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Desperté en una cama de hospital, me dolía todo el cuerpo quise moverme pero el yeso en una pierna me lo impidió y gemí de dolor.

Fue cuando se acercaron Marcos y Enrique.
-Estás bien?.-Me preguntó Eduardo acomodando mi almohada.

-Si, solo me duele todo.- respondí

Al instante vinieron los recuerdos voltee a ver a Eduardo quien me veía preocupado.

-¿Por que lo hiciste?.- Dije soltando unas cuantas lágrimas.- Tal parece que no soy suficiente para nadie, siempre terminan alejándose y engañándome.

Enrique salió de la habitación dándonos privacidad.

-Yo no te engañe, las cosas no son como tú piensas, siempre te alejas antes de escucharme.- Me regaño.

No pudo terminar por que en ese momento entró mi familia con algunos regalos y globos.

Mi hermana entró con unos zapatitos blancos de bebé y mi mente estaba como de ¿Que está pasandaaaa?
Y no fue solo ella, los demás entraron con ropa color blanco (Por que obvio aún no sabía que era) y me asusté.

-Mi Reyna, Vamos a ser papás.- me susurró Marcos al oído y no podía creerlo.

No sabía si reír o llorar o preocuparme, todo estaba dándome vueltas.

-No te preocupes Vale, voy a estar al pendiente de ti mientras tu mamá no esté.- Se acercó la mamá de Marcos tocando mi vientre que aún no estaba abultado.

Recibimos felicitaciones de todos, Eduardo salió a despedir a sus papás y yo me quede a solas con la mía.

-Perdón.- Les dije soltando las lágrimas acumuladas.
Mi mamá me vio y también soltó algunas.

-Está bien hija, estoy orgulloso de ti, mira a donde has llegado tu sola, nunca pensé que fueras capas de soltarnos, por eso te protegía tanto, pensé que no podías valerte por ti misma algún día.-Dijo  acercándose y tomando mi mano.- Estoy seguro que sabrás hacerlo bien, ademas que tienes a un hombre como el que siempre quise para ustedes, se que no te va a dejar sola.- dijo dándome una sonrisa de tranquilidad.

Ay papá, si supieras, pensé.

Me dieron de alta al día siguiente advirtiéndome que tenía que tomar reposo por lo menos dos semanas más.

Mis papás se fueron el día de mi alta y yo me quede con Marcos y mi yeso.

Nos subimos a su auto e iba en silencio.

-Te juro que no te engañe.- dijo dándome una mirada y mojándose los labios nervios.- Ella me besó y no duro ni tres segundos, me sorprendió y entonces te vi, nunca fue mi intención hacerte daño, todas esas veces que peleamos debí haberte pedido perdón, arreglar las cosas pero soy orgulloso.

-Me dolió mucho.- recordé la escena.

-Lo se, lo vi en tus ojos, pero por esto mismo.- Acarició mi estómago.- Tenemos que estar juntos, darle amor a ese frijolillo.- dijo refiriéndose al bebé y yo reí.

-¿Estás seguro?..- pregunté dudosa.- Es que Marcos entiéndeme, eres el hombre perfecto para cualquier mujer, puedes tener a cualquier mujer del mundo, en cambio yo...

-Pero Yo te quiero a ti verga, a mi no me interesa ninguna vieja nalgas miadas, yo te quiero a ti.

Guarde silencio, pero me di cuenta que este no era el camino a mi casa y le pregunté.

-Ya se, pero te vas a quedar en la mía en lo que encontramos algo más grande.- me contestó.

-Y mi ropa? .-pregunté

-Mañana voy yo por ella hoy te duermes con algo mío .- dijo dándome una sonrisa.

Llegamos a su casa y su mamá me recibió nuevamente con los brazos abiertos al igual que May quien no dejaba de fantasear con el nuevo sobrino.

Subí con ayuda de Marcos y fuimos a dormir pues había sido un día muy largo y lleno de noticias.

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Esto Era una cosa increíble yo aún y no me la podía creer.

Me la pase casi tres semanas con el yeso puesto y guardando reposo lo más que podía y por fin hoy me lo quitaron.
Las cosas con Eduardo estaban bien, al menos ya no peleábamos hasta por la almohada.

Me hacía sentir bien, comprándome chocolates y aveces llegaba con flores y algún oso de peluche para el bebé.

Apenas iba a completar mi primer mes de embarazo, por lo que había dicho el doctor, era de alto riesgo por el accidente, por lo cual tenía que tener cuidado y estar checandome cada semana por lo menos.

Yo estaba feliz, un bebé y del hombre que amo, que más puedo pedir.

Una vez más me fui a dormir, no sentí a Eduardo llegar en la noche.
Desperté con un dolor horrible en el vientre me senté en la cama y busqué a Marcos pero no estaba, el reloj marcaba las 2:00 am.

Marqué el Número de May, quien después de escucharme no tardo en llegar.

Le dije que me ayudara a parar para ir al hospital, pero cuando quite las cobijas el mundo se me vino a bajo.

Mi sangre estaba por toda la cama y sabía que eso no era bueno.

Maybe corrió a la habitación gritando como loca y yo estaba en shock completamente.

Llegó Kevin y mi suegra a ayudarme, marcaron el número de Marcos pero mandaba a buzón directo.

Llegamos al hospital.

-Tenemos que practicar un legrado o si no puedes tener alguna hemorragia y desangrarte.- explicó el ginecólogo y yo asentí.

Me pusieron suero y conectaron a la máquina y aplicaron la insulina y en todo momento yo estaba llorando.

Mi destino eras tú (Markitos Toys)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora