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Antes de salir de casa me eché un último vistazo en el espejo. El enésimo repaso.

Había optado por ponerme una mini falda negra y una blusa roja ajustada, con encaje en la zona del escote. Era algo muy distinto a lo que llevaría normalmente a una fiesta, pero necesitaba ese empujoncito extra, un modo de sentirme algo más segura.

Megan nos recibió en su casa con una espléndida sonrisa, como siempre. Pero también pude atisbar algo de asombro en sus ojos. No pensaba que realmente fuéramos a asistir.

Cuando entramos Jacob fue a traer unas cervezas.

—¿Bailamos?—Me preguntó.

—No, gracias.—Le respondí tratando de no quedar como una completa antipática.

—Es más que nada porque Peter nos está mirando.—Me susurró al oído.

No busqué a mi ex con la mirada para no ponerme en evidencia, si no que me acerqué a Jacob para bailar.

Él rodeó mi cintura con sus manos, y se acercó un poco más. Apenas había distancia entre nosotros, y sus dedos parecían estar electrizando mi piel. La cosa iba de mal en peor.

Siempre que lo tenía cerca me sentía como una adolescente. No lo entendía, porque ni lo conocía apenas ni me gustaba tanto como para que mi cuerpo actuase de ese modo y decidiera ir a la suya. Pero que no lo entendiese no lo hacía menos real.

Busqué con disimulo a Pete con la mirada, y al no verlo decidí ir a por más bebida. Necesitaba cualquier excusa para romper ese contacto con Jacob; me hacía sentir incómoda de un modo extraño.

La siguiente cerveza que cogí la bebí casi de un trago. Jacob abrió su segunda también conmigo.

Luego tomamos unos chupitos y, cogiendo una botella de ginebra con especias, salimos al jardín.

—Creo que me estoy pasando un poco.—Dijo él  dando otro sorbo a la ginebra, sin refresco ni nada.

—Un día es un día.—Le respondí con una sonrisa.

—Sí, supongo que tienes razón.

—Eres un buen tío, Jacob.

—Gracias. Tú también

—¿También soy un buen tío?

Los dos nos reímos.

—¿Para qué necesitas tanto el dinero?—Pregunté de pronto, sin pensar.

Enseguida me disculpé, por ser una entrometida, y le pedí que olvidara la pregunta.

Parecía que realmente iba a ignorar el hecho de que le hubiese preguntado eso, pero carraspeó y comenzó a hablar.

—Mi madre está enferma. Su tratamiento no es barato, y sus cuidados tampoco. No tenía seguro médico, así que todavía fue peor.— Respondió moviendo el vaso con ginebra.

— Lo siento. ¿Es grave?

—Sí, aunque va mejorando. Parece que por fin han acertado el tratamiento. Parecía tenerle alergia a todo, siempre estaba llena de erupciones y se ahogaba. Por suerte la mayor parte de las afectaciones de la piel están mejorando. Y puede estar sin oxígeno durante más tiempo. Pero cada visita era una pequeña fortuna. Al menos para nuestra economía.

—Me alegro  de que al menos esté mejorando. Y espero que se recupere pronto del todo, de verdad.

—Gracias.— Dijo.— Hacer este tipo de trabajo no me apasiona...Pero da dinero, más que otros empleos, y cobras tras cada cita, lo cual es lo que necesitaba. Sólo tenía claro que no quería nada físico. Eso si que no sería capaz de hacerlo.

— Jacob seguro que se siente muy orgullosa del modo en que estás cuidándola y estás ahí para ella.

—Eso espero.

En ese momento Peter salió al jardín también, pavoneándose como siempre que estaba rodeado de gente.

—Me cae como el puto culo, en serio.—Soltó Jacob.

Casi me atraganto al escuchar su comentario. Me reí. Era la primera vez que lo escuchaba hablar de ese modo.

Aunque me puse un poco más seria cuando vi como mi ex pasaba por nuestro lado y se quedaba hablando con un grupo de gente, bastante cerca.

—Genial.—Murmuré.

—¡Peter! Feliz noche—Le dijo una mujer morena muy atractiva—¡Te nos casas! No lo puedo creer.

—Yo tampoco lo asimilo aún. Tengo a la mujer más bella del planeta a mi lado.

Jacob apretó el puño, y yo le cogí del brazo,  haciéndole un gesto para que nos marcháramos del jardín. Me miró y asintió. 

—Pero ya sabes, en la vida hay que renovar.—Seguía Peter, esta vez hablando aún más alto—Y todos estaréis de acuerdo conmigo en que el cambio fue a mejor. Me deshice de los lastres y la basura que tenía en mi vida.

En ese momento noté como Jacob se soltaba de mi brazo, y andaba hacia Peter. Mierda...no.

No me dio tiempo a hablar, ni a ir a por él...el puño de Jacob se estrelló contra la mandíbula de mi estúpido ex novio.

Me tapé la boca y fui rápidamente hacia ellos. Cogí a Jacob por los hombros, conforme pude, quería alejarlo de allí.

—Eres un cabrón de mierda. —Le espetó Jacob a la cara —Tenías a la chica más increíble del mundo y solo eras capaz de hundirla. Das asco. Y encima te enorgulleces de ello.

—Vaya, Amanda, ¡Te ha salido un defensor!— Bufó Peter con rabia mientras limpiaba la sangre de su labio. —A ver cuanto te dura. Se cansará pronto, no tienes demasiado que ofrecer.

Jacob volvió a cargar contra él, pero le supliqué que nos marcháramos.

—Le durará más que tu mierda de matrimonio, que aún no ha empezado y ya te han puesto los cuernos.  Al menos tú  y tu prometida tenéis algo en común. No sabéis vivir sin traicionar.

Conseguí que saliéramos de aquel infierno, en el medio de cual estaba Peter con todos los ojos clavados en él. Se había quedado prácticamente en shock. 

—¿Se puede saber qué narices haces?—Le pregunté a Jacob chillando en la calle, cerca de su coche.

—Y ¿Qué querías que hiciera? ¿Que dejara que hablara así de ti?

— ¡Podríamos haber hecho como que no lo habíamos escuchado!

—¿En serio? Tal vez tú pudieras. Yo no. No iba a permitir que él hablara así de ti. Ni él ni nadie.

—¿Y vas y le sueltas lo de la infidelidad delante de todos?

—Que sepa lo que se siente. Y encima delante de los gilipollas de sus amigos.

La mandíbula de Jacob estaba apretada por la rabia. Sus manos formaban dos puños y todavía respiraba de manera agitada.

—Sé con la intención que lo has hecho, haciendo que quedase como algo creíble.Pero ha sido demasiado.  No hacía falta que actuaras así.

—¿Actuara? Dios...—Dijo y se pasó una mano por el pelo, nervioso.—Crees que lo he actuado.

—Creo que has hecho lo que has creído correcto en esa situación, para darle un escarmiento ante sus conocidos. Sólo digo que te has lanzado sobre él como un loco. 

—Porque me he vuelto loco en ese momento, Amanda. Tú me estás volviendo loco.

Se acercó a mi y me besó. 

En el momento en que su boca encontró la mía todo mi cuerpo reaccionó, como si se incendiara y mi piel revoloteara. Mi corazón se aceleró, mi estómago dio una sacudida. Lo atraje más hacia mí, abriendo mi boca, correspondiendo ese beso, con ganas. Porque todo mi cuerpo estaba completamente dominado por las ganas.





El precio del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora