-Lucy.. era tan dulce.. llenaba de alegria mi vida.. dijo el.
-¿Quién es? Le pregunté curiosa.
-Era mi hija, murió a los 4 años, por una enfermedad muy rara. Ahora tendría la edad de tu hermana.
Sin que le pudiera decir nada, mi madre salió de la cocina, con la comida en un una grande sartén.
Todos fuimos a sentarnos para comer.
El vecino se sentó al lado de mi madre. Mi padre enfrente de ella y mi hermana y yo cada una en una punta de la mesa.
Parecía que a mi padre tampoco le gustaba demasiado la idea de conocer al vecino. Papá estaba muy serio, y no es que fuera la alegria en persona pero, no se, estuvo muy raro.
Al acabar de comer, mi madre, mi hermana y yo, nos levantamos para quitar la mesa.
Mi madre, se quedó en la cocina fregando, y mi hermana le ayudaba a secar, mientras tanto, yo terminaba de quitar la mesa.
Iba hacia la mesa, cuando me dí cuenta de que mi padre, y el vecino estaban, uno al lado del otro. Ellos, estaban hablando pero en cuanto me vieron se callaron. No me dejaron mas remedio que esconderme para poder escuchar.
-Ya sabes Tom, cumple el trato. Dijo Saimon amenazando a mi padre.
-Dejame tiempo, solo un poco mas por favor! Le suplicó mi padre.
-Ya te dejé tiempo. O cumples tu parte del trato, o..
Mi hermana se sentó al lado de mi padre.
-Sii ese coche es nuevo. Dijo Saimon disimulando. Se notaba demasiado.
Mi padre le puso una sonrisa falsa. Entré al salón y me senté al lado de Ana.
Cuando mi madre acabó de fregar los platos, se reunió con nosotros en la mesa. Estuvieron toda la tarde hablando de sus cosas.
Eran las once, cuando Saimon se fué a su casa.
No pude parar de pensar en la corta conversación de mi padre y el vecino. ¿A que se estarian referiendo?
Ana y yo, subimos las escaleras, me volví a fijar en la ventana que dava vistas a la casa del vecino, todas las ventanas de su casa estaban tapadas con algo oscuro, parecía cinta aislante, pero no estoy segura.
-Existen las cortinas. Dijo Ana .
-Creo que aun no se ha enterado. Le dije a mi hermanita riendome.
Cada una fué a su habitación. Me puse el pijama, me lavé los dientes y puse la alarma en el teléfono. Si, lo se, antes tenía un despertador pero lo acabé rompiendo, no me dejaba dormir tranquila.
Foto de Ana en multimedia.