— ¿Has dicho algo? — preguntó Freddy en señas al separar del abrazo de Fred.
El azabache sonrió, bajó la cabeza y negó lentamente. Al mirarle de nuevo sus ojos se habían entre cerrado haciéndole pequeñas y perfectas arrugas en las orillas, precisamente por la gran sonrisa que le daba.
— ¿Qué pasa? — preguntó de nuevo algo divertido Freddy.
— Es que eres muy lindo, Freddy. — Le respondió el otro —, Por favor, no te alejes de mi nunca.