No tenía la menor idea de como me había dejado convencer por Mark para ir al parque de atracciones con temperaturas bajo cero. Ya no estábamos en invierno pero el frío seguía helándote los huesos. Me había arrepentido en el momento exacto en que había pisado el frío de la calle. En otra palabras, cuando había salido del coche en el parking del parque de atracciones. Ni siquiera ir como un esquimal lograba remediar el frío que hacía esa noche. Quise decirle a Mark que me llevara de vuelta a casa y lo dejáramos para otro día, pero me vi incapaz de decírselo. Me había dicho que era nuestro amiguiversario, palabra que estaba segura de que se había inventado, pero no podía decirle que no recordaba qué día nos habíamos conocido, así que le había seguido la corriente en un intento de no ser descubierta. Y así había terminado, congelándome en el parking del parque de atracciones.
Lo que se hacía por conservar una buena amistad.
Fui junto a Mark a comprar las entradas. Él sonreía como un niño pequeño, ¿cómo podía hacerle tanto ilusión congelarse haciendo colas demasiado largas para quince segundos de diversión? Aunque, pensándolo mejor, dudaba que la gente pudiera
ser tan estúpida como para ir al parque de atracciones una noche tan fría como esa.
El chico agarró mi mano y me arrastró dentro del parque en cuanto obtuvo las entradas. Como había pensado, el parque no estaba tan lleno como de costumbre. Al menos las colas no serían tan largas.
—¿Qué hora es, Abs? —preguntó mientras nos dirigiamos al centro del parque, desde ahí se podía ir a cualquier atracción.
—Las seis y media. Oye, ¿a dónde quieres ir? —pregunté al darme cuenta de que seguía un camino concreto después de haber llegado al centro. Por ahí solo se podía ir a la noria, la montaña rusa y la casa del terror.
—Vamos a la noria, Cam me ha dicho que la han reformado y ahora mola mucho más.
—¿Y no podemos ir primero a la casa del terror? Estoy segura de que tendrán puesta la calefacción —propuse— . Voy a congelarme.
—Podemos ir luego si quieres, pero primero vamos a la noria. Piensa que cada cubículo está cubierto, no pasarás tanto frío.
—¿Qué tiene que ver que esté cubierto con no morir de frío? Encima la noria va lenta y tendré que estar quieta en el mismo lugar un buen rato, lo cual no es recomendable para entrar en calor.
—Deja de quejarte, Abs. Primero a la noria, luego haré lo que tu quieras e iremos a donde desees.
—Te tomaré la palabra.
Le seguí hasta la dichosa noria. Era bastante grande, de color azul, aunque cada cubículo estuviera pintado de un color distinto. Yo no le veía ninguna diferencia desde la última vez que vine. Tal vez la hubieran vuelto a pintar, pero nada más allá de eso.
—No le veo ninguna diferencia desde la última vez que vinimos, Mark. La noria sigue igual que siempre.
—¿Qué? ¡No! Mira, la han vuelto a pintar y han cambiado la secuencia de colores.
Iba a matarle. ¿Por una estúpida secuencia de colores iba a hacer que, literalmente, me congelara el culo?
—Mark, voy a...
—¡Mira quiénes están ahí, Abby! —me cortó en medio de mi frase señalando a una pareja que hacía cola para subir a la noria.
Una pareja de pelirrojos. Y de primos.
Fleur y Henry.
Mark agarró mi mano y corrió hacía ellos llevándome con él a rastras. Mi pulso se aceleró. No podía dejar de mirarle. Mis ojos se negaban a apartar la vista de él. Me alegré de que Mark me estuviera arrastrando, porque yo habría sido incapaz de caminar. Hacía dos semanas que no le veía y tenerlo delante había resultado ser como un soplo de vida. Los colores se habían vuelto más intensos. Sus ojos más brillantes.
ESTÁS LEYENDO
Elocuencia© IICompletaII
Romance"Facultad de hablar bien con fluidez, propiedad y de manera efectiva para convencer a quien escucha." Él solo tenía que seguir mi voz. Yo tenía que seguirle a él. Cada cuarenta segundos se suicida una persona en el mundo. Henry planeaba ser una...