Cuarenta y uno

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— ¿Sí?

— ¿Dónde estás? — preguntó la femenina y ronca voz de su madre al otro lado de la línea —, Hoy te toca cocinar.

No recordaba algo así; — Voy a casa de Freddy, él me invitó a comer.

Un silencio.

Escuchó la pesada respiración de su madre, seguro ya estaba borracha; — Bien, como sea.

Y colgó.

Freddy le miraba con curiosidad, sus grandes ojos azules brillaban delante de él; — ¿Quién era? — preguntó con movimientos rápidos de mano.

Se había vuelto muy bueno gracias a la constante práctica.

— Mamá.

— ¿Debes irte?

— No. Iré contigo.

Sordera (Freddedy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora