Hoy eres mas Lola que nunca

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Capítulo 7: 

Al otro día, me revolví en la cama con molestia, pensando «¡¿Quién rayos apagó el aire?!». Odiaba el verano, en especial el calor. Abrí los ojos y noté que Joe no estaba en la cama. Salí de la cama bostezando y me dirigí a mi verdadera habitación, saludando discretamente, como era costumbre, a los posters de los Jonas pegados en las paredes. Busque que ponerme mientras iba rumbo al baño, murmurando para mí misma lo mucho que odiaba sudar.

En el camino me encontré con Fer, le sonreí y la saludé.

– Amiga –exclamó mientras corría hacia mí y me abrazaba preocupada, como sabía que haría, por lo que me aguante y dejé que me abrazara. Fer es como una hermana para mí. Me soltó y examinó mi rostro, abriendo la boca sorprendida.

– Estoy bien, Joe se encargó de curarme anoche –comenté intentando sonreír, pero mis ojos se achicaron debido a mi cara de dormida, lo que no me permitía ver muy bien.

Ella se asombró y luego suspiró de manera divertida.– Es lindo escuchar que ya no se pelean –, añadió aliviada.– Ahora que se han arreglado, ¿tal vez podrías pedirle ayuda con el canto? –, sugirió, pero apenas presté atención a lo que me dijo. De repente, una imagen de Joe y la palabra canto se filtraron en mi mente. Ahí es cuando mis neuronas reaccionan. ¡Joe!, ¡Canto!, ¡a las 9! ¡Oh, Dios! Había olvidado por completo. Me despedí de Fer rápidamente y me dirigí al baño. Me di una ducha y me puse una blusa de manga corta negra con detalles de encaje marrón, debajo un jean con parches y mis zapatillas John Foos negras.

Salí del baño y fui a la sala. Miré el reloj, eran las 9:03 a.m. ¡Ash! Esto no es mi culpa, ¿en serio? Una hora más o una hora menos, ¿cuál es el problema? Salí de casa pensando que debería desayunar, pero bueno, casi nunca lo hago. Corrí un poco para llegar rápido, y odio correr. Finalmente, llegué al bar y entré por la puerta lateral. Cuando entré, vi a Joe parado en el escenario con los brazos cruzados. «Creo que está molesto, ¿debería correr?», me pregunté. Tosí por mi garganta seca de correr y me di cuenta de que estaba entrando en calor de nuevo, además de que el lugar no estaba tan fresco como me gustaría.

Mis disculpas, me quedé dor... –me interrumpió alzando la mano. Me senté en una banqueta cerca de Joe, aún recuperándome del aliento después de haber corrido tres cuadras y media hasta aquí.

–Esta vez te lo dejo pasar, pero la próxima vez... –comentó corriéndose el flequillo que caía sobre su ojo izquierdo, tratando de no enojarse. Caminaba de un lado al otro en el escenario. «¿En serio se va a molestar por llegar ¡cuatro minutos tarde!?». – Antes de que llegaras, estuve pensando que debería establecer algunas reglas. Tú y yo sabemos que nuestra relación no es sencilla, y dudo que lo sea después de tu mentira –se detuvo y se apoyó en el respaldo de una de las sillas–. La primera regla es que no debemos mezclar sentimientos con la enseñanza. Sé que estamos en una clase de música, y los sentimientos son herramientas importantes para ser músico, al menos, así lo veo yo –indicó con autoridad y rodé los ojos. «Es un mandón, no me sorprende que sea de Leo». – La segunda regla: debes aprender a aceptar las críticas. La tercera regla: no se aceptan renuncias en este lugar. No importa lo que salga mal, debes seguir adelante, porque nadie logra cumplir un sueño si se rinde –asentí, consciente de que podría ser un reto. – Te advierto que Nick y Kevin también me ayudarán con las clases –mis ojos se abrieron de par en par. A veces, aunque no lo demuestre, siempre me sorprende verlos por la casa. Y ahora, Joe, Kevin y Nick me enseñarán música. No sé qué hice para merecer a estas tres personas en mi camino, pero gracias a las fans que los persiguieron, ya que si no fuera por eso, no los habría conocido. – Y la última regla, pero la más importante: siempre debes ser puntual –haciendo hincapié en sus palabras.

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