Capítulo 5 || Abby

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Resulta que soy un desastre de escritora, aunque eso ya lo sabía, así que en recompensa por mi desaparición les dejo por aquí un pequeño maratón. Tienen todo mi consentimiento para odiarme por desaparecer.

Maratón 1/3

Quizás comenzara a emparanoiarme con el caso Stella. Ni siquiera yo me creía mis propia palabras.

Lo sé porque él no es Stella y yo no soy Robin.

Pero, ¿y si lo éramos? Igual estábamos condenados a serlo y no lo sabíamos aún. Lo único que tenía claro era que yo no quería ser Robin, no quería dejar mi trabajo devastada por alguien a quien no podía salvar. Seguramente eso fue lo que me llevó a buscar el teléfono de ese viejo compañero de trabajo y citarle para hablar con él. No habíamos llevado bien durante el tiempo en que trabajamos juntos, pero la relación se había roto cuando dejó de trabajar allí, nunca llegamos a ser amigos, pero me recibió de buen agrado cuando le llamé.

Estaba aterrada, le había dado a Robin el poder de decidir qué iba a hacer y él ni siquiera lo sabía. Ni lo sabría. ¿Cómo había acabado así por solo un por de respuestas? Tirándome del pelo, nerviosa, y sin poder dormir la noche anterior. Ahora estaba frente a la persona que conocía mejor que nadie el caso Stella, él ya sabía por qué le había llamado, no se lo había dicho, pero seguramente sus amigos de la sede le hubieran dicho algo de Henry y yo.

—Dispara, Abby. Ambos sabemos a qué has venido.

Primera pregunta, la más fácil, tanto para él como para mí.

—¿Ya te han contado del chico que lleva el segundo puesto en el récord de llamadas a la misma persona?

Sonrió y dejó de mirarme. Observó su café, no había nada interesante que mirar

en esa taza, supuse que era mejor que mirarme a mí.

—Sí, claro, aún tengo amigos en la sede, sois la comidilla. Siguiente pregunta, esta será más complicada.

Claro que lo era y lo seguirán siendo. Ese tipo de preguntas te rompían un poco más el corazón ya hecho añicos, porque él sabía que yo sabía que había algo que faltaba en esa historia, quería mis respuestas. A ratos, aquella información que desconocía me era crucial.

—¿Puedes contarme la historia?

Una sonrisa melancólica adornó su rostro, dio un sorbo al café, estaba segura de que intentaba ocultar su tristeza con esa bebida.

—Todo el mundo la conoce, ¿tú no? —Por un momento pareció sorprendido.

—Todo el mundo conoce la historia que cuenta todo el mundo, pero tú jamás la contaste, ¿Qué ocurrió?

Se encogió de hombros, intentaba convencerse a sí mismo de que podía contarlo.

—La historia es la misma en todas las bocas, Abby. ¿Qué es lo que te preocupa? Supongo que está relacionado con... Henry, ¿se llama así? y tú.

—Si, se llama así —Suspiré, iba a decirlo en voz alta— . Todos creen que está volviendo a ocurrir, que me está ocurriendo lo mismo que a ti y empiezo a creer que quizás tengan razón, Robin. Parece que va recuperándose, él se ha quedado solo, pero está volviendo a encaminarse otra vez. Es el mismo caso y con la misma historia...

Robin alzó la vista y me miró directamente a los ojos, su mirada hizo que dejara de hablar. Al menos ya lo había dicho, había sido como cuando era pequeña y volvía a casa con la mochila cargada de libros, al quitármela sentía como si flotara. Ahora me había quitado la mochila.

—Hay una parte de la historia que no conoces, Abby. Ella se enamoró de mí —Hizo una pausa en la que mi corazón se contrajo y la tensión estuvo a punto de aplastarme— en aquella última llamada me confesó sus sentimientos, ¿Sabes qué le dije? "Lo siento pero no puedo correponderte". La culpa de su muerte fue mía, porque sí que podía correponderla, era un necio y cuando quise darme cuenta ella ya no estaba. Nos enseñan a mantener la calma, pero yo me enamoré, lo que perdí fue la cabeza y el corazón. Henry y Stella no se parecen, porque Henry te tiene a ti y Stella me tenía a mí. Tú le tienes a él y yo la tenía ella. El caso Stella es el caso Stella, no el caso Henry, no el caso Abby. Esa no es vuestra historia. —Observé cómo se levantaba y agarraba su chaqueta, que colgaba de la silla— Con permiso, yo no tengo nada más que decir aquí, te deseo suerte, Abby. Nuestro trabajo nunca ha sido fácil.

Se levantó y se marchó. Después de ese día jamás volví a ver a Robin, aunque estoy segura de que él sí que tuvo noticias de mí. Después de todo, le había vuelto participe del caso Henry.

Porque el caso Henry no era el caso Stella. 

Elocuencia© IICompletaIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora