Capítulo 17 - [II]

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Aquella estaba siendo, a pesar de todo, una buena vida. Cuanto menos curiosa, pero buena en cualquier caso. Especial, llena de primeras veces para el ángel.

No muchos de sus humanos se habían casado, menos aún con alguien a quien verdaderamente amaban. En el pasado, Yoongi había sido incapaz de impedir un montón de matrimonios arreglados por los padres de sus humanos, o de convencer a su humano de que la persona al otro lado del altar sólo le iba a hacer daño. Por eso Yoongi casi lloró de felicidad por primera vez en su vida cuando vio a Taehyung, preciosísimo, de pie sobre el altar. Cuando los escuchó decir los votos más ridículos que había oído nunca, llenos de bromas, recuerdos y deseos, cuando los vio dar el .

Como no podía ser de otra forma, Yoongi fue el primero en saber que les habían aceptado la solicitud de adopción, después de meses en la lista de selección, de entrevistas, certificados económicos, psicologícos, laborales, montones de papeleo... La pareja quería profundamente tener un hijo, pero de la teoría a la práctica había un buen tramo, y cuando efectivamente les concedieron el permiso, el pelirrojo se dio cuenta de que no estaba tan preparado como había pensado. Tenían treinta y dos años, Yoongi estaba en su despacho, era profesor de Filosofía en un instituto técnico, lo que nadie que lo conocía entendía, pues si había un tipo de ser humano que odiaba, ese era el de los adolescentes. Antes que verlo, escuchó los zapatos del pelirrojo resonar con prisa en el pasillo. Luego, su puerta se abrió sin cuidado alguno, el atractivo rostro del muchacho apareció desencajado en su rango de visión, sus ojos irritados y el cabello más revuelto que nunca, y por suerte Yoongi tenía buenos reflejos, pues en lugar de actuar como una persona civilizada, Taehyung le arrojó desde la puerta un sobre pesado ya rasgado. Yoongi lo agarró en el aire y sacó el fajo de hojas. La primera, y bien arriba, tras una breve introducción, ponía en letra grande y sobresaliente, solicitud de adopción aceptada.

Antes de que Yoongi pudiera siquiera levantar la vista hacia el hombre, que ya se había acercado, un total de cinco fotografías cayeron sobre su escritorio. Todas con bebés diferentes, de entre tres y seis meses, que habían sido dados en adopción. Cinco opciones, cinco oportunidades.

Taehyung lloró más que lo que había llorado en años, Yoongi percibió todo tipo de emociones en el hombre, desde la felicidad hasta el miedo, desde el nerviosismo hasta la preocupación. Yoongi lo abrazó hasta que se tranquilizó. Esa noche durmieron juntos, como hacía casi ocho años no hacían, y, al día siguiente, Taehyung, cuya felicidad por la nueva realidad ya se había sobrepuesto a todo lo demás, se lo contó a Hoseok, y Yoongi, por fin solo desde que había recibido la noticia, se dio cuenta de que lo había conseguido.

Un ser humano suyo, de Yoongi, Ángel del Amor, de la Legión Quinta, nacido de Guardianes, era plenamente feliz.

Y aunque Yoongi había aprendido a llevar su dolor con mucha más facilidad, llegando incluso a olvidarlo por breves períodos de tiempo, el día que se les fue entregado Jong Suk, cuando Hoseok se lo puso entre los brazos, una cosita diminuta a pesar de sus ya cuatro meses, Yoongi fue feliz por primera vez desde la muerte de Jungkook.

Aquel día volvió a su forma lumínica después de años de no hacerlo, y, complacido, vio que había vuelto su color. No tan vivo, tan precioso como había sido su atardecer rosado cuando vivió junto a Jungkook durante aquellos lejanos meses, pero de nuevo brillaba, amarillento, rosáceo, anaranjado, dorado...

Yoongi no volvió a sostener al bebé hasta después de casi seis meses. Todo el mundo supuso que era porque simplemente no le gustaba, su fastidio por los seres humanos era ya bien sabido por su entorno más cercano, especialmente por la criaturas menores de veinte años. Y aunque aquello era verdad, la realidad era que Yoongi simplemente temía hacerle daño al humanito. Su fuerza era sobrehumana, y aunque ya la controlaba con precisión, los accidentes ocurrían, así que esperó hasta que ya no era tan pequeñito para cargarlo de nuevo. Y Taehyung lo maldijo por días enteros, porque se dieron cuenta de que cuando Yoongi lo cargaba, el niño dejaba de llorar de inmediato, y no volvía a hacerlo por horas. A los diez meses, sin embargo, Jong Suk ya no lloraba tantísimo como al principio, así que los brazos de Yoongi ya no tenían tanta utilidad.

Ángel del Dolor y el Error - KookGiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora