¿Te atrevez a soñar?

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Capítulo 8:

️🔞| +18 Esta historia contiene escenas de violencia que pueden resultar sensibles para el o los lectores. |

Matías se volteó hacia mí, su sonrisa tierna se transformó en una mirada severa. En sus ojos, vi hostilidad y frialdad, y mi sonrisa se borró al verlo acercarse de una manera extraña. Algo en mi mente me gritaba que debía alejarme, que seguirlo había sido un error, y mi respiración comenzó a agitarse.

— ¡Te dije que no te acerques a ese tipo! —gritó mientras golpeaba la pared con fuerza. Di un respingo, mi corazón latiendo con fuerza, y fijé la vista en sus puños, que se apretaban con rabia. Mis lágrimas luchaban por salir, y volví la mirada hacia Matías con el ceño fruncido.

¿Y quién te crees para decirme con quién debo juntarme y con quién no? —pregunté con voz temblorosa. Matías pateó una silla con furia y me empujó contra la cama.

— Tú eres mía, y no me gusta que estés con otros, como si fueras cualquiera —contestó con rabia, su mano rodeando mi cuello, apretando con fuerza hasta que me costaba respirar. Sus ojos destilaban odio y furia, y me negué de nuevo, lo que solo lo hizo más violento, más aterrador.

Matías me golpeaba cada vez con más fuerza, mientras yo ahogaba mis ganas de gritar. Las lágrimas fluían sin control. Finalmente, se detuvo y, con la respiración agitada de la rabia, agarró mis muñecas con sus manos.

¿Por qué no quieres que me junte con ellos? —pregunté con temor, mi voz apenas salía del nudo en mi garganta y del dolor en el cuello. Sus manos apretaban aún más mis muñecas, haciéndome jadear de dolor. Mis lágrimas salieron en torrentes, lo que solo lo hizo más violento y aterrador.

— Desde que te juntas con esos tipos, no estás conmigo. Siempre estás con ellos —respondió con brusquedad, haciendo énfasis en sus palabras—. Me tienes harto con tus malditos Jonas. Por eso, siempre estarás sola, pareces una estúpida, no tienes nada en la cabeza, tarada. Esos tipos te están cambiando —y, con esas palabras crueles, salió de la habitación y azotó la puerta tras él.

Me esforcé por levantarme con dificultad, mi cuerpo dolorido. Me miré en el espejo con la respiración agitada y el corazón aún latiendo a mil por hora. Mi labio inferior estaba lastimado, mi mejilla me dolía, tenía moretones en el brazo y rasguños en el cuello. Mis lágrimas seguían fluyendo, y una idea se coló en mi cabeza. Miré la mesa debajo del espejo y vi algo que nunca pensé que usaría. Tal vez, si me maquillaba, podría ocultar los moretones. Esta vez, decidí seguir esa voz en mi cabeza.

Cuando logré cubrir las heridas con una técnica bastante torpe, me decidí a salir. Esperaba que nadie notara nada. Llegué rápidamente a la sala, y me sorprendí al ver a Joe en el mismo lugar en el que lo dejé hace unos minutos. Su rostro reflejaba seriedad y enfado mientras miraba su celular. Levantó las cejas al verme y entrecerró los ojos un poco. Tal vez me había pasado con el maquillaje, pero no debería importarle. Joe siempre es sincero y directo, no sabe disimular.

– ¿N-No te habías ido vos? –pregunté sorprendida, con los ojos bien abiertos.

Sólo fui a buscar agua –contestó de manera seca, y me pareció como si estuviera enojado conmigo. Su mirada me atraviesa mientras me observa– ¿tenés algún problema? –cuestionó con sorpresa, me acerqué a Joe con cuidado.

– Emm... no –respondí, mi voz se agudizó, y noté que Joe mantenía su mirada fija en la mía, lo cual me ponía incómoda– ¿querés mirar algo? –pregunté, tratando de desviar su atención, y él me miró con los ojos entrecerrados– ¿qué pasa? –inquirí, frunciendo el ceño.

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