Capítulo 2 - [I]

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A pesar de su eterno anhelo por encontrar a esa persona que le hiciera ver estrellas y planetas con una sola sonrisa, Taehyung nunca había soñado con príncipes y princesas, tampoco con chicos perfectos ni mucho menos con los famosos badboys de novela juvenil. Él no fantaseaba con un amor francés ni con una historia trágica, llena de sentimientos prohibidos. No tenía una lista con cualidades perfectas ni un estereotipo físico que seguir, y tampoco vivía mirando de un lado al otro como una polilla en busca de su luz. Él, con su cabello teñido de rojo borgoña y su mirada cariñosa y simpática, con su curiosa sonrisa cuadrada, simplemente esperaba cruzar la calle un día y encontrar del otro lado una sonrisa bonita y unos ojos que lo dejaran ver un corazón dispuesto a ser para él todo lo que él mismo estaba dispuesto a ser.

Su falta de expectativas y su odio por los estereotipos tal vez se debían a Yoongi, o eso era lo que solía pensar. Tantas horas de escuchar monólogos interminables sobre la importancia de no tener prejuicios y mantener la realidad en el punto de mira tenían que servir para algo, ¿no? De hecho, Taehyung realmente creía que gran parte de quien era se debía a Yoongi, aunque no estaba muy seguro de que él mismo hubiera influenciado en algo al chico pelinegro. Tampoco se quejaba, Yoongi era y siempre había sido un ser altamente incomprendido, pero, de alguna forma, Taehyung siempre se había dejado llevar por él.

Si Yoongi decía que era mejor girar hacia la izquierda en lugar de hacia la derecha, Taehyung lo hacía, así, sin cuestionarlo, porque quien lo decía era Yoongi, y su Yoongi jamás haría nada que pudiera perjudicarlo. Él lo sabía, estaba tan seguro de ello como de su propio nombre, y aunque no sabría explicar nunca el porqué, tampoco le interesaba saberlo.

-Llegas tarde -lo acusó nada más abrió la puerta principal de su casa, procediendo a salir de ésta sin apenas mirarlo, pasando por su lado, muy cerca, pero sin rozarlo. -Por milésima vez este mes, Yoon.

-Tranquilo, ya cierro yo la puerta de tu casa por la que acabas de salir -gruñó el pelinegro, la ironía tiñendo cada una de sus palabras, y Taehyung tuvo que contener una sonrisa cuando el chico llegó a la acera y se posicionó a su lado, ambos dispuestos ya a tomar el autobús que los llevaría un día más a la universidad, la dichosa universidad.

Ah, Taehyung realmente amaba su carrera, esa que ni siquiera había tenido que elegir porque lo había sabido desde que su padre lo llevó a ver un concierto de violín cuando tenía cinco años, pero él realmente odiaba la universidad. Odiaba las miradas llenas de juicios injustos, odiaba la inmadurez digna de una escuela primaria, odiaba los chicos que se creían malos y las chicas que juraban ser superiores por algo tan vano como la apariencia física. Odiaba todo eso, y muchas cosas más, pero lo que Taehyung realmente aborrecía era el rechazo que todo el mundo sentía por su Yoongi sólo porque éste era demasiado diferente a todos, demasiado complejo, demasiado inusual.

-¿No vas a preguntarme qué tal mi domingo? -le preguntó mientras ambos tomaban asiento dentro del autobús, él en el pasillo para poder acomodar más libremente el estuche de su violín, y Yoongi en la ventanilla para poder mirar el cielo, como siempre desde que tenían edad de viajar solos en cualquier medio de transporte.

-No me interesa en lo absoluto tu domingo.

Taehyung chasqueó la lengua y cruzó los brazos por sobre su pecho, frustrado. Justo a eso se refería cuando usaba el adjetivo "difícil" para describir a su mejor amigo.

-Se llama cortesía -insistió, no porque realmente quisiera hablar de su muy aburrido domingo lleno de prácticas y trabajos, sino porque por algún motivo que el chico desconocía Yoongi no se había aparecido por su ventana en todo el día, ni siquiera una vez llegada la hora de dormir, y eso que los domingos siempre dormían juntos.

-La cortesía es una invención social que tiene el objetivo de ocultar la aversión que sienten los seres humanos hacia otros seres humanos.

Y justo de eso hablaba cuando se refería a Yoongi como complejo y endemoniadamente complicado. Y raro, porque desde que tenía memoria Yoongi se dirigía a las personas como "seres humanos", como si él fuera demasiado superior para incluirse en el grupo, y lo peor era que Taehyung a veces incluso pensaba que, de cierta forma, lo era.

-Vaya, gracias entonces por no ocultar tu aversión por mí -fingió sentirse ofendido, afianzando su propio agarre sobre sus brazos, conteniéndose de mirar a Yoongi aunque sabía que el chico ni siquiera se estaba tomando la molestia de mirarlo a él mientras hacía su drama del lunes.

-No quiero ser descortés mintiéndote en la cara -le siguió el juego Yoongi. -De hecho, si no me caes bien y no finjo lo contrario estoy siendo descortés, pero también estoy siendo cortés al no mentirte y fingir simpatía. En cambio, si no me caes bien y finjo que sí, estoy siendo cortés pero también descortés porque te estoy mintiendo.

-Al escuchar tu tono emocionado debí suponer que estabas a punto de soltar uno de tus razonamientos extraños, fui un iluso al pensar que el indiferente Yoongi podía emocionarse por algo más.

-Razonamientos extraños, dice -se indignó el pelinegro, mirándolo por primera vez desde que comenzó la conversación. -Es un...

-Círculo vicioso, sí, sí -lo interrumpió Taehyung, rodando los ojos. Jamás iba a comprender como algo que constituía un verdadero quebradero de cabeza podía ser el pasatiempo favorito de su mejor amigo. -¿Y qué dices de la cortesía cuando alguien te cae bien?

-Cuando alguien te cae bien no tienes que ser cortés, porque por naturaleza actúas de buena manera.

Taehyung pensó en ello por un momento, poco sorprendido ante la cruda forma de pensar que tenía su amigo, demasiado acostumbrado a ello.

-¿A qué conclusión has llegado, entonces? -le preguntó tiempo después, tras un largo silencio en el que ambos permanecieron sumidos en sus propios pensamientos.

-A la de que me caes mal.

Taehyung giró la cabeza hacia él como un resorte, su expresión denotando su inmensa indignación. Su ceño fruncido, sin embargo, se relajó notablemente cuando vio la sonrisita que el siempre inexpresivo rostro de Yoongi quería ocultar, sus ojos alargados y oscuros mostrando su diversión.

Ah, las sonrisas sinceras de Yoongi eran en definitiva la debilidad de todo aquel que las conocía. Era una lástima que en esa lista sólo estuviera Taehyung.

Ángel del Dolor y el Error - KookGiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora