Empujé el pomo de la puerta hacia afuera. Pero nada, que estaba cerrada.
Me alejé de la puerta para ir hacia el lado derecho de la hermita, donde habia 2 ventanas. Me subí a una espécie re roca para poder ver lo que habia tras el cristal.
Las ventanas estaban muy sucias, a si que solo pude ver un par de cajas y..
¡Oh joder la muñeca de Ana!
Eso solo podia significar dos cosas.
Una: Ana estaba ahí encerrada o, dos la muñeca se teletransportó aquí.
Y la verdad, yo creo mas en la primera opción. Cojí una piedra del suelo, bastante pesada, me alejé un poco, y la lancé con todas mis fuerzas.
-¡TOMAA! Dije mientras miraba como el cristal se hacia mierda.
Entré como pude a la hermita, haciendome un corte sin querer en mi hombro con un trozo de cristal.
Joder esto duele mucho. Pensé.
Me puse la mano sobre mi hombro para evitar que saliera mas sangre.
El hambiente de la hermita era frio y oscuro, nada acojedor, la verdad.
Salí de la habitación donde estaba para ir a investigar.
No habia nadie ni nada interesante en ninguna habitación. Estaba a punto de irme, cuando me fijé en una puerta de metal que habia al lado de la cocina.
Fuí hacia allí y la abrí. Lo primero que vieron mis ojos fueron unas largas escaleras que conducian a un sotano. Dejé la puerta bien abierta y encendí la luz.
A medida que bajaba las escaleras, mas chirriaba la madera de estas.
Al acabar el recorrido de las escaleras, me encontré con una puerta enorme que estaba cerrada con un candado.
Oh mierda. Seguro que hay algo importante ahí dentro. Pensé.
-¿Hola? ¿Hay alguien?
Nadie me contestó.
-¿Hola? Repetí.
Nada.
Esto está vacio. Pensé.
Fuí a girarme cuando una voz muy familiar me llamó la atención.
-¿Sally? ¿Sally eres tu? Dijo Ana con una voz muy apagada.
-¡Si! ¡Tranquila! ¿Quien te ha encerrado aquí?
-Sally, por favor, sácame de a..
Ana dejó de hablar.
-¿Que pasa? Le pregunté confunida, pero no me contestó.
-Tranquila, te sacaré de aquí. Le dije.
Me giré buscando algo que me sirviera para romper el candado.
Al fin, después de buscar encontré una tuberia oxidada.
Me acerqué al candado y empecé a golpearlo. Pero no sirvió de nada, solo conseguí abollarlo un poco.
¡La piedra! Salí a toda pastilla hacia el jardín para cojer la piedra con la que habia roto la ventana.
Cuando la tenía en mis manos, volví hacia la puerta de metal y una vez mas golpeé el candado.
No me lo pude creer. ¡Lo habia conseguido!