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"Que delicioso está esto."

"¿No crees que deberían haber más platillos como este?"

"La textura es tan suave"

"Sabe tan bien, que si muriera ahora, moriría feliz."

"Increíble... Muy increíble."

Eran los murmullos que se escuchaban en cada rincón del restaurante.

Mikasa, desde la cocina, con una bandeja abrazada a su cuerpo, observaba complacida ante el grato recibimiento del público. Aquel fin de semana se estrenó su platillo recién aprobado. Los conocimientos de Furukawa eran impresionantes. Cada que él aprobaba un platillo, este se volvía popular rápidamente.

—Felicidades —musitó su jefe. Mikasa volteó, conectando su mirada con la suya.

—Esto no hubiera sido posible si usted no me hubiera ayudado, sensei. Muchas gracias. No sabe... En verdad... No sabe cuán felices y orgullosos están mis padres.

Furukawa sonrió al notar como los ojos de la joven brillaban. Era tan similar a su querida Yui; sus ojos, su cabello, sus metas...

"—No puedo esperar para ayudarte, padre. Ya es hora que descanses —la joven que yacía de brazos cruzados, realizó un puchero—. Te has esforzado mucho.

Furukawa la rodeó con su brazos, aprisionándola a su pecho. Ella, lo abrazó por la cintura.

Y yo no puedo esperar a que cumplas tus sueños, mi pequeña Yui.

Ella sonrió ante sus palabras y afianzó su agarre."

Sí.

Se propuso a sí mismo desde el día que la conoció, desde aquel día lluvioso y con fuerte viento, que sin importar que, él la ayudaría y apoyaría hasta el final de su largo camino.

Haría con ella lo que, lamentablemente, no pudo hacer con su adorada hija.

—No tienes porque agrade... —una fuerte tos cuartó sus palabras.

Mikasa, con preocupación, acarició su espalda, tratando de calmar torpemente su ataque.

—¿Se encuentra bien?

—S-Sí, no te preocupes —su voz sonaba un poco rasposa—. A pesar de los años, aún me afecta el clima de esta ciudad.

Mikasa asintió convencida. Era cierto, después de todo la noches eran muy frías.

—Oí que la situación de tu pueblo ha estado mejorando —continuó, luego de tomar un vaso con agua—. ¿Tú padre te contó?

—Oh, sí —respondió, haciendo memoria—. Ya volvieron a los cultivos luego de la sequía.

—Es un alivio. ¿Y? ¿Lista para tus exámenes?

Gruñó ante el interrogante. El lunes comenzaría su semana de exámenes. Una semana entera llena de estrés y ojeras.

Al tener un sólo empleo, tendría más tiempo para estudiar. Sumando el hecho de que, Furukawa fuera consciente de su situación de estudiante, reducía sus horarios laborales.

—Ya puedo sentir la desesperación en los pasillos —bromeó—. Pero no se preocupe, me esforzaré.

{♥}

Agobiante, así se podía describir la semana, agobiante. Estudiantes en los pasillos, aulas y en las áreas verdes de la universidad con computadoras y libros era lo más notable.

Ya en su lugar de estudio, Mikasa acomodo sus útiles y se dispuso a estudiar. Con el transcurso de las horas, los brazos de Morfeo la atraparon. Aunque no trabajaba las mismas horas que antes, permanecía despierta hasta tarde hablando con sus padres.

𝐷𝑜𝑢𝑏𝑙𝑒 𝑙𝑜𝑣𝑒 [𝐸𝑛 𝐸𝑑𝑖𝑐𝑖𝑜́𝑛]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora