•LA MADRIGUERA•

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-Escucha, no sabemos si la próxima luna llena te convertirás, así que mantente encerrada y si puedes amárrate con cadenas, aléjate de todos en especial de los vampiros.- Dijo Stefan, dándome instrucciones antes de irme a la casa de los Weasley.

-¿Por qué?- Cierta intriga llegó a mí.

-La mordida de los licántropos son mortales para los vampiros.- Dijo Stefan dejando mi pequeña maleta en el piso.

-Eso explica por qué me abandonaste en medio del bosque cuando me convertí.- Dije para incomodarlo.

-Sí, lo siento, pero cuando estás en tu forma licántropa no piensas, te dejas llevar por el lobo en tu interior o al menos eso he sabido en mis años de experiencia con hombres lobos.- Dijo un poco avergonzado.

-Está bien, no es tu culpa, solo te alejaste para protegerte.

-En fin, ___, sé que es demasiado pronto para decirlo, pero he hablado con Zach...- Lo miró.- Y hemos pensado que lo mejor sería que te mudaras aquí, con nosotros.

-¿Hablan en serio?- Stefan asintió con la cabeza.- Sería genial, nada más que la mayor parte del año me la paso en un colegio de magia en Escocia, pero sin duda las vacaciones las pasaré aquí.

-Me alegra escuchar eso.- Esta vez fue Zach el que habló.

-Una cosa más antes de irme.- Tomé a ambos de las manos y los acerqué, haciendo que ellos quedaran hombro a hombro.- Quería darles esto.- Les extendí un bolígrafo a cada uno, ellos lo miraron extraño.- Inventé un hechizo de transferencia el cual está en estos bolígrafos, cuando me necesiten, escriban en su brazo lo que sea y vendré de inmediato.

-Gracias, será de mucha ayuda con todos los vampiros que últimamente vienen.- Dijo Zach mirando seriamente a Stefan.

-Adiós, Tío Zach.- Lo abracé.- Adiós, Stefan, gracias por las clases de defensa y por ayudarme a saber más cosas sobre mí.- Dije mientras lo abrazaba.

-Espero que sigas entrenando, te extrañaremos, cuídate.- Dijo Stefan rompiendo el abrazo.

Tomé mis cosas y me concentré para visualizar la casa donde vivían los gemelos, en seguida me teletransporté hacia esta. Toqué la puerta y la pequeña Ginny me recibió.

-Hola ___, no sabía que vendrías.- Dijo un poco confundida la pequeña pelirroja.

-¡Oh! Espero que tu mamá esté enterada, si no los gemelos tendrán serios problemas conmigo.- Ella solo rió por mi comentario y les gritó a Fred y George.

En lo que ellos llegaban intenté pasar, pero como en la casa Salvatore, no lo logré.
No me habría dado cuenta de la presencia de los gemelos si no me hubieran tirado al suelo, haciendo que los tres nos lastimáramos un poco.

-Habíamos estado preocupados por ti.- Dijo George.

-Nos has estado evitando desde que regresaste de dónde sea que te atacaron a Harry y a ti.- Completó Fred.

-Lo siento, chicos, es la forma con la que lidio el dolor.- Mi semblante cambió cuando recordé a Cedric.

Iban a hablar cuando su madre apareció en la entrada.

-Chicos, levanten a la chica, no sean tan groseros con ella.- Los reprendió.

Me levanté lo más rápido que pude y me acerqué a la madre de los gemelos.

-Un gusto señora Weasley, soy ___.- Le estreché la mano.

-Igualmente, ___, y por favor llámame Molly.- Me devolvió el apretón.

Secretos del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora