Capítulo 2

607 95 12
                                    

- No se que rayos estoy haciendo aquí...

Sí, realmente JongIn se preguntaba que hacía frente a la casa de la viuda de JungSuk.

Su cabeza le había dado muchas vueltas al asunto y realmente se decía que no tenía nada que perder, su dignidad ya se había extinguido cuando paso más de diez años enamorado de un tipo que le había ocultado toda su vida, era estúpido, pero así eran las cosas.

Nunca creyó que realmente hubiese hecho caso a ese viejo decrépito y rabo verde, si no fuese por el miedo a perder su valioso trabajo en la constructora, hubiese mandado al diablo al viejo y a toda su maldita explotación laboral. Ese viejo anciano tenía la culpa por haberlo orillado hacer cosas que él claramente no quería. Por que, ¡diablos! ¿Que necesidad tenía él, de buscar la ayuda de alguien de quién no quería saber nada? Si tan solo fuese millonario, jamás hubiese tenido la necesidad de andar pidiendo favores a personas indeseadas. Pero ahora tenía que humillarse, y llegar a la casa de unas personas,- prácticamente desconocidas- y pedirle hospedaje, realmente era patético.

Y ahora estába ahí, con la duda de si había hecho bien en buscarlos. Con su dedo a punto de presionar el timbre de esa pequeña casa, JongIn se debatía en un si, o un no, precionar o no precionar el timbre. Hasta para tomar sus propias decisiones era un estúpido.

- Maldiciones, si no responden al tercer timbrazo, me largo...- susurró JongIn.

En el primer timbrazo nadie contesto, luego, JongIn presionó por segunda vez el timbre obteniendo la misma respuesta, nada, tal parecía que no había nadie en casa. Con el tercer timbrazo, JongIn daría la vuelta para volver por el mismo camino por donde llegó.

Bien, no hay nadie, me largo, gastaré todos mis ahorros en un puto hotel... pensó JongIn para sus adentros.

Regresando sobre sus pasos, JongIn acomodó su bolso en el hombro, dando vuelta para buscar un hotel y poder descansar, antes de que cayera la noche. Pero, antes de poder salir de ese lugar, el sonido de la puerta siendo abierta detuvo su andar, y entonces la respiración de JongIn se detuvo, y por un instante perdió su hermoso color siendo este reemplazado por un tono más pálido.

- Oh.. disculpe, ¿Se le ofrece algo?

Esa voz...

Él aun la reconocía, quizás podrían haber pasado algunos años, pero aún la podía reconocer, había cruzado un par palabras en el pasado con la dueña de esa voz, ella era Sooyoung, la esposa de JungSuk.

Maldiciones...

Haciendo una mueca de frustración, JongIn se giró mirando a la mujer que estába justo frente a él. Sonrió con frustración, siendo personalmente obligado a dar una sonrisa que el claramente no tenía ganas de dar, y se obligó a si mismo a dar un saludo obligatorio a Sooyoung, con una sonrisa en forma de mueca, que por más que intento, no pudo salir tan natural como el habría querido fingir.

- Hey... hola..- murmuró JongIn.

Se preguntaba si realmente todas las decisiones que había tomado en su vida, habían sido correctas, pero si se ponía a meditar en todo, hasta llegar al punto donde estába, claramente su vida apestaba. Era un pobreton que había recurrido a la ayuda de la mujer del hombre que lo había abandonado. Ir a Seocho-gu realmente no había sido una buena decisión, pero al final de cuentas, era Kim JongIn, y Kim JongIn jamás tomaba buenas decisiones. Era Kim JongIn, el patético. Kim JongIn el hombre que ni siquiera había podido tener verdadero sexo en más de doce años...

- ¿JongIn...? ¿eres Kim JongIn?- preguntó la mujer.

Con los labios suavemente apretados, - y con el rostro totalmente lleno de humillación- JongIn asintió mirando al piso, aparentando como si todo hubiese sido casual.

El Amigo de mi PadreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora