Capítulo 5

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El aroma a comida era delicioso.

Diferentes condimentos llegaban a las fosas nasales de JongIn. Podía oler los vegetales siendo cocinados en la sartén, incluso el olor de la pimienta siendo recién molida llegaba a su nariz, y su estómago gruñía.

En la cocina, KyungSoo se movía de un lado a otro como todo un experto, JongIn por su lado, lo seguía con la mirada sin poder apartarla de él. Era tan mono ver cómo la criatura de no más de un metro cincuenta llevaba un delantal azul de pingüinos puesto y a la hora de echar algún ingrediente a la sartén, tenía que usar ese banquito para poder alcanzar la estufa. Sin duda tenía grandes dotes en el arte culinario. Quizás JongIn podía estar exagerando, pero él que a duras penas podía hacer sus propias alimentos siendo un adulto, mirar a ese chiquillo cocinar tan bien y tan delicioso, era motivo de elogios.

A su mente, el recuerdo de JungSuk cocinando llegó como un flashback. Fue momentáneo, y la imagen de KyungSoo en la cocina se convirtió en el de su viejo amor. JongIn parpadeó un par de veces y borró de su mente la imagen que tenía de JungSuk sonriéndole hermosamente mientras preparaba un simple ramyeon. No, ese chiquillo no era JungSuk. Quizás llevaba los genes del hombre en su totalidad, quizás el parecido era malditamente igual al de JungSuk, pero estaba mal mirar a KyungSoo y querer creer que era el hombre reencarnado.

Por que no, no lo era.

KyungSoo era mil veces más hermoso que su padre, sus ojos eran tan bellos, y sus labios... JongIn ya se había fijado en ellos justo cuando acercó su mano para mirar el rostro del chiquillo y comprobar que no estaba lastimado. Los labios de KyungSoo, aunque JongIn los miró solo por un instante, eran tan carnosos y rosáceos. Tan... No, JongIn no quiere pensar en eso. KyungSoo era un chico muy responsable y maduro para su edad. Solo era la genética haciendo de las suyas, sí, solo era eso.

Pero no podía evitar mirarlo. La genética había resultado ser una maldita desgraciada que se había burlado de él. En cuanto miró a KyungSoo por primera vez lo supo, supo que el chiquillo era una versión más chiquita y compacta del que fue su amor. El amor de su vida no correspondido. Pero al diablo. No importaba que se parecieran, no era un delito mirar, observar y analizar cada detalle de KyungSoo o ¿Sí? No, no lo era.

- ¿Señor JongIn? -

JongIn salió de su ensoñación cuando la suave voz de KyungSoo llegó a sus oídos. Rápidamente regreso su mente a la realidad y miró al chico quien de la cocina le hablaba.

- ¿Sí?- respondió JongIn mirando al chiquillo quien sostenía un par de platos en sus manos.

- La comida está lista-, dijo KyungSoo suavemente mirando al hombre.

Ugh... Y ahí estaba, era la misma mirada de no entender nada de JungSuk. Era justo la misma que KyungSoo tenía en sus ojos.

Negó sacudiendo la cabeza, podían pasar los años y tratar de engañar a su mente, pero a JongIn realmente se le había hecho difícil superar a JungSuk. Sin embargo lo lograría, solo era cuestión de tiempo y de otros años más.

Sin dejar de mirar a KyungSoo, JongIn se acercó al comedor, observó con detenimiento como el chiquillo de manera ordenada y cuidadosa acomodaba los platos y servía los alimentos, era tan agradable verlo que JongIn sonrió de lado.

- Espero que le guste, aún no me sale la receta como debería, madre dice que con el tiempo lo lograré,- KyungSoo dijo acomodando un plato al frente de JongIn.

- Estoy seguro que sí, - respondió JongIn.

Después de un par de minutos, el silencio era tan incómodo que solo se podía escuchar el sonido de los cubiertos al chocar con los platos.

El Amigo de mi PadreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora