Capítulo 4 || Abby

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Esperaba ansiosa la llamada de Henry, una ansia con la que no hacía más que debatir, buscando la razón de su estadía entre mis sentimientos. Le había pedido que me llamara cuando volviera a su piso y viera que las cosas de Natasha no estaban, parte de mi confiaba en que seguiría nadando, pero la parte racional, la que solía tener razón, ya había juntado los puntos con las I he imaginado la teoría más probable, un llamada de alguien perdido, desesperado por recuperar la vida que había tenido hasta ese momento y que le había sido arrebatada de forma brusca dándose cuenta de que no lo recuperaría y negándose a verlo porque eso sería aceptarlo. No deseaba tener que volver a recibir una llamada de Henry en ese estado. Parecía estar tan perdido y asustado, había estado flotando en sí mismo. Lo mejor había sido infundarle esa seguridad de que podía llamarme. Jamás debí haber dejado que se perdiera tanto.

También me alegraba que se tomara de buen agrado el hecho de que lo considerara mi amigo. Nunca había llegado a ver a Henry como un cliente, tal vez en las primeras dos frases de su primera llamada, pero no podía, para él Mónica no existía, solo era Abby y estaba completamente segura de que al final sí que viviría lo suficiente como para poder contarle a alguien mi nombre. Había roto la barrera que había forjado entre las llamadas y yo. Estaba completamente segura de que aspiraba a ser algo más que una simple desconocida para él. Lo había sentido desde el momento en que me di cuenta de la familiaridad en la forma de tratarnos y en el calor de su voz, en cómo él buscaba que fuera yo quién atendiera su llamada y como yo esperaba volver a escuchar su voz. Aunque me dedicaba a esperar que fueran buenas noticias, pero nadie llama al teléfono de la esperanza para dar buenas noticias. Lo más probable era que en cuanto su vida volviera a tomar rumbo Henry se olvidara de mí y del teléfono. Al menos perduraría el buen recuerdo de haber ayudado a la persona que comenzó a llamarme Campanilla.

Sentía cierta curiosidad por quién era Henry. Sabía cosas de él que nadie más sabía, pero había cosas tan obvias que desconocía. ¿De qué color tenía el pelo? ¿Y los ojos? ¿Cuándo era su cumpleaños? Esas solo eran algunas de las preguntas que no nos habiamos llegado a hacer y que nunca llegaríamos a formular. Aunque debía admitir que había algo que me atraía en no ponerle cara a su nombre.

Había algo en Henry qué me atraía.

Puse mi mente en blanco. Necesitaba tener todos los sentidos puestos en la siguiente llamada. Comenzó a sonar el auricular recordándome dónde estaba y que debía hacer. Aunque todos los teléfonos en la sede tenían el mismo número, las llamadas que te tocaran eran totalmente aleatorias. De forma inevitable mi cabeza pensó en lo mismo.

¿Esta sería la llamada de Henry? Ya no quedaba mucho para que terminara mi turno del jueves, antes de que pudiera atender la llamada, alguien me habló.

—¡Abby! ¡Voy a desviarte una llamada, yo atiendo la que vas a coger ahora! —gritó Mark desde la otra punta de la fila de mesas— ¡Henry quiere hablar contigo!

Un par de personas se giraron a mirarnos, pero volvieron rápidamente a lo suyo. Henry y yo nos habíamos vuelto la comidilla de la mitad de la sede. Exactamente cómo ocurrió la última vez y l agente esperaba ver si ocurriría lo mismo que la última vez. Jeff y Josephine eran demasiado cotillas como para estarse callados. No es que nunca nadie especificara hablar con alguno de nosotros, pero el caso Henry destacaba.

Antes de que respondiera Mark ya había desviado la llamada y atendido la que a mí me correspondía. Cogí rápidamente el teléfono

—¿Por qué siempre me coge alguien que no seas tú? —dijo a modo de saludo.

—Las llamadas son aleatorias, no controlamos cual atendemos. Lo único que podemos hacer es desviarlas a alguno de nosotros si es necesario. Tendrás que conformarte.

Elocuencia© IICompletaIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora