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Después de enseñar a Jin Liwei, Yi Mei los dejó solos en el dormitorio. 

El ama de llaves parecía renuente a irse y no pudo evitar lanzar una mirada de advertencia al mocoso lujurioso, a lo que Jin Liwei no se dio cuenta, estaba preocupado por masajear a su Xiulan.

-¡Sé más amable! ―Iris le dio una palmada en las manos.

-Lo siento ―murmuró. 

Se aseguró de controlar la fuerza en sus manos.

Se sintió culpable por ser mala con él. 

-Lo siento, no me siento bien hoy.

-No te preocupes por eso.

-Debes estar exhausto por el largo vuelo y, sin embargo, estoy haciendo que me masajees.

-Como dije, no te preocupes por eso, cualquier cosa por mi bebé.

-Gracias. ―ella extendió los brazos, invitándolo a un abrazo.

Por supuesto que aceptó, abrazándola como si ella fuera su tesoro más preciado.

-Oh, casi lo olvido, te conseguí algo, espera aquí ―dijo.

La soltó con cuidado y luego se dirigió al vestidor, momentos después, regresó con dos pequeñas cajas de terciopelo.

Iris se sentó, curiosa.

Jin Liwei abrió la caja, que era un poco más pequeña que la otra, era un brazalete de platino. 

Un dragón y un fénix fueron tallados de forma ligera pero intrincada en la superficie de todo el brazalete, uno frente al otro como si estuvieran mirando las almas de los demás, el centro del brazalete tenía un acabado en oro rosa con las letras "LX" delicadamente grabadas entrelazadas.

-Para ti.

Estudió el brazalete, admirando el exquisito diseño.

-Déjame ponértelo ―dijo antes de que ella pudiera alcanzarlo. 

La abrochó cuidadosamente alrededor de su muñeca izquierda.

-Es hermoso ―susurró, sonriendo suavemente. Entonces ella lo miró― Gracias.

Abrió la otra caja, era otro brazalete, pero esta vez era más grande y más grueso. 

El diseño era exactamente el mismo que el de ella, pero este tenía un acabado de rodio negro en el centro en lugar de oro rosa.

-¿Ponlo en mí? ―preguntó.

-Bueno. ―ella tomó el brazalete más grande y también se lo puso alrededor de la muñeca izquierda.

Colocaron sus muñecas una al lado de la otra, sus brazaletes a juego brillaban a la luz.

-¿Por qué emparejar unos brazaletes? ―ella preguntó― Realmente te gustan las cosas que combinan, ¿no? Nos hiciste usar trajes a juego en nuestra primera cita y ahora nos conseguiste estos brazaletes a juego.

Él sonrió, metiendo un mechón de pelo detrás de su oreja. 

-Estas se llaman pulseras de pareja... bueno, en este caso me dieron brazaletes.

-¿Por qué razón?

-Para conmemorar nuestra relación, bebé, y también sirven como símbolos concretos y prueba de que estamos juntos.

-Oh, al igual que los anillos de boda, pero sin el matrimonio.

Su sonrisa se ensanchó, su mirada sobre ella se hizo más intensa. 

H. G. W. I. A S. |1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora