•EL JUICIO•

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Estas ya no parecían vacaciones, he ido de un lugar a otro, no pensé que se me iba a juntar todo en unas simples vacaciones. Primero me preparé para encontrarme con mi familia, después tuve que ir con los Weasley para abrir la tienda de bromas de los gemelos y después llega una carta de Draco para que vaya a su casa, eso no estuvo tan mal, ya que logré el objetivo sin esforzarme y ahora estaba aquí, en el ministerio de magia con Dumbledore.

Bueno esto fue de un momento a otro, Dumbledore llegó a la casa de los Malfoy para buscarme, no me pregunten cómo fue que supo dónde estaba porque ni yo sé cómo le hace para hacer lo que hace, pero bueno. El punto es que gracias al universo los padres de Draco no estaban, por lo cual pude ir con Dumbledore sin tener que explicar nada a nadie.

-¿Qué hacemos aquí, profesor?- Pregunté mientras nos adentrábamos más al ministerio.

-La noche donde resurgió Voldemort, Fudge, no quiso creer en la historia que conocemos, así que tú tratarás de convencerlo.- Respondió. 

-¿Yo? ¿Cómo?- Tenía una ligera sospecha, pero quería cerciorarme.

-Con tus poderes, le pasarás un recuerdo de esa noche, veremos lo que sucede después, además tenemos un poco de tiempo antes del juicio de Harry.- Comentó este mirando alrededor.

-¿Harry tiene un juicio?- En qué problema se metió ahora este niño.

-Así es, podrás acompañarme al juicio, si es lo que deseas.- Nos adentramos al elevador, al mismo tiempo que asentía, cuando en el elevador ya solo estábamos Dumbledore y yo, este volvió a hablar.- Y cómo vas con lo que te pedí en Hogwarts.- Preguntó.

-Todo marcha bastante bien, Voldemort está en la casa de los Malfoy, así que no fue difícil lograrlo, pero Draco y yo estamos a prueba.- Susurré, con el silencio que había tenía más posibilidades de que alguien escuchara nuestra conversación.

Llegamos al piso en donde se supone debería estar la oficina del ministro de magia, salimos del elevador y caminamos un poco hasta encontrar la oficina de Fudge.

Dumbledore tocó y en pocos segundos ya nos encontrábamos dentro de la oficina, cerré la puerta y caminamos hasta llegar frente al escritorio.

-¡Albus!- Dijo Fudge al tiempo en el que se levantaba de su asiento.- ¿A qué se debe tu visita? 

-Buenas tardes, Cornelius, te presento a ___ Salvatore.-  Dumbledore dijo esto mientras me miraba y pasaba esta misma hacia Fudge.

El ministro solo se limitó a mirarme con algo de temor.

-¿Qué hace una Salvatore en mi oficina?- Le reclamó a Dumbledore.

-Lo lamento, señor Fudge, no soy igual a mi familia.

-Y eso es verdad, ___ es un tanto especial.- Dijo Dumbledore mientras colocaba su mano en mi hombro.

-¿A qué vinieron?- Preguntó con desdén el ministro.

-Te traje pruebas.- El ministro lo miró con incredulidad.- Al ver que la versión que Harry dio no te convenció, espero que la versión de la señorita Salvatore te haga creer en lo que decimos.

Me acerqué a Fudge, él estaba aterrado, no lo culpaba el historial familiar me procedía, coloqué ambas manos en los costados de su cabeza y empecé a proyectar mis recuerdos sobre ese día.

-Eres una abominación, igual que tu familia.- Fue lo que dijo cuando dejé de proyectar mis recuerdos.

-Por favor, Cornelius, abre los ojos, todo está sucediendo como la primera vez.- Dijo un desesperado Dumbledore.

Secretos del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora