Una Estrella Fugaz

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Capítulo 2:

Reconocí la voz de Matías y seguí el sonido que me condujo al lado trasero de la casa. Allí lo encontré, arrodillado frente a Linda. Ella estaba de pie en un banquillo de piedra, escuchándolo mientras Matías le cantaba apasionadamente.

Nadie Más — Ivan Nilson — ver al final del capítulo

Estaba completamente destrozada. No podía creer lo que mis ojos veían, así que salí corriendo en busca de un poco de aire fresco. Llegué hasta una plaza desierta y encontré un banco solitario. Me dejé caer en él y, sin poder evitarlo, las lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas. La tristeza me envolvía por completo, y me preguntaba por qué tenía que soportar esta soledad. Sentirme invisible en mi propia casa ya era duro, pero esta situación lo hacía aún peor.

Levanté la vista al cielo, buscando consuelo en la lluvia que comenzaba a caer. Dejé que las gotas se mezclaran con mis lágrimas, deseando con todas mis fuerzas que esta sensación de abandono desapareciera. Pero por más que lo anhelaba, seguía sintiéndome profundamente sola.

En ese momento, alguien posó una mano en mi hombro y, al girarme, no podía creer lo que veían mis ojos.

Paseaba por el parque, perdido en mis pensamientos, reflexionando sobre cómo la gente tiende a percibirme como un tipo divertido, seguro de sí mismo. Pero la verdad es que detrás de esa fachada, la cosa es bastante diferente. Si bien suelo mostrarme positivo y hacer bromas, la realidad es que no soy así la mayor parte del tiempo. Últimamente, me resulta difícil confiar en la gente. ¿Es tan complicado encontrar a alguien leal en este mundo?

De repente, un llanto rompió mi ensimismamiento. Sonaba como un sollozo de alguien indefenso. Preocupado, me acerqué, pensando que tal vez un niño se había perdido. A medida que me acercaba, vi a una niña, su cabello oscuro y ondulado a mis ojos. Estaba sentada sola en un banco, y me aproximé con cautela. Le toqué el hombro suavemente para asegurarme de que estuviera bien. Con este tiempo, no era seguro que una niña estuviera afuera sola.

En ese momento, me arrepentí de haberme acercado, porque en cuanto la niña me vio, se puso de pie y su expresión me indicó que estaba a punto de gritar. «Qué buen momento para encontrarme con una fan», pensé para mis adentros—. JOE JONAS... NO PUED... —su rostro reflejaba sorpresa, y su respiración estaba agitada.

No grites, niña, por favor, solo tranquilízate —suplicé con desesperación, mirando a la niña de ojos tristes.

— Está bien... Yo... M-me calmo —dijo algo en español, pero no entendía lo que decía.

¿Sabes inglés? —pregunté haciendo señas que parecieron hacerle gracia.

— Sí, he aprendido algo gracias a los videojuegos y las películas —respondió con una media sonrisa. No pude evitar sentirme triste al ver sus ojos hinchados de tanto llorar, aunque noté que no dejaba de mirarme.

¿Por qué lloras? —le pregunté, y mi corazón se encogió aún más cuando sus ojos brillaron al mirarme.

— Porque acabo de ver cómo un chico le declaraba su amor a una chica, y eso me puso triste porque creo que ese chico me gusta —contestó con tristeza, mirando sus dedos y suspirando con angustia.

Me tomó por sorpresa que compartiera esto conmigo, pero me hizo bien saber que confiaba en mí—. No malgastes tus lágrimas por los chicos, niña. Creo que aún eres muy joven para sufrir por amor —suspiré y poco a poco, la lluvia dejó de caer. 

Miré a mi alrededor para asegurarme de que nadie nos hubiera escuchado, y noté que ella seguía mirándome fijamente.

— ¿Y tú por qué estás triste? —preguntó, inclinando la cabeza ligeramente.

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