Capítulo 5 - [II]

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Lunes, otra vez, y segunda vez en el mes en la que Yoongi no había aparecido en todo el domingo, ni contestado sus mensajes, ni dado señal de vida alguna. Sin embargo, mientras que hacía dos semanas Taehyung se lo había reprochado y había dejado fluir su drama en todo su esplendor, aquel lunes el pelirrojo había decidido jugar al juego preferido de Yoongi, el silencio, incluso aunque era casi seguro que perdería. No le importó.

Tenía veintidós años, y aun así no le importó saber que estaba siendo infantil cuando, a pesar de llevar varios minutos de pie tras la puerta de su casa, hizo a Yoongi esperar cuando éste tocó el timbre. Contó hasta cien incluso aunque sabía que Yoongi no volvería a tocar por respeto a sus padres, y sólo entonces abrió y salió. 

Taehyung no lo saludó, y tuvo que morderse la lengua con frustración cuando el pelinegro empezó a caminar como si tal cosa hacia la parada del autobús, como si ni siquiera lo hubiera notado, no saludándolo tampoco. Y así, entre paso y paso y ocho semáforos en el autobús, ambos entraron con andar lento y desanimado al campus, sin haber pronunciado palabra alguna en el camino. Taehyung, sin embargo, era débil, y no soportaría hasta el final de la jornada si no le decía al menos una palabra. 

-¿No vas a decirme nada?

-Tú eres el que está molesto por algún motivo desconocido.

-Podrías haberme saludado, al menos. 

-¿Por qué no me saludaste tú?

-Porque quería que tú lo hicieras. 

-Eso no tiene sentido, Tae. Si quieres que te diga algo, pídemelo y ya. 

Taehyung se detuvo ahí, en medio del campus, y cuando sintió sus ojos llenarse de lágrimas supo que aquella situación tan ridícula era plenamente su culpa. Yoongi no tenía ningún tipo de obligación con él, no había un contrato en donde se estipulara que los domingos del muchacho le pertenecían, ni que tenía que responder sus mensajes por obligación en el momento en que se enviaran. Y, aun sabiéndolo, Taehyung quería… mierda, él sólo quería que por una vez fuera Yoongi quien tuviera la delicadeza de comenzar una conversación, de preguntarle cómo estaba o si, por casualidad, había sucedido algo especial en su fin de semana. 

Observó la espalda menuda y ligera de Yoongi, que había seguido caminando. Sintió unas ganas profundas y sinceras de insultarlo hasta que su boca quedara seca, pero se contuvo, se dio la vuelta, y se dirigió a la Facultad de Música sin volver la mirada atrás. 

***

Martes, otra vez. Taehyung, que el día anterior había decidido saltarse el ritual de la cafetería para encerrarse el resto del día en el salón de prácticas, se dirigió con pasos pesados hacia el Atrium, decenas de preguntas atacando su mente mientras esperaba el ascensor que lo llevaría a la última planta. Ayer, al Yoongi no verlo llegar a la cafetería, ¿se fue o esperó por él? Aquella mañana, cuando Yoongi tocó el timbre de su casa y nadie respondió respondido, ¿había vuelto a tocar? ¿Estaría ahora mismo sentado en la mesa de siempre, con su café tan amargo como él?

Taehyung suspiró, saliendo del ascensor y evitando a consciencia mirar hacia las mesas, yendo directamente hacia la barra de la cafetería. Mentiría si dijera que su estado de ánimo mejoró al menos ínfimamente cuando Jungkook se acercó antes que nadie más, pues la verdad era que Yoongi estaba muy por encima de cualquier sonrisa atractiva, y así lo estaban también todas las emociones, positivas y negativas, que Yoongi lo hacía sentir. 

-Hoy tienes cara de café solo sin azúcar, no de chocolate con leche. 

Taehyung no pudo más que sonreír ante lo que las palabras de Jungkook insinuaban, y tras pensarlo durante unos segundos se sentó en uno de los bancos de la barra y, efectivamente, sustituyó su chocolate con leche diario por un café, aunque con leche y azúcar. 

Ángel del Dolor y el Error - KookGiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora