Just passing our time

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Brian sale casi corriendo de su hogar, ya que se le está haciendo demasiado tarde para llegar a su primera clase. Llega a la estación de autobús, y, afortunadamente, logra tomar su transporte a tiempo. Toma asiento junto a la ventana, ya más relajado.

El autobús está a punto de partir, pero alguien que llega muy apresurado hace que se detenga; esa persona sube lo más rápido que puede y, ahora sí, el bus se pone en marcha.

Aquel joven que subió al final, encuentra un asiento libre, al lado de Brian.

—Disculpa, ¿puedo sentarme aquí? —habla el chico pelinegro, al ver que el asiento es ocupado por algunos libros.

—Adelante —dice mientras pone sus cosas en su regazo. No cruzaron más palabras en el resto del trayecto.

El camino hacia la universidad es tranquilo. Llega la hora de bajar, varias personas se van del vehículo, al igual que Brian y el otro chico, quien baja con trabajos de ahí.

—¿Por favor, podrías ayudarme con esto? —pregunta al más alto, sosteniendo con dificultad varios papeles y un bolso bastante pesado. Se escuchó un tono de pena en su voz.

—Claro —responde para luego sostener lo que le aproximó el más bajo.

—Soy Freddie —anuncia de repente, después de poner todas sus cosas en orden, para así romper el silencio entre ellos.

—Brian —le dice, luego le da una pequeña sonrisa.

—¿Estudias aquí? —cuestiona por pura curiosidad.

—Sí, ¿y tú?

—Yo también —le sonríe. Siguen hablando sobre algunas cosas más mientras caminan hasta entrar al edificio. Brian ya ha olvidado que llega tarde a clases, entra en cuenta hasta ver su reloj, se preocupa sólo un poco al verlo.

—Freddie —habla, llamando su atención—, lo siento, ya tengo que irme, necesito entrar a clase, si gustas, podemos vernos más tarde —pregunta desviando la mirada.

—Está bien, no te preocupes, adiós ¡Suerte! —se despiden con un ademán y se van a sus respectivas clases.

Al final, Brian llega un poco tarde al salón, pero no tiene muchos problemas con el profesor, todo gracias a su buena conducta y las excelentes notas que lleva.

Las horas pasan y no puede quitarse de la cabeza el suceso de la mañana, más en especifico, a aquel chico, le agradó bastante, demasiado, diría él.

Las horas se pasan más rápido de lo que esperaba. Al estar tan perdido en sus pensamientos, recuerda de último momento que Roger lo invitó a un bar para conocer a unos amigos; empieza a guardar sus cosas lo más rápido que puede, al terminar, se dirige al lugar que acordaron.

Luego de correr a todo lo que dieron sus piernas, finalmente llega al bar; antes de ingresar, se da un tiempo para acomodar su ropa y respirar un poco, está algo agitado.

Al entrar, logra localizar a su rubio amigo, ve que está con dos chicos, no logra ver bien sus rostros desde su lugar, así que decide acercarse; mientras se aproximaba, va fijándose en ambos muchachos.

Uno de ellos tiene el cabello castaño, largo y un poco ondulado, viste unos pantalones blancos de campana y una camiseta de color negro con blanco a rayas; el otro joven es levemente más bajo que él primero, tiene el pelo oscuro, le llega a la altura del hombro, este lleva unos jeans negros ajustados, una chaqueta del mismo color que los pantalones y una camisa blanca. Roger porta unos pantalones de mezclilla turquesa y una chaqueta color marrón claro.

En cuanto su amigo se da cuenta de que al fin ha llegado, le hace señas para que se acerque a ellos.

—¡Brimi! —saluda el rubio muy emocionado, abrazándolo, el más alto le corresponde—. John, Freddie, él es Brian, mi amigo del que tanto les he hablado —lo presenta después de liberarlo del abrazo.

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