Cuando abrí la caja me quedé asombrada. Dentro habían muchos libros. Pude vislumbrar alguno de Craig Rusell. ¡Que maravilla!
—Gracias, chicos—Dije tratando de abrazar a los tres a la vez.
Decidimos tomar algo y después dirigirnos a la noria. Obviamente yo me quería subir a mil cosas, como si fuese una cría.
Jacob me cogió de la mano al caminar y, aunque pareciera mentira, ese gesto me resultó lo más natural del mundo. Como si fuese realmente una novia cogiendo la mano de la persona a la que ama.
Me encantó subir a la noria. Bueno, nos encantó a todos menos a Claire, aunque intentaba hacer como que lo que sentía era aburrimiento y no pánico. No podía parar de reírme al ver su cara.
Cuando bajamos hasta juraría que estaba un poco pálida.
—¿Quieres que comamos algo?— Le pregunté.
—Algodón de azúcar—Dijo con la voz pastosa.
Compramos nuestros dulces y nos sentamos en una mesa de madera para comer tranquilamente.
Matt se río del modo en que yo me comía el algodón, ya que me estaba dejando toda la cara rosa y pegajosa.
—Tienes la boca llena de azúcar— Me dijo Jacob mientras pasaba un dedo por mis labios y luego lo relamió sonriendo.
—Vale...otro gesto así y no respondo—Solté sin pensarlo.
Me besó, de un modo dulce pero intenso, que me atrapó por completo. Y lo peor fue ver la cara de mis amigos, con los ojos abiertos por el asombro pero tratando de aparentar normalidad.
Luego fuimos a el laberinto de espejos. Nunca había entrado en uno, pensé que se me daría algo mal pero no tanto...Me chocaba todo el tiempo, y no sabía si seguir buscando o estar pendiente de que nadie me viera golpearme por enésima vez con los cristales.
La tarde fue inmejorable. Me reí tanto que me dolía el estómago, pero me sentía libre, joven, feliz.
Después de comer unas manzanas con caramelo nos dirigimos a una zona de césped con unos manteles de pícnic para sentarnos en el suelo.
—¿Y esto?—Pregunté extrañada al ver que nos habíamos alejado de la zona de feria para sentarnos allí.
—Tú calla y verás—Respondió Claire.
No me pasó inadvertido que ella y Matt se sentaron en el otro mantel para dejarnos a mí y a Jacob en el que estábamos sentados.
Me puse un poco nerviosa cuando sentí sus ojos mirándome, pero hice como que no me daba cuenta y seguí con mi manzana tranquilamente.
Entonces las luces se apagaron. Y a los pocos instantes comenzaron los fuegos artificiales. Era la pincelada final para una tarde maravillosa.
Cuando noté su mano sobre la mía el corazón me dio un pequeño vuelco, y lo miré.
—Eres preciosa—Me dijo antes de acercarse a mí para besarnos de nuevo.
Cuando los brillantes fuegos acabaron todos aplaudimos. Nos levantamos y recogimos las cosas para dirigirnos hacia los coches.
—Amy yo llevaré a Matt y Jacob que te acerque a ti, ¿no? —Preguntó Claire.
Asentí y los abracé antes de que se marcharan, agradeciéndoles de nuevo por haber preparado aquel maravilloso plan. Claire me hizo un guiño cómplice.
Subí al coche de Jacob y pusimos rumbo a casa, comentando por el camino lo bien que lo habíamos pasado. Y le agradecí de nuevo el hecho de haber venido desinteresadamente.
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El precio del amor
Literatura FemininaCuando el novio de Amanda la deja sin previo aviso siente que todo se desmorona. Había puesto todas sus ilusiones en Peter, pero por lo visto no era el príncipe que ella creía, y solo se trataba de un baboso sapo apestoso. Pero Amanda no está sola...