Henry en la sala escuchando los golpes que venían del sótano posiblemente siendo el cuerpo del jade rebotando por todo el piso y las paredes, quedando ambos en parte un poco temerosos de mi madre agradeciendo no entrenar con ella entre risas.

—Estoy impresionada y a la vez muy asustada —me sinceré viendo hacia el sótano mientras me acercaba a sentarme al sofá.

—Nuestro entrenamiento será igual de fuerte no estés tan celosa —comentó Henry sarcásticamente mientras se acercaba a ponerse delante de mí extendiendo su mano

—¿Y qué podríamos hacer ahora? —pregunté tomando su mano que me levantó gentilmente del sofá terminando en medio de la espaciosa sala, sin duda era un fuerte entrenamiento el que teníamos con mi padre, pero nunca terminábamos tan golpeados, tan solo fatigados por el extremo dolor de los músculos al intentar aumentar nuestra agilidad y velocidad.

—Entrenaremos nuestros ataques en pareja —indicó retrocediendo un poco haciendo espacio en el centro.

—¿No deberíamos entrenar con Sebastian para eso? —pregunté confundida, me dijo que no era necesario porque no era algo que pudiera hacer.

—Nuestra agilidad y velocidad es muy diferente a la de él, no podría igualarla aunque lo intentara, sin embargo, puede complementarse bien a su fuerza —comenzó a explicar, tenía razón en eso, ni siquiera mi madre podía llegar a ser tan veloz y ni que decir de un jade ellos eran más fuertes, pero nosotros más rápidos, entonces se acercó a mi  tomando mi muñeca derecha rápidamente para hacer que girara y presionándolo contra mí espalda —¿Por qué no te defien..? —no terminó la pregunta porque di un salto hacia atrás liberando mi mano y dándole una patada haciéndolo caer de cara al suelo mientras me acercaba a sentarme sobre él.

—Ya deberías saber que no es bueno subestimarme —dije sonriendo.

—Ah, es cierto —dijo quejándose, pero inesperadamente volteó tomando mis muñecas con los brazos cruzados quedando sobre mí —Pero tú a mí tampoco —añadió con una sonrisa, me deslicé y puse de pie muy rápido —¿Otra vez?

—Por supuesto —afirmé con los puños en alto.

—1 —inhala.

—2 —exhala.

—3 —¡A pelear!.

Y nuestros ojos se tornaron tan brillantes resplandeciendo como un zafiro al exponerse a la luz del sol lo que cada vez pasaba cuando entrenaba con Henry.

Juntos Bajo El Mismo CieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora